Franco Battiato cosechó éxito y prestigio en España en los ochenta, a raíz del singular icono del pop vanguardista en el que se erigió con 'La voce del padrone', publicado hace cuarenta años. Su presencia en Eurovisión y la inevitable parodia de Martes y Trece ... terminaron de instalarlo en la cultura popular de este país, donde su cancionero se hizo digerible por medio de lanzamientos como 'Ecos de la danza sufí' (1985) o 'Nómadas' (1986). Lo cierto es que siempre se mimaron las traducciones del músico siciliano al español, como demostró el todoterreno Carlos Toro –autor, por ejemplo, del 'Resistiré' del Dúo Dinámico– con 'Centro de gravedad permanente', 'Sentimiento nuevo', 'Cucurrucucú' o 'Como un camello en un canalón'. También Manolo García y Quimi Portet (El Último de la Fila) se hicieron cargo de 'Pobre patria' en 1993.
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Notable fue la labor de Aurora Tagle con 'Bandera blanca', 'Yo quiero verte danzar', 'Perspectiva Nevski' o 'Mal de África'. Después, las traslaciones al castellano fueron puntuales; sucedió en 1997 con 'La emboscada' y en 2001 con 'Hierro forjado'. Allá por 2005, los granadinos Jota (Los Planetas) y Manu Ferrón comenzaron a actuar bajo los pseudónimos balompédicos de Montero Castillo y Aguirre Suárez. Desde el primer amago casero del proyecto tocaban, entre otras piezas de Battiato, 'Personalità empirica', que tradujeron en el epé de debut de Grupo de Expertos Solynieve, en 2006. Por azares del destino, Jota y Manu acabaron siendo los últimos grandes adaptadores de Franco Battiato al español.
En realidad, su conocida militancia 'battiatiana' llegó a oídos de la multinacional Universal. Allí estaba Borja Prieto, exfanzinero y antaño cofundador del grupo Meteosat –Jota incluso colaboró con ellos hace dos décadas–, que sugirió al líder de Los Planetas para la ardua tarea de llevar al castellano un álbum de madurez como 'Apriti sesamo' (2012). Jota aceptó, pero repartiendo el encargo a medias con Manu. «Siempre digo que lo mejor que me ha pasado por hacer música es trabajar para Battiato», confesaba ayer Ferrón tras un ensayo con Grupo de Expertos Solynieve, que tocarán el 2 de junio en el Granada Alive.
Manu no preguntó por los términos ni las condiciones. Ambos de plantaron en Milán con los folios y la carpeta para codearse con su admiradísimo Battiato durante tres jornadas de trabajo. «Lo más bonito fue ver a Battiato al otro lado de la cabina de grabación y que se gire para pedirme el visto bueno. A mí eso me desarma», se sincera Manu. Y no se antoja sencillo la adaptación de un universo lírico plagado de palabras en dialecto siciliano, cultismos, guiños filosóficos o su característico 'name droppi'. Además, 'Ábrete sésamo' (2013) era un disco solemne en el que ya asomaba la idea de la muerte.
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«No solo hablaba de la muerte, sino de la trascendencia, de la juventud y del paso del tiempo en general, y desde muchos puntos de vista. Se enfrentaba al paso de ciclo: dejar la vida humana comprendiéndola y superándola, apuntando que lo que viene es otra cosa. Las canciones me entraron con mucha facilidad», explica Ferrón. «Era emocionante. Quisimos preservar el mensaje en un español fácil y asequible, siendo respetuosos con el fondo de la obra. En cuanto a la forma, nos interesaba que la pronunciación no fuera en un español ortodoxo, sino que fuera natural, que no hubiera impostura en la interpretación. Nos tomamos la licencia de no traducir todo», detalla.
Para Manu Ferrón, verse en Milán y tratar de cerca de un artista con aura de asceta en una atalaya, fue posible «por un cúmulo de maravillosas circunstancias a mi favor». «Se puede decir que cuando llegamos estaba todo el trabajo hecho. Él había avanzado muchísimo con su productor y tenían tomas de voz en español de prácticamente todas las canciones. Me demostró lo profesional y trabajador que era. Confió en el criterio de su compañía para contar con nosotros. Luego, sobre el trabajo que ya teníamos hecho, se mostró curioso e interesado. Es más, estuvimos debatiendo un montón de aspectos sobre semántica o pronunciación. Pero desde la absoluta calidez. Es una persona acogedora, llana. No tuvimos con él ni un solo gesto de 'colegueo', pero todos los gestos fueron cálidos. No se generó una falsa amistad instantánea, pero tampoco tensión alguna. Se comportaba igual con nosotros, unos desconocidos para él, que con sus amigas del barrio o con el presidente de Universal Italia, con quien comimos. Hay una grandeza ética, intelectual, que no necesita oropel, y que se tiene o no se tiene», zanja.
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Manu valora de Battiato la cualidad de «aprovechar la atención masiva en pleno éxito para desarrollar cuestiones elevadas, ayudando a entender el mundo en lugar de frivolizarlo». «Para mí, Battiato es una figura de un nivel intelectual muy potente. Es un creador total, un intelectual más que un cantante. La experiencia de enfrentarnos a los textos de sus canciones fue muy fuerte. Ya en su versión en italiano observamos su enorme dimensión. Pero si hay un adjetivo que lo define es humano. Battiato fue un enorme ser humano». Y es evidente que deja huella en la música de Granada.
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