Esteban Beltrán
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Esteban Beltrán
Entrevista ·
Quesada reconoce la labor de la organización, inmersa en varios frentes de la lucha por los derechos humanos, con los Premios ZabaletaLos Premios Zabaleta entregan hoy sus reconocimientos y, el de Solidaridad es para Amnistía Internacional –con más de 500 miembros en Jaén–, que recogerá su director, Esteban Beltrán, al frente de la organización desde 1997 y que los veranos de su infancia están marcados por ... el olivar jienense en su memoria.
–¿Volver a Jaén es regresar a su infancia?
–Jaén es el lugar donde pasaba los veranos con mi familia. Eran tres meses de estar en casa de mi abuela, un caserón grande, y con muchos de mis primos. Nos bañábamos en el río y recuerdo la sensación de libertad. De vivir en Madrid a volver a Jaén era todo un cambio, todavía tengo parte de mi familia aquí y regreso cuando puedo.
–¿Qué significa para el director de Amnistía Internacional en España recibir un premio como el de Quesada?
–Estoy muy agradecido, y más siendo un premio para Amnistía, que es lo importante. Hay más de diez mil socios en Andalucía y en Jaén son más de 500, así que representar esa gente es un orgullo. Además, voy algo emocionado porque hace 25 años en concreto que no voy a Quesada, así que hay también mucha alegría.
–¿Cuáles serían los retos actuales de Amnistía Internacional?
–Actualmente, uno de los derechos que se encuentra más en riesgo es el de la protesta. Hemos visto que el año pasado en 60 países hubo restricciones a ellos y, al mismo tiempo, es estimulante comprobar que en 80 países sí hubo manifestaciones multitudinarias pidiendo derechos. Que la gente pueda protestar pacíficamente sin miedo a la represión ni miedo a las multas, como con el caso de la Ley Mordaza en España, es esencial.
–¿Qué más frentes tienen abiertos en estos momentos?
–Los conflictos armados. Estamos viviendo con la población ucraniana un conflicto muy duro y, a la vez, la implicación de Europa que está siendo extraordinaria y muy positiva. Simultáneamente tratamos el asunto del racismo, pues así como los ucranianos tienen el derecho al refugio, también lo es para los que llegan de África, y aquí se observa un doble rasero preocupante. De igual modo, nos inquieta la situación de la sanidad. España lleva doce años con gravísimos problemas con la Atención Primaria y el objetivo que tenemos es que se llegue al 25% de inversión en sanidad en la Atención Primaria. Está en peligro y Andalucía no se ha librado de esto. Es una de las comunidades que no desglosa el importe a la Atención Primaria en sus presupuestos. Así, es la cuarta comunidad que aumenta la inversión en Sanidad, pero no va a este sector.
–¿Es posible que los derechos humanos en España aún sean frágiles?
–Depende de con qué comparemos. Sin duda, las conquistas son frágiles. La mala noticia es que hay que pelear para mantener los derechos humanos. La buena, es que los retrocesos no son para siempre. Además de los frentes que tenemos desde Amnistía Internacional, no debemos olvidar el de la violencia hacia la mujer. Llama poderosamente la atención que de las nueve mujeres asesinadas violencia de género este año, cuatro sean en Andalucía, lo cual muestra que todavía queda mucho por hacer en esta materia. Ahora mismo en Málaga se han comprometido a abrir un centro de atención a las víctimas de violencia sexual 24 horas, es importante avanzar.
–Se alerta del aumento del discurso de odio hacia el colectivo LGTB en España. ¿Cómo valoran la situación desde Amnistía Internacional?
–El número de gente que trata de demonizar a un sector de la sociedad y por ello cometen amenazas está creciendo. Los delitos de odio en España registrados en 2021 fueron 1.724, siendo 121 en Andalucía y, de ellos, 21 en Jaén. Puede no parecer mucho, pero en la provincia se observa un aumento de 9 de 2019 a más del doble en 2021. Además, en Jaén se encuentra la tasa más alta de la comunidad, con una media de 3,35 denuncias por cada cien mil habitantes, mientras que en Andalucía es de 2,25 y, en el país, de 3,8. La impunidad en la mayoría de casos de este tipo de delitos es lo que se debería revisar, ya sea por racismo o por orientación sexual.
–¿Se imagina un futuro en el que Amnistía Internacional dejara de existir?
–Es nuestra pretensión. Ojalá no tuviéramos que existir, pues ello significaría que los derechos humanos estarían vigentes. Sin embargo, el elemento principal para realizar el freno al poder es la denuncia y la protesta. Sin una sociedad civil movilizada, el abuso civil sería continuo. Espero que, cuando llegue momento, podamos desaparecer, entonces seremos felices. Mientras tanto, seguiremos trabajando.
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