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ÁNGEL A.DEL ARCO CANCIO
Villanueva del Arzobispo
Lunes, 6 de septiembre 2021, 00:41
Con la llegada de septiembre se inicia un mes de mucha actividad taurina en la provincia. Ayer se celebró una corrida de toros en Villanueva del Arzobispo, también hubo festejo taurino en Castellar, dónde se celebró una novillada sin picadores. El día antes, en Linares, novillada en clase práctica; el fin de semana que viene, corrida de toros en Andújar, el sábado, y otra más, al día siguiente en Villacarrillo. El fin de semana siguiente tomará protagonismo la localidad de Cazorla con una novillada sin picadores, adentrándonos en el mes de octubre dónde ya son oficiales los carteles de la feria taurina de San Miguel de Úbeda, cerrando con la última gran feria de la temporada española, la de San Lucas en Jaén.
A falta de confirmación oficial todavía se espera el anuncio de algún que otro festejo más, lo que da idea del nivel y sobre todo de los gustos de una provincia que vive la tauromaquia con pasión, a pesar de las circunstacias tan adversas que estamos viviendo, motivado de la covid 19.
Ayer en Villanueva del Arzobispo se vieron de nuevo los toros de Victorino Martín después del gran espectáculo del año pasado, dónde se vivió la magia del momento sublime del indulto, ganándose el perdón el toro 'Muralista' gracias a su bravura y entrega durante toda la lidia, ejecutada con precisión y brillantez por el matador de toros Rubén Pinar. La corrida de Victorino del año pasado fue brava y encastada, a la vez, de bien presentada. La de ayer fue espectacular en cuanto a su presencia. Toros amplios, ofensivos por delante, con el pelaje típico de la casa, cárdenos en todas sus tonalidades. Pero no debemos de confundirnos, no fue encierro fácil para estar delante de ellos. Tuvieron todos los problemas que conlleva la bravura, poniendo en dificultades a una terna que con aptitud y entrega solventó la papeleta que por momentos parecía imposible.
Volvía el torero de Albacete Rubén Pinar después del triunfo con indulto incluido del toro 'Muralista' el año pasado. Era de justicia que volviera de nuevo al lugar dónde la historia le tiene un hueco reservado.
El primero de Victorino Martín fue un toro largo como un tren, cuajado y muy astifino. Un pedazo de animal más propio de una plaza como Madrid, Sevilla o Bilbao. La ovación al toro fue importante gracias a su espectacular presencia. Otra cosa fue el juego que ofreció durante la lidia. Apretó de salida, estando con oficio y solvencia Rubén que se lo sacó a los medios. Tomó dos varas sin emplearse, no dando facilidades en el tercio de banderillas.
No brindó el torero de Albacete, planteando una faena en los medios de la plaza, con una gran solvencia técnica y enorme capacidad lidiadora. Las primeras series sobre el lado derecho tuvieron la pulcritud de un torero muy solvente. El animal no humilló quedándose corto en cada embestida. El pitón bueno del toro quedó demostrado fue el izquierdo. Por ahí, bajaba más la cabeza y mayor entrega en cada embestida, surgiendo los mejores momentos por ese lado, aunque la labor no terminó de romper. Estuvo correcto, finiquitando de unn pinchazo en la suerte natural y estocada muy caída. Aplaudido el toro y ovación con saludos para el matador.
Con el cuarto de la tarde, segundo de su lote, que se quería comer el capote de Pinar en cada lance. A pesar de la dificultad consiguió algún lance muy importante sobre el lado izquierdo, también tuvo su aquel la media de remate. En el caballo empujó con fuerza, estando a punto de derribar al piquero, librándose por poco. El que no se libró fue el banderillero Manuel Rodríguez 'Mambrú' que fue cazado en la salida del primer par de banderillas, buscándolo en el suelo al hilo de las tablas. Momento de peligro y riesgo de la que salió aparentemente sin consecuencias. No fue fácil el Victorino en ese tercio, tampoco en la muleta de Rubén Pinar. Se fue el manchego al centro del ruedo a brindar la faena, para con oficio sacárselo a lo medios con poderosos muletazos. En esos terremos planteó la faena, con disposición y depurada técnica, consiguiendo meritorias series por ambos lados, estirando la exigente embestida del toro de Victorino. Faena más meritoria que de brillo que el público supo apreciar y reconocer. Pinchó una vez antes de la estocada definitiva, cortando la primera oreja de la tarde.
