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Salvador Perpiñá
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Salvador Perpiñá
«Con los años he descubierto que lo real es más interesante que lo fantástico»Sentado en una terraza de Bibrambla, Salvador Perpiñá (Granada, 1963) pide un cortado para continuar la conversación. Luego, con un rápido movimiento de la mano, gira el libro sobre la mesa hasta que deja la portada del revés. «Soy tan zurdo que me es imposible escribir de otra manera –dice entre risas–. Así que mis dedicatorias siempre están bocabajo». Los que le conocen saben que de él siempre hay que esperar lo inesperado y eso es, precisamente, su último trabajo: 'Koniec' (Editorial Milenio, 2023), catorce relatos situados en una perspectiva innovadora y fresca, tan divertida como escalofriante.
Perpiñá es guionista de series como 'Arrayán', 'Los Serrano', 'Isabel' o la esperada 'Reina Roja', basada en la novela súper ventas de Juan Gómez-Jurado. 'Koniec', su tercer libro de relatos después de 'Prácticas de tiro' y 'Contradiós', lo presenta este martes 13 a las 19.30 horas en la Biblioteca de Andalucía.
–¿Qué significa 'Koniec'?
–Significa 'fin' en polaco. Verás, los de cierta generación recordamos cómo echaban en la tele, nunca sabré por qué, muchos dibujos animados del este de Europa. Los capítulos polacos siempre acababan con esa palabra en vez de 'The End'. De hecho, el primer corto de Álex de la Iglesia terminaba con un 'koniec'. Me pareció un buen título para un libro de relatos en el que todas las historias tienen un denominador común, que curiosamente descubrí a posteriori. De un modo u otro, los relatos tienen que ver con la muerte, con los muertos o con la presencia de los muertos en las vidas de los vivos. 'Koniec' sonaba bien y así se quedó (ríe).
–La última vez que hablamos ya estaba escribiendo este libro.
–Soy un escritor lento y seguro. Uno se pone a escribir hasta que se da cuenta de que ha alcanzado una masa crítica y ¡ya tengo un libro! Luego ya es cuestión de añadir y quitar... Sí, desde la última vez lo he pulido bastante. Aunque he cambiado de editorial, ahora estoy con Milenio.
–Para el lector que no le conozca, aquí hay risas, hay drama...
–Hay de todo. Tengo un blog que se llama 'Desesperación y risa' y en mis cuentos hay fatalmente algo de eso. Hay un registro humorístico, melancólico, desesperación... No intento hacer cuentos que dependan de un giro final, hago cuentos sobre personajes. Son, en cierto modo, mininovelas. Y me gusta que los personajes sean como todos nosotros: profundamente fallidos, que a veces den ganas de abofetearlos y otras de abrazarlos (ríe). Quiero que el lector le coja cariño a los personajes y siga con interés lo que les pase, que puede ser algo complicado o espectacular, pero la mayoría de las veces son cosas de la vida misma.
–¿Menos fantasía?
–Antes, por pura afición, me gustaba mucho lo excepcional. Con los años he descubierto que lo real no es menos interesante que lo fantástico. De hecho, lo es mucho más. Eso es algo que ya decía Joseph Conrad, que se había navegado los siete mares...
–¿Qué tipos de personajes hay?
–Hay desde un personaje que es real y me fascina desde siempre: un cirujano ocular inglés del siglo XIX que dejó ciegos a Bach y Händel. Le he inventado una pequeña historia de redención. Una actriz de 40 años venida a menos que intenta desesperadamente quedarse con la herencia de su tía pero, entre medias, tiene una Epifanía sobre el verdadero sentido de la vida gracias a un plato de albóndigas... Probablemente, el único cuento de la historia protagonizado por un plato de albóndigas (ríe). Un amor adolescente que marca al protagonista de por vida, incluso más allá de la muerte de ella, y que demuestra cómo a veces una mentira puede curar un alma desecha. Una delicada historia de un niño que visita al médico. Un breve cuento sobre un columnista estrella que se enfrenta al último amanecer de su vida... Y así hasta catorce.
–Hay un relato sobre la covid.
–Sí, me lo pidieron hace dos años para un libro colectivo. Me gustó cómo quedó y, caramba, aquí no se tira nada.
–¿Hay algún guiño granadino?
–Granada está presente, indudablemente. Muchas de las cosas que cuento están basadas en mi propia vida. Hay un relato, por ejemplo, que sucede en una playa que es, claramente, la playa de mi adolescencia, Almuñécar.
–Más allá de 'Koniec', ¿qué se trae entre manos?
–A la espera del estreno de 'Reina roja' en Prime (es el guionista de la serie basada en la novela súper ventas de Juan Gómez–Jurado), estoy preparando posibles secuelas futuras... y ando liado con la adaptación de otra novela, pero de eso todavía no puedo hablar.
–¿Es muy distinto escribir un guion de un libro?
–Se trata de contar bien una historia, básicamente.
–¿Le da miedo la llegada de la inteligencia artificial?
–Sí. No tengo miedo a la singularidad, al hecho de que la IA pueda adquirir conciencia, pero sí a la inmensa cantidad de puestos de trabajo que van a desaparecer. Porque, si alguien puede ahorrarse un dinerillo poniendo una IA, no dudemos de que lo va a hacer. En lo que respecta a mi campo, también me da miedo. Los optimistas dicen que en el campo creativo, quien tenga algo nuevo, diferente y personal que decir, no debe tener miedo a la IA. Los que hagan historias cortadas por el mismo patrón, esos sí pueden ser sustituidos... Pero a mí me inspira cierto horror. Entiendo que es muy útil para muchas cosas, pero crear... Uf.
–¿Dejaremos que nuestro ocio lo escriba un algoritmo?
–Es que para eso están las historias, de humanos para humanos. Es aterrador pensar que la gente pueda querer que una IA le cuente historias, es como pedirle a Alexa que le lea un cuento al niño antes de acostarse.
–Bueno, ya podría leer 'Koniec'.
–(ríe) Espero que funcione el boca a boca. Los libros de relatos son siempre un riesgo para las editoriales, ahora el objeto de deseo son las novelas.
–Teniendo en cuenta que usted adapta 'bestsellers', lo mismo maneja ciertas claves...
–Soy como el doctor Frankenstein: cojo la novela, la abro, la desmonto y luego junto las piececillas para volverla a montar... Sí, debería escribir una novela ya (ríe). Pero si hago la hago, será de lo que me guste a mí.
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