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A Manuel García (Huéscar, 1966) y a Ángel Ganivet les une un hilo de 120 años. Un hilo tejido por la casualidad. Un capricho del ... destino que puso a este profesor de instituto de Sevilla tras la pista de la obra menos conocida del ilustre granadino. García, poeta consagrado, se estrena en la novela con 'Mañana, cuando yo muera', un relato a dos voces que reconstruye los últimos años de Ganivet en Helsinki y Riga, donde terminaría muriendo en extrañas circunstancias. Una magnífica oportunidad para profundizar en la vida y obra de Ganivet y, de paso, reivindicar su figura. Es mucho más que una calle.
–En la novela, Ganivet dice que todo granadino tiende a comparar cualquier sitio con Granada. ¿Le pasa a usted?
–No, yo no suelo comparar con Granada. Pero he estado en Helsinki para documentarme de la novela y tiene un parecido real con Granada. Es una ciudad pequeña, moderna y con un clima similar. Tal vez son los prejuicios de haber leído las 'Cartas Finladesas', donde Ganivet insistía en esto.
–La novela tiene dos voces:la del escritor que cuenta que va a escribir la novela y la propia novela. ¿Es usted el narrador o es una invención?
–Es un trampantojo. Hay cosas que son mías, los que me conocen las reconocerán. Y hay otras que son ficción. Soy un poeta y si no escribo de lo que conozco no sé escribir. He querido jugar con esa ambigüedad.
–Y a Ganivet lo has llegado a conocer bien.
–Lo conocí de rebote porque me llamaron para dar una conferencia aquí, en la Casa Molino, hace 6 años. Tenía que hablar de su poesía y, la verdad, la poesía de Ganivet en español es bastante floja, para qué vamos a engañarnos. Busqué artículos y recopilé más de treinta piezas de la poesía francesa de Ganivet, la traduje y me di cuenta de que era magnífica. A partir de ahí me metí en la época finlandesa y descubrí toda la historia que se cuenta en la novela.
–Ganivet es un personaje relevante de nuestra historia pero, ¿se conoce en Granada?
–No. Para Granada, Ganivet es la calle de los gintonics. En Sevilla pasa igual con con Luis Montoto, nadie lo ha leído. Ganivet está muerto en la tradición literaria española por culpa de la mala imagen que se dio de él en el franquismo. Se le intentó sacar un jugo político que Ganivet no tiene. Sus ideas políticas son mínimas. Cuando uno lee las 'Cartas Finlandesas' y lee 'Los trabajos del infatigable creador Pío Cid', se da cuenta de que hay un Ganivet modernista, súper original, cosmopolita... Un hombre que domina 8 lenguas, un hombre de mundo que busca referencias fuera de España. Ese Ganivet no lo conoce nadie.
1.- ¿A qué se dedicaba? a): Ingeniero b): Político c): Embajador de España y escritor
2.- ¿Dónde está su casa natal? a): Cuesta de Gomérez b): Calle Ganivet c): Cuesta de los Molinos
3.- ¿Cómo murió y a qué edad? a): A los 33, de sífilis b): A los 33, se suicidó c): A los 33, se suició dos veces
4.- ¿Quién encontró la tumba de Ganivet en Riga? a): Sus hermanos b): Su mujer c): Un periodista
Soluciones : 1: Fue embajador y escritor. 2: Cuesta de los Molinos. 3:Se suició dos veces. Se tiró al río Dvina, en Riga. Lo rescataron. Y luego se volvió a lanzar. 4: Un periodista, en 1921, 23 años después de su fallecimiento.
Si te apetece aprender más de la figura de Ángel Ganivet, consulta este reportaje de La Hemerotca
–¿Hay otros personajes como Ganivet en su época?
–De la época, pocos parecidos. El que tenía un poderío intelectual similar era Unamuno. Y había muchos escritores que viajaban, como Ruben Darío, Gómez Carrillo o el propio Machado. Pero de París para arriba no sube nadie. Ganivet tiene piso en París, vive en Amberes, viaja a San Petersburgo, vive en Helsinki y vive en Riga.
–A Ganivet se le define en la novela como un mujeriego, ¿fue así?
–Sí, sólo hay que leer su epistolario, su novela biográfica o su poesía francesa. Siempre andaba pensando en mujeres. A sus amigos les cuenta muchas aventuras que tiene con ellas. Esas cartas, éticamente, no se tenían que haber publicado porque son cartas muy íntimas, muy personales.
–El otro amor de Ganivet, la Literatura.
–Escribía a todas horas porque sabía que iba a morir, que estaba enfermo. A medida que siente que termina su vida, escribe más, porque se da cuenta que amigos suyos como Unamuno o Navarro Ledesma van a hacer una carrera literaria. Pero él no, él va a morir y va a dejar su carrera incompleta. Ganivet es un escritor truncado, frustrado, que con 33 años se suicida y no consigue dejar una obra consolidada.
–¿Cómpartes esa necesidad de escribir?
–Siempre llevo en la cartera un poema a medio hacer, siempre con la pluma lista para escribir en todos sitios.
–Ganivet, en su novela, explica su estrategia como embajador de España:«Les diré a todo que sí y luego haré lo que me dé la gana, como hago siempre». ¿Podría valer como definición de 'malafollá'?
–Puede ser una buena definición, decir que sí y hacer lo que te da la gana. Absolutamente (ríe).
–¿Se hace suficiente por divulgar la figura de Ganivet?
–La Diputación de Granada ha hecho una buena labor editando su obra completa. Una edición magnífica. Lo que habría que plantearse es si en este país esas labores públicas están entrocandas luego con la gente de la calle. Las labores culturales que se hacen con dinero público no llegan a la gente de la calle.
–Volviendo al principio, ¿qué pensaría Ganivet de su calle?
–Le hubiera encantado tener una calle en el centro de Granada. Y el hecho de que se haya convertido en la calle de las copas, él era bastante abstemio, no sé lo que le hubiera parecido. Le hubiera hecho gracia, creo. En sus cartas hay un sentido del humor bastante notable.
–En el libro cuenta que se entrevistó con el nieto de Mascha Diakovsky, el amor platónico de Ganivet. ¿Realidad o ficción?
–Un día sonó mi móvil. Era un tipo de Helsinki, Claes Von Heirut, nieto de Mascha Diakovski. Nos entendímos en francés. Me preguntó por un libro que había encontrado en Barcelona y que yo había editado, 'Cancionero de Mascha Diakovski'. Nos citamos en Almería, él es ingeniero jubilado. Quería saber cosas de su abuela. Llega un momento en que se emociona, con los ojos llorosos, al descubrir cosas que desconocía. Al final, me hace dos preguntas que están en la novela: ¿Crees que mi abuela y Ganivete tuvieron un romance de verdad? ¿Crees que la muerte de Ganivet es producto de la relación que tuvo con mi abuela? Meses más tarde, me fui a una cueva de Galera y me puse a escribir la novela.
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