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Francisco de Quevedo suelta un momento la pluma para dejar de escribir. Nadie sabe dónde está ni qué año es. Le falta una frase para cerrar la novela que, más tarde, dirá que no es suya: 'La vida del Buscón'. Quevedo estira piernas y brazos mientras piensa en Pablicos, su protagonista, al que acaba de mandar a Las Indias, a ver si tiene más suerte que como verdugo, pícaro, tahúr, galán de monjas, cómico o estafador. Rodeado únicamente de sus propias carcajadas, el escritor tiene que tomar una decisión importante: el final. «¿El final?», se pregunta. Quevedo se atusa el bigote, se aparta los pelos de la frente y moja la pluma en tinta: «Y fueme peor, como usted verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y de costumbres». Quevedo ríe, complacido, mientras vuelve a soltar la pluma.
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Cuatrocientos años después, Juanjo Guarnido (Granada, 1967) mueve rápidamente los dedos de la mano para que no se le caigan: los tiene congelados. En Central Park (Nueva York) corre una brisa heladora, como si estuviera en mitad de Pradollano un 28 de febrero. En cuanto recupera la sensibilidad, coge el lápiz y sigue por donde lo había dejado. Guarnido ha pasado los últimos tres años y medio dibujando la segunda parte prometida de la novela picaresca de Quevedo. Un cómic ciclópeo de 160 páginas con un título prometedor: 'El Buscón en las Indias. Una segunda parte de la Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños; inspirada por la primera, tal y como en sus tiempos la narrara don Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, caballero de la Orden de Santiago y señor de Torre de Juan Abad'. Aunque todo el mundo conoce el cómic como 'El Buscón en las Indias', sin más apellidos.
–¿Sigues pensando que es lo más bonito que has hecho?
–La verdad es que sí. He pasado tres años muy, muy apasionado. Con el cuarto tomo de Blacksad, son los dos tebeos que me quedo.
En las librerías francesas llevan tres meses vendiendo 'El Buscón en las Indias'. Lo venden en la sección de cómic. Y también en la de novela. «Y en la sección de Historia. De hecho, creo que lo venden en todas las secciones. Resulta que es un tebeo que también compra el que nunca lee tebeos», cuenta Guarnido, muy orgulloso de la acogida. No es para menos, va a una media de 9.000 ejemplares vendidos a la semana en el país galo. «La reacción del público, de los compañeros de profesión y de la crítica ha sido unánime, muy entusiasta. Ha sido espectacular». Y hoy, al fin, se publica en España.
La voz de Guarnido, al teléfono desde Nueva York, llega expectante. Está nervioso. Hasta la fecha sólo unos pocos han podido leer 'El Buscón en las Indias' aquí, en nuestra tierra. «Pero los que lo han hecho –apunta el granadino–, amigos y compañeros, te dicen cosas que te desarman, cosas emocionantes». El libro, desde luego, es ambicioso. Para que se hagan una idea, el tomo es tres veces más grande que una entrega de 'Blacksad', su trabajo más conocido. El dibujo y el color, preciosos, son una evolución de la técnica habitual de Guarnido: lápiz y acuarela. Y el guion, del talentosos Alain Ayroles (Saint-Céré, Francia, 1968), una gozada que recorre momentos clave de la historia de nuestro país.
Juanjo Guarnido
«Hemos metido mano a un clásico, a una institución de las letras españolas, y, claro, tengo un resquemor por si alguien piensa que ha sido un atrevimiento por nuestra parte. No teníamos pretensión alguna de ponernos a la altura de Quevedo. Queríamos rendirle un homenaje digno en nuestro medio, nuestro lenguaje: el tebeo».
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–¿Qué sentiste al verlo en tus manos, después de tantos años?
–Nos lo entregó personalmente el dueño de la editorial. Nos invitaron a almorzar a un restaurante. Nos trajeron dos ejemplares encuadernados a mano, uno para Alain y otro para mí. Un detalle para los autores para que no tuviéramos que esperar más tiempo. Fue un momento precioso.
En el prólogo de 'El Buscón en las Indias', Guarnido y Ayroles retoman la frase con la que Quevedo cierra su novela: «Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y de costumbres». «Esas palabras resuenan en todo el cómic, son vertebrales en la historia», dice Juanjo. La historia, de la que es mejor no saber mucho para no estropear la experiencia, arranca con Pablos en Sevilla, frecuentando asesinos de muy mala catadura, recién tomada la decisión de marcharse a Las Indias. «El guionista ha conseguido una historia completamente distinta pero perfectamente inspirada, fiel a la picaresca. Ha modernizado la narración, eliminando la estructura lineal de los clásicos que hoy resultaría menos ágil para mantener al lector pendiente. Es una historia repleta de sorpresas con una estructura dinámica. Es una lectura agradable y, al mismo tiempo, un libro exigente», explica Guarnido.
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–¿Es necesario haber leído 'La vida del Buscón'?
–No, no es necesario para disfrutar el tebeo. Con saber que es un pícaro ya entras en la historia. Pero, claro, el que lo haya leído captará referencias y guiños jugosos.
Pablicos viajará al otro lado del océano con la intención de encontrar la mítica ciudad de El Dorado. Un viaje repleto de guiños –a través de flashbacks y otros recursos narrativos que mejor no desvelar– a la corte española de Felipe IV y a las figuras históricas del momento.
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Hay aventura. Risas. Teror. Suspense y épica. Y cosas que, les aseguro, no se esperan. Tras un arranque en el que se asientan 'las normas' que marcarán el relato, el cómic coge ritmo y no para. Un prodigio estético y narrativo al que es imposible no caer rendido. Recuerden las páginas: 72 y 73; una única viñeta, un lienzo sublime y bello en el que perderse es una obligación.
'El Buscón en las Indias' no es un cuento de hadas, es un libro complejo. Pero la experiencia de lectura es, sin duda, un momento de pura felicidad. Un disfrute para los lectores habituales y, también, para los que no han abierto un tebeo en su vida. La vida en viñetas de Pablicos amenaza con ponerse a la altura del mismísimo John Blacksad. Al tiempo.
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Antes de colgar el teléfono, el granadino pinta en un mapa imaginario su particular línea de viaje, a lo Indiana Jones. En cuanto se marche de Nueva York, a final de mes, hará ruta para presentar a todo trapo 'El Buscón en Las Indias', su obra más ambiciosa, por España. Empezará por Barcelona, luego Madrid, Sevilla y, el 7 de diciembre, Granada. Guarnido se despide con la confusión propia del cambio horario. «Buenas tardes o buenas noches o hasta mañana, lo que sea». Y con una pícara carcajada retoma sus lápices en Central Park. El papel refleja lo que tiene en frente: la primera viñeta del regreso de Blacksad.
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