La evidente promesa de María Macías

Pues si hay algo de lo que puede presumir María es de poseer un conato de personalidad que se afianzará con el paso de los años.

Aún es joven, como decimos, y le queda mucho camino por recorrer, pero el conocimiento y la intuición están ahí.

Quizá le sobre fuerza y eso incida en algunos movimientos bruscos y puede que se olvide en algunas ocasiones de las manos, sin embargo los mimbres están echados.

Bien arropada por músicos de oficio, María se presentó con bata de cola roja, atendiendo a la malagueñas del Mellizo, que pronto se abandoló, para rematarse con fandangos de Frasquito.

Hay que destacar la guitarra de José Quevedo Ruiz-Berdejo 'Bolita', descendiente de ese otro gran José Quevedo, que acompaña a Marina Heredia desde sus inicios, que regaló seguidamente unas bulerías con arrojo creativo. La segunda aparición de la joven Macías fue ilustrando cantes mineros, convertidos en tangos en su mitad (mejor en la fiesta que en el baile severo). Su compromiso con las claves del baile flamenco y el poso de su aprendizaje son evidentes. No obstante, de manera puntual aparece un histrionismo Maya que le hace flaco favor. Tras unos naturales, donde los cantaores terminaron diciendo sus verdades a boca de escenario, regresó la salareña para finaliza la noche con soleá y bulerías, poniendo toda la carne en el asador, con una buena dosis de improvisación y recogiendo los frutos de su cosecha, en forma de aplausos y el numeroso público puesto en pie.

Un fin de fiestas agradecido despidió a los presentes.