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Juan Jesús García
Domingo, 30 de marzo 2025, 12:27
Todos los cronistas e historiadores del fenómeno social de los festivales de música en nuestro país coinciden en que el Espárrago-rock fue el origen del modelo ya asumido como estándar. «La zona cero», como acuñó el periodista gallego David Saavedra en su monografía festivalera. Y ese es el espíritu que por un día se ha recuperado en Huétor Tájar, en una iniciativa benéfica y de recuerdo también a su vecino fundador Francis Cuberos.
Los que no habían vuelto a la localidad desde los tiempos del festival se encontraron ya de entrada con una locura de glorietas, no siempre bien indicadas oficialmente, pero que la organización había reseñalado con mimo y detalle para evitar pérdidas. Graias. En la cercanía centenares de coches modernos, y no pocas autocaravanas, sugerían que la parroquia esparraguera había crecido en edad y posibles, aunque también se hubiera habilitado trasporte colectivos desde Granada. El ambiente, ya desde el parking, era de la hermandad colaborativa habitual en este tipo de eventos, más aún en éste, que proponía revivir el tiempo ya lejanamente gastado. Por no faltar en la reposición, no lo hizo ni la Guardia Civil, con su 'tradicional' control de acceso de vehículos.
Aunque El Espárrago comenzaba a primera hora de la tarde, sería hasta la puesta del sol cuando terminaron de entrar los últimos de una fila infinita. Dentro de la nave multiusos, los portones permanecieron abiertos porque dentro no se cabía cuando la música ya llevaba rato sonando; lo haría (desde las tres de la tarde) hasta pasada la medianoche. Banda sonora de todos los estilos musicales para todos los estilos de audiencia, que si algo caracterizó a esta marca fue la miscelánea de propuestas y escuchantes; buena parte de ellos de 'cierta' edad, en muchos casos compartiendo con sus vástagos de dos generaciones lo que fue un pedazo de su juventud.
El programa conmemorativo había comenzado antes, con la inauguración de un placa que recordaba su nacimiento en 1989 (siendo precisos hubo una edición previa, la '0', con 091, Lagartija Nick y La Guardia, enviados por la Diputación en el programa GRX). El momento más emotivo fue la presencia en el escenario del equipo que ha puesto en marcha este recordatorio, con palabras de Antonio Rodríguez ('socio fundador') y Beatriz Areal, la viuda de Francis Cuberos, recordando la implicación de su fallecida pareja con la música y con su pueblo. Desde la pantalla led posterior (¡los tiempos cambian!) también numerosos personajes implicados en su devenir dirigían loables y cariñosas palabras a la memoria de Cuberos y a la leyenda viva por un día del festival. Al igual que en la inauguración de la muy recomendable exposición del Hospital Real, la tarde fue un continuo encuentro de gente, que en muchos casos llevaban años sin verse, y que habían regresado para la ocasión, «mejor aquí que saludarnos en el tanatorio», comentaba alguien con patente humor negro. Abrazos y besos fueron los protagonistas de una tarde muy amistosa.
En estas circunstancias la música casi era lo de menos. Pero necesaria. La apertura estuvo a cargo de la periodista y escritora de Huétor Sagrario Luna (lesionada tras una caída, pero aún así 'pinchó'), seguida de la swingueante 'orquesta kamástronica' de Selva Sur desde Sevilla. Pero la tarde cogió intensidad (¡y cómo!) con ese bulldozer de ritmos del mundo que es Eskorzo, un ventilador de energía con obligación imperativa al desparrame; sin duda este tipo de grupos tan bullangueros, como más tarde La Tarambana, son los ideales para un lúdico cartel festivalero. Entre ellos sonó el 'altrock' de Los Berriches, ese ensemble de lo mejor de cada casa ejerciendo de apóstoles de la historia del rock and roll de importación más brioso, desde los Soft Boys a Dictators; unos 'Nuggets' de andar por casa.
Solo se cayeron del cartel, por enfermedad, los TNT, otra marca que nació en Huétor para España y la humanidad. Así que directamente un versión muy granadina de Amparanoia abrió la sesión de noche, con el desparpajo y compromiso de la 'reina del buen rollito'. Después vendría la descarga de los Reincidentes, la resurrección de los oriundos Tatamka y Henryl.
Desde hoy, el Espárrago Rock es historia nuevamente, la del «cuando fuimos los mejores», como canta Loquillo. Ya leyenda.
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Juanjo Cerero | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
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