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El matador valenciano de rodillas ante uno de los toros que lidió. Enrique
Llenazo en la vuelta de los toros a Navas de San Juan y pleno de premios de Enrique Ponce

Llenazo en la vuelta de los toros a Navas de San Juan y pleno de premios de Enrique Ponce

Lidió cuatro toros de su propia ganadería que resultaron nobles y el rejoneador José Velasco toreó un novillo de los Hnos. Collado Ruiz

ángel a. del arco

Lunes, 3 de agosto 2020, 00:40

Gran tarde de toros la de ayer de Enrique Ponce para celebrar sus treinta años de alternativa en Navas de San Juan. Un puñado de orejas, excelentes momentos de buen toreo y emoción, mucha emoción, al comprobar la entrega de uno, el torero Enrique Ponce, y los habitantes de Navas de San Juan con su torero, Enrique Ponce. Un amor de juventud cuando se juntaron por primera vez a mediados de los años ochenta, que se ha convertido en un amor maduro, bello y para toda la vida.

Calor ambiental y calor en el ruedo ayer en Navas de San Juan en el que ha sido el primer festejo con público en la provincia y la vuelta a la normalidad taurina tras la suspensión de cualquier actividad tras el estado de alarma debido al coronavirus.

No importó el calor sofocante que hubo durante todo el día de ayer para que el coso de Navas de San Juan vistiera sus mejores galas, eso sí, con la reducción del cincuenta por ciento de su aforo.

Perfectamente organizado por el Ayuntamiento de la localidad y la empresa Collado Ruiz Toros, la gente fue entrando al coso en orden, lavándose las manos con el gel hidroalchólico que había en todos los accesos a la plaza. En la misma puerta de entrada se le tomó la temperatura a todos los espectadores y dentro, en los tendidos, la separación lógica entre las personas. Ningún problema. Lección de civismo, una vez más de los aficionados a los toros, que disfrutaron del espectáculo sin saltarse las normas y cumpliendo con ellas durante toda la tarde.

Historia

La tarde en Navas de San Juan se puede calificar de histórica. Un torero en sazón que quiso celebrar sus treinta años de alternativa en el pueblo dónde adquirió gran parte de sus conocimientos taurinos; unas tierras plagadas de ganaderías y toros. Y precisamente en el ruedo dónde cientos de veces han disfrutando de la sabiduría y buen hacer del valenciano de nacimiento y navero de adopción, quiso conmemorar treinta años de éxitos y triunfos conseguidos. Una historia que todavía no tiene, ni pinta de que así sea, el capítulo final. Viendo a Enrique Ponce en la tarde de ayer se puede pensar que treinta años son pocos y que el futuro de este torero tiene todavía muchos capítulos por ver y escribir.

Vistió un precioso traje azul pavo y oro, uno de sus preferidos. Con ese color han sido muchas las tardes de gloria y con ese color compareció ante sus casi paisanos para demostrar que treinta años no son nada, y en su caso, parece sentarle de maravilla. Estoqueó cuatro toros de su propia ganadería, les cortó las orejas, demostrando que el confinamiento no le ha quitado ni un ápice de ambición y torería.

La ovación que recibió antes de que saliera el primer toro de la tarde fue de reconocimiento y admiración. Las ovaciones posteriores fueron el resultado a su buen hacer delante de los conúpetas.

Antes de que salieran los toros el torero recibió de parte del alcalde de la localidad Joaquín Requena una placa conmemorativa por sus treinta años de alternativa. También fueron homenajeados el picador José Palomares y el banderillero 'Jocho'.

A su primero, un toro bien presentado pero que salió sin entrega en los primeros compases. Lo intentó Ponce con el capote, aunque apenas que destacar algunos lances sueltos. Brindó al público para realizar una labor que estuvo presidida por las elegantes formas, la suavidad y el temple que imprimió a todo lo que hizo.

Las dos primeras tandas sobre el pitón derecho, con la muleta a media altura, erguido de planta y relajado, ligando los muletazos y rematándolos de buenos pases de pecho. Pero lo mejor de la faena llegó al natural, dónde cuajó una excelente tanda, arrastrando la muleta por el albero y llevando muy toreado al noble y soso animal. Tenía las orejas cortadas, pero dos pinchazos y un golpe de descabello dejó el premio reducido en una calurosa ovación.

El segundo de la tarde fue devuelto por manifiesta flojedad durante el tercio de banderillas. Fue sustituido por otro del mismo hierro que tampoco anduvo sobrado de nada, al contrario, pareció más flojo que el devuelto.

Lo sobó el torero con el percal para realizarle después y de manera sorpresiva una faena que fue a más y que terminó enloqueciendo a los tendidos entregados ante el nuevo milagro cosechado por Ponce. El inicio de faena no hacía presagiar nada importante, pero mediada la faena, y con el toro ya sometido y entregado a la poderosa y a la vez templada muleta del valenciano, le cuajó extraordinarias series por ambos lados, a media altura, sin prisa, con las pausas justas y los tiempos medidos. Este Ponce es un sabio con treinta años de experiencia, sorprendiendo de nuevo a los espectadores. En el final de la faena se tiró de rodillas, ligando una portentosa serie de derechazos. No contento con lo realizado se inventó tres 'poncinas' que provocaron el delirio en los tendidos. Una estocada volcándose y los máximos trofeos a sus manos.

Rejoneador granadino

El tercero de la tarde fue para el rejoneador granadino José Velasco. Anduvo animoso y entregado en una labor vistosa en la que sobresalieron los pares de poder a poder y al quiebro. Cortó una oreja con petición de la segunda.

El cuarto toro de la tarde le correspondió de nuevo a Enrique Ponce. Un toro de condición noble, pero de escaso poder. El tratamiento del torero a las condiciones del toro fue el temple, la suavidad, administrar los tiempos para poco a poco extraer las series por ambos lados de forma magistral.

De nuevo salió a relucir el magisterio y la sabiduría de este diestro, ligando muletazos por ambos lados, siendo lo mejor de nuevo al final. Mató de una estocada que fue suficiente para que de nuevo aflorara el pañuelo del presidente por dos veces. Trofeos que paseó entre las ovaciones de un público muy cariñoso durante toda la tarde.

El último toro de la tarde salió con muchos pies enjaretándole Enrique Ponce un buen ramillete de verónicas. Tampoco tuvo el toro mucha entrega, al contrario, se lo pensó mucho eso de embestir, algo que tampoco importó al torero que con paciencia intentó linar defectos y sacar a relucir las virtudes.

Éste toro tuvo una mejor embestida lo que aprovechó el torero para poder expresarse en un trasteo superior en el que destacaron los pases sobre la diestra, dejándole la muleta en la cara y tirando de forma admirable del noble animal. Otra obra maestra del «catedrático» del toreo que no se cansó de torear en otra labor de largo metraje amenizado por un cantaor flamenco que puso los bellos de punta recordando con su cante la trayectoria de treinta años de Ponce y por supuesto de la Virgen de la Estrella, patrona de la localidad. Emoción, mucha emoción para un final apoteósico de la tarde. Mató de estocada cortando otras dos orejas. Tarde para la historia de Enrique Ponce en 'su tierra' de Navas de San Juan.

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