Antonio Ávila Marín. IDEAL
ENTREVISTA

«La virtud de esta tecnología es que podemos generar energía solar cuando ya no hay sol»

La recompensa soñada para un científico es que le reconozcan su trabajo y que este tenga una aplicación social. El jienense Antonio Ávila Marín está en el camino

Sábado, 17 de abril 2021

La prestigiosa Universidad californiana de Stanford ha elaborado un ranking mundial de los mejores investigadores, seleccionando a aquellos que están en el 2% con mejores índices de calidad. Para elegir a los científicos 'más influyentes' ha revisado la producción de cerca de siete millones de ... estudiosos en 22 campos de investigación. El jienense Antonio Ávila Marín está incluido en ese selecto 2%.Su trabajo lo desarrolla en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), concretamente en el departamento de energía, en la división de la Plataforma Solar de Almería (PSA). El 80% de su personal está físicamente en el desierto de Tabernas, donde se encuentran las mayores instalaciones de energía termosolar del mundo. Él desarrolla sus investigaciones en la delegación en Madrid del CIEMAT, donde lleva 15 años. A día de hoy sigue teniendo un contrato temporal. Por cierto, todos sus trabajos los firma con sus dos apellidos, a pesar de que lo habitual es hacerlo con el primero. Es un acto en honor a su padre, pero también a su madre.

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–¿A qué se enfrenta un científico cada día en su trabajo?

–Un día nunca es igual al anterior. Es la parte bonita que tiene nuestro trabajo, no es monótono. Me dedico a temas de producción de energía, creando electricidad con recursos renovables, con energía solar. No son plantas fotovoltaicas. Trabajamos a un nivel superior, intentamos sustituir esas plantas grandes que queman carbón y que producen tantos gases contaminantes, u otro tipo de energía como la nuclear o combustibles fósiles, por otras plantas que produzcan niveles de electricidad similares pero con energías renovables. No estamos hablando de los huertos fotovoltaicos. Es una producción de energía a gran escala, lo que nosotros llamamos masiva. Esa tecnología tiene muchas variantes y yo trabajo en una de ellas que se dedica a usar el aire atmosférico, calentarlo a muy altas temperaturas e introducirlo en ciclos que nos permitan producir electricidad. En base a ese trabajo científico, hacemos diferentes estudios a pequeña escala en un laboratorio en Madrid. En Almería tenemos otro tipo de instalaciones para hacer ensayos precomerciales.

Caminamos al uso exclusivo de energías limpias, entre ellas la solar. Su trabajo es clave a medio y largo plazo.

-Una característica diferencial de nuestra tecnología respecto a otras energías renovables, que son complementarias, es que tenemos la posibilidad de almacenar la energía; es decir, podemos producir energía solar cuando ya no hay sol. Nuestro método consiste en calentar con el sol un fluido y almacenarlo en distintos contenedores y en los picos de consumo nocturnos utilizar energía solar con ese fluido que hemos producido durante el día. Nuestra tecnología, a día de hoy, está menos desarrollada y es más cara, pero le vemos mucho potencial para entrar en el mercado a gran escala cuando se ponga en valor la capacidad de almacenar energía y producirla cuando a nosotros nos interese.

¿A qué ha tenido que renunciar, qué esfuerzos hay que hacer hasta entrar en el 2% de científicos con mejores índices de calidad?

–En este mundo hay gente que lo ha volcado todo en el trabajo y que no ha tenido otra vida más allá que la profesional. En mi caso, estoy con mi mujer desde el primer año de carrera y hemos crecido juntos y, por lo tanto, los esfuerzos han sido a nivel familiar. Muchos sacrificios, bastantes fines de semana en los que he estado trabajando fuera, mucho tiempo en conseguir, no solo este tipo de reconocimiento, sino acabar la tesis, sacar una investigación adelante y que no se retrase. Hay que hacer mucho encaje de bolillos para lograr cuadrar una carrera exitosa con una relación familiar donde tienes hijos. En mi casa no somos de las familias antiguas; aquí las tareas están repartidas. Mi familia, la que he creado con mi mujer Adela, así como mis padres, hermanos, mis abuelos y mis suegros, ha sido pilar fundamental en mi vida. Sin ellos, su ayuda y apoyo, nunca habría llegado a nada de todo esto.

-Formarse en el extranjero ha sido un plus para su carrera.

-Cuando he ido a estudiar fuera siempre he buscado una parte débil de mí; es decir, si yo aquí era fuerte en unas determinadas tareas siempre busqué ir a sitios donde pudiese mejorar en los puntos débiles. Hice una estancia fuera a los dos años de entrar en el CIEMAT que no aproveché lo mismo que en otra que realicé cuando ya llevaba ocho años de investigación. El aprendizaje que traes acumulado hace que, conforme tu nivel profesional avanza, vayas buscando cosas más específicas.

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-El lamento permanente de los científicos es la falta de inversión en investigación. ¿Ha cambiado algo la situación desde que está en el CIEMAT?

