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Sonríe como un gato y se viste como un gato. Tiene el mentón prominente, la mirada firme y la nariz de un gato. Pero no es un gato. Para alguien que ha crecido leyendo los cómics de Juanjo Guarnido (Granada, 1967), hablar con el dibujante es descubrir que, en cierta manera, es la versión más real de Blacksad, el detective gatuno; su personaje más carismático. Al menos, hasta ahora. Este año lanzará 'El Buscón en las Indias', tiene un proyecto en Broadway, ha ganado el premio 'Granada Noir' y su trabajo sigue coqueteando con el cine y la televisión. Guarnido, que reside habitualmente en París, participará hoy en la presentación del catálogo de 'Rueda de reconocimiento. Huellas del Noir en el Cómic Granada', en La Madraza (19.30 horas). Y su huella, precisamente, deja un rastro de éxitos que empezó hace muchos años.
–¿Sigues queriendo ser Walt Disney de mayor?
–Ya no. Para qué. Ya he trabajado para él, esa etapa está superada.
–Disney vive su gran momento.
–Yo creía que Walt Disney era un dibujante, pero en realidad lo que pasará a la historia es su criterio. El criterio de un tipo que tuvo una muy buena idea de lo que el público quería ver.
–¿Influye el hecho de ser padre de tres niños?
–De niños ya tienen poco. Tienen 22, 21 y 17 años. Ya están criados.
–Ya tienen edad para leer Blacksad, entonces.
–Pero no son tan aficionados al cómic como yo quisiera. Mi hija estudia animación en Francia y el mayor creación de videojuegos.
–El videojuego de 'Blacksad' está cerca ya, ¿no?
–Están terminando. Lo lleva el estudio Anuman, en colaboración con un estudio de Madrid, Péndulo, que están haciendo un trabajo estupendo. Lo sigo de lejos, porque no tengo tiempo de estar con la nariz metida.
–¿Juegas a videojuegos?
–No soy jugador y nunca lo he sido. Prefiero pasar cinco horas en un taller de retrato al óleo que jugando a Super Mario.
–¿Pintas?
–He empezado hace poco con Alex Alice ('Tercer testamento', 'El castillo de las estrellas'), dibujante amigo y pintor descomunal. He aprendido muchísimo de él. Tiene una técnica para pintar al óleo que es de fábula.
–Entonces, no eres de los que termina de trabajar y odia dibujar.
–En absoluto. Lo que yo quiero hacer en esta vida es dibujar. Hay otras cosas que tampoco están mal, pero disfruto mucho dibujando. Cuando pasa el tiempo sin dibujar no estoy bien, se ha convertido en una necesidad.
–¿Te gusta el cine y las series? ¿Sigues algo?
-Me encanta. Tengo tan poco tiempo de ir al cine que cuando voy me meto en dos sesiones y hasta en tres. Y todos los días, cuando llega la hora de cenar, me pongo una serie. Me gustan muchísimo. Ahora estoy viendo 'La maravillosa Sra. Maisel' y 'Counterpart'. Y la última peli que he visto, 'Spider-man'. Que es estupenda, pero visualmente está hecha más para millenials que para viejunos como yo.
–Lo habitual es preguntarte por la película de Blacksad pero ahora casi imperan las series de televisión. ¿Y si hicieran una serie?
–Se ha planteado hacer la serie de televisión de Blacksad. El contrato lo tiene Studio Canal y la idea oscila entre hacer un largometraje o una serie de 'lujo'. El formato de la serie es muy interesante. A mí lo que me da miedo tanto en película como en serie es que el material que hay escrito no sea base suficiente para un producto audiovisual. Que el nuevo proyecto necesite muchas ideas originales y que contamine un poco lo que existe de Blacksad, que son los cómics en realidad. Tengo clarísimo que de hacerse una película el director se tiene que apropiar al personaje. Tenía ilusión con que la hubiera hecho Louis Leterrier ('Furia de Titanes', 'Hulk', 'Ahora me ves'), nos vimos varias veces y estábamos en la misma onda. Desde que un productor solvente compró los derechos de Blacksad para hacer la película, me di cuenta de que había que soltarlo, dejar el personaje en manos de otro creador que lo va a hacer a su manera. Lo tiene que hacer suyo. Le pasó a Mignola con 'Hellboy', que, pese a que tuvo críticas duras, a mí me encantó lo que hizo Guillermo del Toro. Y Del Toro le tuvo que decir a Mignola que era su Hellboy. Un director no puede hacer una cosa calcada de lo que has hecho tú. Eso es 'Sin City' o '300', que el storyboard de la película es el cómic de Frank Miller. No me gustaría que Blacksad fuera eso.
