La escritora con el premio Planeta 2024. E.P

Paloma Sánchez-Garnica

Paloma Sánchez-Garnica Premio Planeta 2024
«El horror y el odio también anidan en la democracia»

«El mundo necesita más gobiernos de mujeres», reclama la ganadora del Planeta del millón de euros con 'Victoria'

Miguel Lorenci

Barcelona

Miércoles, 16 de octubre 2024, 12:38

Una historia de amor y redención y un homenaje a quienes son silenciados. Así se refiere Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) a 'Victoria', su novena novela, que le ha dado el Premio Planeta y su millón de euros tres años después de ser finalista. Vuelve al Berlín que tanto le fascina con una historia que saltará de Alemania a Estados Unidos y que muestra las muchas caras del horror y del odio, las grietas de la democracia y la necesidad del periodismo libre.

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-Finalista y ganadora del Planeta tres años después. ¿Quién la sigue...?

-No hay que rendirse jamás. Llevo veinte años en esto, tras otros veinte antes buscando mi lugar en el mundo de la escritura. Empecé de cero. Me he construido novela a novela, lector a lector. Esto es una meta, y continuaré. El lector es sabio y no lo compra todo siempre. Hay que estar preparada para el fracaso.

-¿Qué le cuenta en 'Victoria'?

-Es una novela de amor, superación, supervivencia y redención. De búsqueda de la verdad y la justicia, y aunque traiga consecuencias terribles. Se pregunta qué estamos dispuestos a hacer por quienes amamos, incluso cuando la ingratitud y traición amenazan con destruirlo todo.

-¿A través de voces femeninas?

- Sí, pero no solo. Las de dos hermanas, Victoria y Rebeca, y la hija de esta, que tratan de sobrevivir en un Berlín derruido, hambriento y ocupado tras la guerra. Se cruzan con dos hombres que cambiarán su destino. Una terminará en la Rusia soviética del gulag y la otra descubrirá graves grietas en la cuna de de la libertad y de los derechos, en el sur del Estados Unidos segregacionista y en la Nueva York donde la caza de bruja del macartismo y su delirante persecución anticomunista condenó a cientos de miles de inocentes.

-¿El horror no conoce de fronteras ni tiempos?

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-No. El horror y el odio se disfrazan y también anidan en la democracia muchas veces. La semilla del odio no solo estaba en los nazis y el Holocausto. También arraigó en Estados Unidos. En Tuskegee, Alabama, la ciudad de Rosa Parks, se arruinó la vida de cientos de aparceros negros y pobres con un cruel experimento médico sobre los efectos de la sífilis no tratada. Clinton les pidió perdón cuarenta años después.

-Esa odiosa semilla ¿germina ahora en Ucrania, Gaza o Líbano?

-Sí. No aprendemos. Creo en el ser humano, pero me desespero a menudo. En Occidente nos hemos adocenado y acomodado. Creemos que nadie nos quitará lo que tenemos, y nos equivocamos. Puede desaparecer en segundos. Hay que defender el Estado de Derecho y proteger la libertad de prensa. Es crucial conocer la verdad de las cosas. Los ciudadanos tenemos el derecho a la información y la obligación de cribarla y analizarla para formar nuestra opinión. No vale con escuchar la canción que nos gusta. Hay periodistas que cuentan verdades y los hay que cuentan bulos y causan un daño terrible. La novela no es de periodistas, pero muestra la importancia del periodismo como depositario del derecho fundamental a la información veraz y contrastada.

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Sánchez- Garnica recibió el premio Planeta de manos de los reyes. E.P.

-Se presentó con el seudónimo Anna Ajmátova, la poeta rusa, y el título 'Buenas noches, y buena suerte' el latiguillo del periodista estadounidense Edward. R, Murrow.

-Me fascina la entereza de Ajmátova. Le prohibieron escribir y publicar, pero siguió pensando y sintiéndose libre para sobrevivir. Quiso quedarse en la URSS, su patria, a pesar del hostigamiento de Stalin. Su hijo murió en el gulag, como su segundo marido. Es un homenaje a todos los que se silencia y no callan: siguen escribiendo poesía, narrativa o periodismo. 'Buenas noches, y buena suerte' es el lema con acababa sus retransmisiones de radio y televisión Edward R. Murrow, que nos enseñó que un país de ovejas engendra un gobierno de lobos.

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-Vuelve a Berlín por tercera vez...

-Es inagotable. Allí ha ocurrido de todo a lo largo del siglo XX. Cada rincón tiene una historia y de cada novela me surge otra. Al terminar 'Últimos días en Berlín' necesité comprender y explicar los primeros años de la Guerra Fría desde el punto de vista de los perdedores y los vencedores. La novela va del 16 de octubre de 1946, el día que se ejecuta a los altos mandos nazis, al 13 de agosto del 61 cuando se empieza a levantar el muro y se cierran las fronteras de la RDA.

-La extrema derecha crece en esa Alemania y en Europa ¿Preocupante?

-Me alarman los extremos, que desestabilizan y se tocan. Hitler y Stalin se admiraban. En el centro, en la moderación y el sentido común está el gobierno ideal. La democracia siempre tiene fallos y las dictaduras, por desgracia, parecen perfectas. En España no nos estamos dejando llevar de esa ola.

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-Con Trump surfeándola de nuevo.

-Desde fuera vemos a Trump como un payaso, un histrión. Pero el americano de a pie le importa tres pitos que lo juzguen y lo condenen en no sé cuántos juicios. Quieren oírle decir que el sueño americano existe y que América primero. Con Kamala Harris parece factible el cambio.

-¿El mundo necesita más gobiernos de mujeres?

-Sin duda. Las mujeres buscamos soluciones. Las ha habido en la historia con poder y que han tenido sus fallos, pero necesitamos más mujeres al mando.

-Le agradeció el premio a su marido con entusiasmo y mucha emoción.

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-Llevo con él cuarenta y tres años. Desde los diecisiete. Ha encendido muchas luces en mi vida. Derrocha optimismo, generosidad y confianza. Sin él hubiera sido otra persona. Me ha convertido en una mujer imparable. Si me dicen hace unos años que estaría aquí con este premio no hubiera creído, y él siempre creyó en mí.

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