Publican una carta de Miguel Hernández a Juan Ramón Jiménez

En la correspondencia epistolar, Miguel Hernández se dirige al escritor que en 1956 ganó el Premio Nobel de Literatura desde la admiración: «Venerado Poeta: Solo conozco a Vd. por su 'Segunda Antología Poética' que -créalo- ya he leído cincuenta veces, aprendiéndome algunas de sus composiciones. ¿Sabe usted dónde he leído tantas veces su libro? Dónde son mejores todos: en la soledad, a plena naturaleza, y en silenciosa, misteriosa, llorosa hora del crepúsculo, yendo por antiguos senderos empolvados y desiertos entre sollozos de esquilas... No le extrañe lo que le digo admirado maestro: es que soy pastor…Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este que fue de dioses paganos y héroes bíblicos».

En otro pasaje de la carta, Miguel Hernández demanda la ayuda del autor de 'Platero y yo', un apoyo al que el poeta de Moguer (Huelva) supo corresponder: «Le decía antes que escribo poesía... Tengo un millar de versos compuestos sin publicar. Algunos diarios de la provincia comenzaron a sacar en sus páginas mis primeros con elogios... Dejé de publicar en ellos... En provincia leen bien pocos los versos y los que los leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé qué hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor....Soñador como tantos, pienso ir a Madrid, abandonaré las cabras… ¿Podrá Vd. dulcísimo don Juan Ramón recibirme en su casa y leer lo que le lleve?».

La correspondencia escolar sirve al Museo de Quesada para recordar la importancia del espacio museístico ubicado en la ciudad de la sierra homenaje a Miguel Hernández y a su mujer y musa, la quesadeña Josefina Manresa.