Actuó en segundo lugar el diestro madrileño Javier Cortés. Con vinculaciones familiares en Villanueva del Arzobispo, se le vio responsabilizado y entregado en todo momento. Con su primero, también aplaudido en la salida, embistió con fiereza al capote de Cortés, consiguiendo el torero con la pierna flexionada excelentes verónicas muy jaleadas por el público. En el tercio de varas el toro tomó dos varas acudiendo a la larga distancia, estando a la altura el picador Juan Bernal. Parecía toro de triunfo grande y es verdad que tenía excelentes cualidades, humillaba mucho y tenía un largo reccorrido, pero con el defecto de estar muy agarrado al suelo, pensándose mucho la primera embestida. Cuando lo hacía tenía importancia pero le costaba mucho, todo un mundo. Javier Cortés brindó al público percatándose de las buenas condiciones sin saber las dificultades que vendrían después. Sin poder ligar las series, de uno en uno recetó extraordinarios derechazos y naturales, pero con el defecto de la falta de ligazón. A eso se unió sus fallos con los aceros, dos pinchazos y estocada trasera, cosechando una ovación que recogió desde el tercio, perdiendo un más que posible trofeo.
El quinto fue un toro que no dejó lucirse a Javier Cortés con el capote. Eso sí, hizo que la cuadrilla durante el tercio de banderillas pasara un calvario para poder clavar los pares. La gente protestó de manera injusta a los subalternos, no teniendo en cuenta las dificultades del animal.
Cuando se quedó solo el torero con el toro la cosa cambio. El animal empezó a embestir, nunca fácil, pero algo es algo. Todo ello gracias a la poderosa muleta de Cortés, que con mucha verdad se puso delante, clavando las zapatillas en la arena para terminar imponiéndose al anima. Muletazos largos, cogiéndolo muy adelante y llevándoselo atrás de la cadera. Bien de verdad Cortés con la muleta y muy mal Cortés con la espada. Pinchazo hondo, otro pinchazo más y estocada defectuosa. Recibió una calurosa ovación. Una pena, se dejó los trofeos en los dos de su lote por culpa de la espada.
Dos año hacía que José Carlos Venegas no se vestía de luces. Mucho mérito del torero nacido en la localidad de Beas de Segura. Debe de ser difícil ponerse delante de dos toros de Victorino Martín con el poco bagaje de festejos toreados que lleva en los últimos tiempos. Nos consta de su intensa preparación de cara a la corrida de ayer. Con su primero, tercero de la tarde, lo lanceó a la verónica con soltura y relajo, rematando de buena media. Tomó una sola vara sin mucha entrega. Con la muleta y tras brindar al respetable, se lo sacó a lo medios con templaza y seguridad. En esos terrenos le enjaretó una primera tanda en la que se empezó a vislumbrar un defecto del toro que lo tendría duranta toda la faena, no era otro, que se metía muy por dentro a partir del segundo muletazo. Tuvo mérito todo lo que hizo el diestro, aunque no todo el mundo se percató de ello. Al natural se acrecetaron los problemas, no volviendo la cara el joven torero de Beas de Segura que no se cansó de estar delante del difícil toro de Victorino Martín. Como sus compañeros falló a la hora de la suerte suprema, finiquitando de pinchazo y otro hondo que bastó. Tuvo que saludar una ovación desde el tercio.
El último fue un toro que permitió a José Carlos Venegas salirse a los medios en los lances de recibo, rematadolos de buena media. El animal tomó dos varas arrancándose de lejos. Ovación para el piquero y para el toro también. En banderillas tuvo que saludar la ovació más cerrada de la tarde el banderillero Sergio Aguilar tras colocar dos excelentes pares de banderillas.
El toro de Victorino llegó a la faena de muleta no teniendo una embestida clara. No le importó a José Carlos Venegas que se puso muy por derecho, siempre bien colocada para poco a poco ir cuajando al toro de Victorino. Alternó las series por ambos lados, mejor por el derecho, intentando llevar largo a un animal que terminó entregado en la poderosa muleta de Venegas.
Lo mejor y más importante de la tarde llegó al final, cobrando una estocada que tiró al toro patas arriba. La gente reconoció el mérito pidiendo con fuerza las dos orejas para un exultante José Carlos Venegas que las paseó entre grandes ovaciones.
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