Elizabeth Strout
Elizabeth Strout
Galardonada con el Premio Pulitzer de Ficción, Elizabeth Strout (Portland, 1956) está considerada como una de las mejores retratistas de la clase media americana, aunque ella misma duda de que exista como tal. Gran parte de su fama procede de razones extraliterarias: uno de sus mejores libros, 'Olive Kitteridge', es la base en la que se fundamenta la serie de televisión homónima que HBO llevó a la pantalla. Más allá del inciso, Strout es una maestra en el arte de inventar diálogos, al tiempo que sabe escrutar el alma humana con su prosa austera y fragmentaria. Strout acaba de entregar a la imprenta 'Cuéntamelo todo' (Alfaguara), una novela coral de personajes desorientados que se afanan por buscar un sentido a la vida.
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-¿Comparte la opinión de Lucy Barton, uno de los personajes de 'Cuéntamelo todo', cuando dice que EE UU parece que se encamina a una guerra civil?
-Escribí este libro antes de la elección de Trump como presidente. Estoy destrozada al escuchar las noticias y ver lo que sucede cada día. Todo lo que dice Trump es aterrador. En cuanto a la pregunta en sí, no lo sé, no creo que vayamos a una guerra, pero sí es verdad que EE UU está fracturado. Además, han aumentado mucho los niveles de ansiedad.
-¿La sociedad estadounidense ha apostado por Trump debido a la decadencia de su país?
-Las ruedas del país, por así decirlo, se están cayendo, pero yo no usaría la palabra «decadencia». Mi país está sumamente dividido: la mitad de la población cree que el país no va a ir bien con este gobierno y la otra mitad piensa que sin este gobierno se va a quedar sin país.
-Usted, que escribe de gente corriente, ¿cree que toda persona lleva una novela dentro?
-Siempre he creído que cualquier persona que va caminando por la calle tiene un mundo interior que los demás nunca conocerán, incluso los más cercanos a nosotros. Escribir un libro es la manera de entrar en la cabeza del otro y experimentar que esa persona siente lo mismo que yo.
-Es sorprendente la cantidad de historias que encierran sus novelas. ¿De dónde las saca?, ¿tiene una especie de confidente?
-No, ja, ja. Me interesa mucho la gente y estoy inventándome continuamente historias. Mi madre era muy buena narradora oral, pero desafortunadamente se marchó hace ya mucho tiempo. Esta mañana he llamado a mi marido y le he dicho: «¿Te puedo contar algo de lo que me acabo de acordar?» Y era una historia de la segunda mujer del tío de mi exmarido que, de repente, me vino a la cabeza. Así es como funciona mi mente.
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-¿Por qué ha elegido como título de la novela 'Cuéntamelo todo'?
-Porque es una invitación a compartir esas experiencias para atenuar la soledad, que no podemos orillar. La soledad es consustancial a la naturaleza humana: estamos solos sin ser conscientes de ello.
-Me da la impresión de que le gusta mucho la gente, ¿encuentra inspiración para sus libros en las personas?
-Escribo de personas normales porque soy normal. Me fascinan las personas, aunque de pequeña crecí lejos de ellas. Mis padres eligieron vivir en medio del bosque, de modo que me fue difícil encontrarme con vecinos. Sin embargo, hasta ahora no he encontrado nada más fascinante que la gente.
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-¿Más incluso que los libros?
-Es casi lo mismo. Un buen libro es como conocer a una persona.
-Utiliza un estilo muy austero y fragmentario. ¿Cree en el dicho de que menos es más?
-Sí, lo creo, aunque me tomó un tiempo aprender a ser concisa. Antes escribía, escribía y escribía. Pero, en este momento, después de haberme entrenado durante tantos años, siento que puedo llegar a ser más directa sin tener que editar tanto. Siempre he sido muy perfeccionista con mi trabajo, nunca pierdo de vista al lector. Los mejores fragmentos ahora me salen de una forma más rápida y natural, lo que no quita que la tarea de ensamblar una novela sea un proceso arduo.
-¿La literatura sirve para cambiar las cosas?
-Para que la literatura sea un motor de cambio, es necesario primero que la gente lea. Ese es el primer problema. Pero si una persona experimenta una transformación interior a causa de la literatura, ese cambio puede operar en otras personas y generar un efecto dominó.
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-¿Ha sido su madre la que le ha infundido esa capacidad de observación, incluso de los más sutiles pliegues de la sensibilidad?
-Sí, por supuesto. Si no hubiera existido mi madre, no sé si habría sido escritora, pero seguro que habría sido una escritora diferente. Mi madre me regalaba cuadernos y me animaba a que contara por escrito lo que había hecho ese día. Ella fue clave para enseñarme a cultivar la intuición.
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