«Somos Roma para lo bueno y lo malo, y lo peor es la corrupción». Lo dice con convicción y la sabiduría de sus 76 años Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948). Arqueólogo, filólogo, profesor, narrador y prolífico ensayista, lleva una decena de títulos contando ... las historias del mundo desde una singular perspectiva. Le toca ahora al Imperio romano con 'Historia de Roma contada para escépticos' (Planeta), donde la erudición se alterna con la diversión. «Mi máxima es entretener», afirma Eslava Galán, que se debía el libro a sí mismo y lamenta «que el cine haya pervertido nuestra visión de Roma».
Publicidad
«En Roma está todo. Edward Gibbon ya escribió que 'podemos ver el orto y el ocaso de una civilización, desde la semilla a la leña ya troceada, lista para el fuego', y lo suscribo», dice Eslava, que ha recorrido todos los confines del Imperio del Éufrates a La Dacia, pasando por Britania y las Galias.
«Roma es un espejo de lo que somos, y no hemos cambiado tanto», afirma el autor, para quien lo mejor de la rica herencia romana «son el idioma y la ley» y lo peor «la corrupción- «Era muy corrupta y nunca dejó de serlo, como nosotros. La corrupción abundó en Roma como abunda hoy en todas partes. 'Nihil novum sub sole': nada nuevo bajo el sol», dice recurriendo al latín. «Hablamos latín evolucionado o degenerado, y los occidentales nos regimos por una ley que surge del derecho romano. El sentido de las leyes nos impregna y es hoy es la esencia de la democracia», se felicita.
Lamenta que Hollywood y sus fantasías hayan «deformado» la imagen que tenemos de Roma y pervirtiendo la realidad. «Rompo una lanza en favor de Nerón, que fue un gobernante templado antes de dar muestras de enajenación mental, pero nunca pegó fuego a Roma, de la que estaba lejos. Solo hemos heredado lo que dicen sus detractores, pero no es el estúpido y obeso Peter Ustinov que vimos en el cine», señala. «Pasa lo mismo con Calígula, que sí fue un maníaco homicida, pero nunca nombró cónsul a su caballo, que no hubiera sido muy descabellado. En algunos lugares de Occidente el gobierno iría mejor si hubiera un caballo al frente. Los caballos normalmente son sensatos», ironiza Eslava Galán.
Publicidad
Explica que los romanos le daban «mucha importancia» al sexo, «que no era pecado, como ocurre en nuestra cultura» y toleraban la homosexualidad. «En los prostíbulos de Pompeya hay grafitis con un auténtico kamasutra. Había esclavas y esclavos sexuales y los, olisbos, los consoladores de cuero, madera, vidrio, y hasta de piedras preciosas o de pan, eran de uso cotidiano».
De la gran panoplia de personajes imperiales que transitan por sus páginas a lo largo de un milenio, de la leyenda Rómulo y Remo amamantados por una loba al asalto de los bárbaros y la disolución del imperio, se queda Eslava Galán con Heliogábalo. El joven emperador nacido en Siria «impuso el culto al sol se casó con cuatro mujeres y tres hombres» y todo a pesar de reinar cuatro años y ser asesinado con dieciocho en una conjura tramada por su abuela, Julia Mesa.
Publicidad
Aunque la mujer estaba en un segundo plano en Roma y en su historia, «las hubo empoderadas, como Livia». «Algunas quitaron y pusieron emperadores y dirigían el imperio en la sombra, como Teodora», rememora el autor.
«Hollywood también ha perpetuado una visión muy machista y deformadora. Todos hemos aspirado a ser un gladiador o un centurión arrogante como los de las películas. Nunca vemos al comerciante panzudo, calvo, que sostenía una economía muy organizada» afirma Eslava. «Roma sustentaba sus cimientos en la explotación de los esclavos -hubo quien tuvo más de 20.000- ,en la expansión imperialista, en los metales preciosos, las materias primas y las nuevas tierras que rapiñaba a distintos pueblos». Pero esa estructura económica no invalida el hecho de que «en términos generales el balance civilizatorio de Roma resulta abrumadoramente positivo.
Publicidad
Pero a todo imperio, como a cada cerdo, le llega a su San Martín «A los imperios le pasa como a las personas: nacen, se desarrollan, maduran y mueren», resume el escritor. Señala, no obstante, que el imperialismo romano, como el español, «fue menos implacable y más 'cordial' que otros». «Todos saqueaban, esquilmaban y esclavizaban, sí, pero españoles y romanos dejaban las mismas leyes e instituciones que les regían a ellos, sus universidades y fábricas, mientras que lusos, belgas y británicos solo saqueaban». «Ahora vivimos otra decadencia. Sabemos que la civilización cristiana occidental, tras llegó a su culmen en el siglo XIX y que se ha suicidado a través de dos guerras mundiales. Ahora somos un espectro de lo que fuimos. En eso también nos parecemos a Roma», asegura el escritor.
«Mi horizonte es no aburrir y ser riguroso, y seguiré narrando para escépticos hasta que me muera», reitera Eslava Galán, que cada día se pone manos a la página a las cinco de la mañana. En la larga trayectoria, las armas del narrador alimentan a las del ensayista, y viceversa. Empezó con su 'Historia de España para escépticos', y este es el décimo título de una saga en la que nos ha contado la historia del mundo, de la primera y la segunda guerra mundial, la conquista de América, la Reconquista o la Revolución francesa.
Publicidad
Como novelista se catapultó con 'En busca del unicornio', que le dio el Premio Planeta en 1987. Publicó después 'El comido Hidalgo' ,pte Ateneo de Sevilla (1991), 'Señorita', Premio Fernando Lara en 1998,'La mula', (2003) , 'El Rey lobo' (2009) y 'Últimas pasiones del caballero Almaciera' (2011)
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.