-Tengo un ejemplo para contestarle a eso. Yo uso un programa de simulación muy específico y lo compartimos tres grupos del CIEMAT. Firmamos con la empresa un convenio cada tres años y cada vez que tenemos que renovar ese acuerdo siempre estamos peor que en el anterior. En los últimos 6 años la situación está estancada. Pero no solo con la jubilación se pierde masa crítica en los centros de investigación –en la última gran crisis en España, la tasa de reposición era del 0% o del 10%, según los casos–. Hay gente que lleva muchos años trabajando que no ve recompensado su esfuerzo y se va a otro sitio. No solo por el nivel económico sino por el nivel de valoración y entidad, porque ofrecen más posibilidades. Es verdad que después llegan los gobiernos y dicen que han aumentado el capítulo de I+D, pero lo que la gente no ve es lo que al final se ha ejecutado de ese presupuesto. Las trabas burocráticas que tenemos son muchas. Te pueden subir los ingresos pero luego es imposible ejecutarlo con el personal que hay. En el mejor de los casos, esas partidas se realizan al 50 o al 70%.

-La 'fuga' de investigadores a otros países es una realidad. ¿Siempre es atribuible a la falta de oportunidades y a un sueldo ínfimo?

-Aquí hay dos temas cruciales. Por un lado, la proyección laboral. Actualmente un chico que acabe la carrera y entre en un centro de investigación a hacer la tesis sabe que es imposible seguir con su investigación una vez que la termine. Hay gente con una experiencia de 15, 20 o 25 años, con un currículum brillante, que sigue siendo temporal con 50 o 55 años. Y por otro, la parte económica. Ese caso lo hemos vivido en nuestro grupo de trabajo. Fuera, por hacer el mismo trabajo que haces aquí te pagan tres y cuatro veces más. Es imposible competir contra eso. No quiero decir en ningún momento que la solución sea crear más funcionarios. Creo que la Administración debería actualizarse al siglo XXI y crear una figura con cierta estabilidad laboral, que permita desarrollar trabajos de investigación siempre y cuando exista financiación. No tiene sentido que en este país los únicos investigadores estables sean funcionarios.

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-¿Cómo trasladaría el valor del trabajo científico a la vida diaria del ciudadano?

-El que está en investigación es porque tiene vocación, interés en buscar soluciones. En estos momentos, estamos viendo que las vacunas más potentes que hay en el mundo se han desarrollado en Estados Unidos, que es verdad que tienen déficits en muchos ámbitos, pero son punteros en investigación. En energía solar, la planta de Almería está funcionando desde 1980 y tratamos de adelantarnos al futuro, donde la energía va a tener que venir en su totalidad de recursos renovables. En ese sentido, estamos orgullosos de decir que las empresas españolas son pioneras gracias a que en parte han ido acompañadas de la Plataforma Solar de Almería en todos los estudios que han realizado; más del 70 % de la potencia mundial de energía termosolar instalada en el mundo ha sido implementada por empresas españolas, que en muchas ocasiones su inicios fueron testados en la Plataforma. Desde mi ámbito tenemos una conexión directa con el mundo industrial y tratamos de buscarla cuando no la hay, de manera que nos permita incorporar a la industria procesos de producción con componentes de nuestra tecnología.

PERFIL

  • Formación académica: Es Ingeniero Químico por la Universidad de Granada, Máster en Energías Renovables por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y Doctor con Mención Internacional y Premio Extraordinario de Doctorado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Pero antes de esto, en Jaén estudio en Las Carmelitas hasta 5º de EGB y desde 6º y hasta acabar COU en Maristas.

  • Publicaciones: Ha estado o está involucrado en 14 proyectos o contratos de I+D, es coautor de 19 publicaciones internacionales, 20 comunicaciones en congresos internacionales, 72 informes científico-técnicos y 146 informes de evaluación de datos y ensayos. Ha participado como docente en 21 cursos de especialización y posgrado.

-¿Qué le llevó a dedicarte a la investigación?

-Desde pequeño me ha gusto experimentar y he mostrado un espíritu inquieto. Desde que acabé la carrera busque vías de financiación para poder hacer la tesis, ya que entendía que este trabajo cuadraba con mi espíritu inquieto e innovador y me permitiría desarrollarme personal y profesionalmente. Tuve la fortuna de entrar en una línea y en un grupo de trabajo puntero y potente a nivel mundial en el CIEMAT, gracias a una beca para realizar la tesis doctoral. Meterme en el mundo de la energía termosolar fue pura casualidad.

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-¿Cómo ve a Jaén desde Madrid?

-Pues muy mal, la verdad. Es una ciudad inmejorable para vivir. Yo he sido muy feliz en ella. Veo un poco de dejación de las administraciones, que no se ve en otras provincias de alrededor. Me da alegría comprobar que hay cierto movimiento en la población, que se subleva ante la situación. Por lo general somos muy conformistas en España. Si en Francia pasaran estas cosas estaría medio país ardiendo. Me da pena que Jaén no se haya desarrollado en paralelo a otras provincias andaluzas. La Universidad tiene gente muy buena en sectores de biomasa, de química, de supercomputación, incluso, pero no es suficiente. Una universidad no puede tirar de una provincia únicamente. Se necesita otro tipo de impulso. Hay que levantar la voz, somos merecedores de inversiones importantes.Tener un tren digno es necesario para la interconexión interpovinial y el desarrollo industrial. Disponemos de un gran patrimonio cultural, que debería ser claramente explotado y presentado al exterior, así como crear grandes empresas en ámbitos tan importante como el del aceite.

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