–En 2020 se cumplen 20 años del primer número de Blacksad, por cierto.
–Jolín, es verdad. De hecho, del origen de Blacksad son casi 30 años desde las primeras historias cortas de Canales (el guionista).
–Nos sentimos oficialmente viejos.
–Me siento viejo desde hace bastante viejo. Me da la sensación de ir cuesta abajo... (ríe) pero no en todos los aspectos.
–Como el premio Granada Noir, un orgullo, ¿no?
–El Festival tiene un equipo de gente muy apasionada que lo hace muy bien. La última vez que estuve conocí brevemente a Agustín Díaz Yanes y tuve el placer de agradecerle la enorme referencia e inspiración que supuso para el nuevo libro en el que estoy trabajando, 'El Buscón en Las Indias'.
–¿Qué nos cuentas de 'El Buscón'?
–Está casi terminado. Me queda el color de las últimas 8 páginas, de 145. Han sido tres años y medio de curro.
–¿Contento con el resultado?
–Sí.
–¿Sí?
–Es lo más bonito que he hecho.
«Está realizado en acuarela, como Blacksad, pero el soporte es diferente. Los originales están dibujados a lápiz sobre un papel de poliéster, hojas de plástico traslucidas. La superficie es tan lisa que desliza el portaminas con una ligereza y con una soltura que no es la misma que con el papel. He llegado a unos niveles de detalle que sólo he alcanzado con aguas fuertes. Al final tienes un original muy frágil porque está sobre plástico, si le pasas un dedo fuerte borras el dibujo. De ese original a lápiz me han hecho impresiones sobre el mismo papel de acuarela que yo utilizo siempre, con tinta sepia, para que dé un aspecto parecido al de Blacksad. Además, esto te da la posibilidad de realzar los contornos de los personajes y objetos en primer plano con negro, lo que consigue que traiga los primeros términos hacia el espectador, creando crea un efecto de profundidad que algunas veces es sorprendente».
–¿Lo vamos a pasar bien con El Buscón?
–¡Es El Buscón! Es una cosa sin pretensión, no venimos a enmendarle la plana a Quevedo. Procuro matizar que es una segunda parte imaginada, pero tiene los códigos de la novela de picaresca y está fabulosamente escrita por Alain Ayroles, que es un prodigio. De la versión española del texto me he encargado yo. Estará disponible en agosto en Francia y, en otoño, en España.
–Y después de esas 8 páginas, ¿qué toca?
–Terminar la maqueta del libro, que es complicada. Y luego me pondré con un encargo que tengo para ilustrar el álbum de un musical de Broadway.
–¿Cuál?
–Se llama 'Get Jack', sobre Jack El Destripador, escrito por Damien Gray, un tipo que ha sido nominado a varios premios gordos en el teatro americano, y con música de Kip Winger, uno de mis músicos favoritos. Winger llevaba varios años con la idea de hacer un musical y encontró al escritor ideal. Asistí a la primera lectura que se hizo de la obra para la industria, para la gente de Broadway, con vista de producirlo.
–Y supongo que en sus planes sigue Blacksad.
–Claro. Ya tengo el guion de un díptico con dos volúmenes. El primero saldrá en 2020.
–¿Sigue con los colores para las cubiertas?
–El cuento del color ya se acabó. Eso ha sido el primer ciclo que se reunió en la edición integral, blanco negro y los tres primarios. Si se nos ocurre otro leitmotiv para este segundo ciclo, se meterá.
–Y que dure mucho Blacksad.
-Espero que dé para más álbumes. Lamentablemente me he dispersado en otros proyectos que me han tomado más tiempo del que pensaba y he descuidado un poco la continuidad de Blacksad. Eso ha sido un fallo.
–Belén Ortega me dijo que se aprovechaba poco en Granada a la gente del cómic...
-Más que en Granada, es un mal nacional. Lo propio de un país en el que el mercado del cómic es limitado, más pequeño, no hay tanta tradición como en el mercado franco-belga. Los editores hacen lo que pueden.
–¿También se va fuera el talento del cómic?
–Hay mucha producción que se hace en España. Pero es lógico orientarse al mercado extranjero por matemáticas: teniendo un contrato con el editor que más va a vender es la manera de que te dé para comer. El caso que se hace al cómic. Hay que alegrarse de que surjan iniciativas como la exposición en La Madraza, o como que el Granada Noir premie a autores de cómic.
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