La edición digital de este periódico dio en la mañana de ayer la noticia, dolorosa e impactante, del fallecimiento inesperado del gran director de orquesta granadino Miguel Ángel Gómez Martínez. Una noticia inesperada, triste y que tiene que llenar de pesar a todo granadino aficionado ... a la música por la dimensión artística del director desaparecido, por su brillante curriculum y por su vinculación a su tierra natal a la que siempre quiso y de la que siempre se sintió orgulloso.
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Hace muchos, muchos años, que tuve el honor de conocerle. Fue en el Festival. El entrañable Juan Ortiz me hizo ver en un ensayo orquestal que estaba presente el entonces joven director nacido en Granada que ya había triunfado en varios escenarios europeos, dirigiendo entre otras obras, el 'Fidelio' de Beethoven. En aquellos días tenía Miguel Ángel 22 años y Juan Ortiz me empujó prácticamente a saludarlo y pedirle una entrevista. Me llamó la atención su amabilidad, su cordialidad no impostada, su forma de ser sencilla y abierta. Nos concedió la entrevista solicitada y me dejó admirado por su madurez, por su buen sentido al enjuiciar tantas y tantas cosas. Y también por el curriculum que ya era muy importante, a pesar de su juventud, y que prometía ser espectacular, como así fue con el paso del tiempo.
Fue director de la Ópera Estatal de Viena, la Sinfónica de Hamburgo y la Orquesta de la RTVE. Y ha ocupado el podio de las principales agrupaciones europeas, estando también muy considerado en plazas americanas como en el Teatro Colón de Buenos Aires. Su formación académica es envidiable y su aprovechamiento excepcional. Siempre contó con el consejo y la ayuda de su madre, Pepita Martínez, una buena música y cuya capacidad de análisis fue muy positiva para el director granadino. La última vez que tuve ocasión de verlo dirigir fue este año, cuando ofreció una versión impecable de la ópera de Sorozábal, 'Juan José', en el Teatro de la Zarzuela. Su carácter siempre afable y exquisitamente educado no era óbice para que fuera muy exigente a la hora de dirigir aunque siempre con una sonrisa en los labios. Ha muerto un granadino que, tal vez, no haya recibido todo el cariño que merecía. Un músico de una gran categoría profesional y humana. Descanse en paz este gran maestro.
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