Verano de 2014. Belén Ortega (Granada, 1986) prepara el cóctel pensando en los 80 euros de su cuenta. En el restaurante catalán no puede dibujar, claro, pero hay que comer. Ella, que vivió en Japón por amor al manga, aprendió que del amor ... no se puede vivir. «Y menos si no eres japonesa, una española no puede publicar en Japón», decía todo el mundo. De camino a la mesa, la copa rebosa. Quizás fue el último grito del jefe. O los cuchicheos a su paso. O las risitas de los maleducados que le piden la vez. O, sin más, el desagradable trato que recibe día tras día cada vez que entra a trabajar. Belén golpea el cóctel sobre la mesa con una enorme onomatopeya roja, ¡PUM!, y una rápida secuencia de viñetas ametralla su cabeza:
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Ella iba a dibujar porque dibujar es lo que había hecho siempre, desde chica, desde que en casa se sentaba al lado de su madre, su primera maestra, y de su padre, siempre acompañado de libros y de cómics de Astérix, del Capitán Trueno, de Mafalda; ella iba a dibujar porque era eso o cantar, cantar como Whitney Houston y Mariah Carey, como Depeche Mode, Radiohead y Muse; porque ella canta muy bien y nadie lo sabe, pero dibujar pudo más, porque dibujar para ella, una niña introvertida, era lo que le hacía sentirse en casa; y en casa la animaron a seguir dibujando porque confiaban en ella, en su talento, el mismo talento que le abrió las puertas del Salón del Cómic de Barcelona y de la editorial Glénat, donde ya había publicado 'Himawari', pero como todo el mundo sabe del manga no se puede vivir y menos si no eres japonesa, por mucho talento que tengas, un talento que no tenía nada que ver con ese cóctel.
¡PUM! Un primer plano de Belén Ortega centra la viñeta, de su boca brota un bocadillo blanco en el que se lee «No me hago esto más». Y así terminó el verano de 2014, con una promesa que hoy repite sentada en un bar de Granada: «Me dije dignifícate, sal de aquí y haz lo que tienes que hacer: dibuja». Lo dice con un lápiz entre las manos y una sonrisa que le baila el piercing de la nariz. Tras abandonar el restaurante volvió a Granada y preparó un cómic para un concurso. No lo ganó. Pero las páginas le sirvieron de carta de presentación en el Salón del Cómic de Barcelona de 2015 y Norma le ofreció dibujar 'Marc Márquez, la historia de un sueño'. De ahí pasó a la saga Millenium, junto al guionista Sylvain Runberg, que cerró este mismo año con 'La chica que nunca se daba por vencida'. Un título que, cuatro años después del dichoso cóctel, suena a Belén Ortega, la granadina que triunfa en Japón, en Estados Unidos y en Europa. En todo el mundo.
Primera parte
«Lo que tengo con Japón no es normal. Sueño en japonés, ¿sabes? Mi madre cree que en otra vida fui japonesa», dice Belén mientras, en el bar, suena una trompeta afinando, como en esas escenas en las que a alguien se le ocurre una idea estupenda y la música arranca con fuerza. En 2011, la granadina publicó en España su primer manga. Desde entonces, la cantinela de que del manga no se puede vivir, ya saben. «Menos de 10 años después, he publicado en Japón. Lo siento como si fuera justicia poética, tanto que me decían que no, que no se podía... Estoy viviendo algo muy bonito».
Ese algo bonito es 'Doppelgänger'. Resulta que en Japón publican una revista (un enorme tomo, nada que ver con el concepto de revista que puedan tener en mente) llamada 'Tezucomi', que homenajea a Osamu Tezuka, el «dios del manga», una de las grandes referencias históricas de la cultura japonesa, autor de 'Adolf', 'Buda', 'Black Jack', 'La Princesa Caballero', 'Astroboy', 'Kimba, el león blanco' (la evidente inspiración de 'El Rey León', por cierto)... o 'Bárbara'. «La revista publica a autores japoneses y, en cada número, invitan a un autor extranjero para desarrollar una historia inspirada en la obra de Tezuka». Belén escogió 'Bárbara', en la que un escritor encuentra la vía de la genialidad. «Bárbara personifica a la inspiración –explica–. Cuando ella entra en su vida, escribe como nunca. Cuando desaparece, entra en desgracia».
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La trompeta deja el calentamiento y arranca una melodía fácil de seguir. «La buena noticia –sigue– es que Planeta va a publicar en España las historias de los extranjeros en Tezucomi. El primer número saldrá en marzo, cada seis meses, con portadas de Paco Roca, Miguelanxo Prado y... alguna otra sorpresa», guiña. ¿Volver a Japón? «Tengo las puertas abiertas para trabajar allí. Pero ahora mismo no puedo».
Segunda parte
No puede, entre otras cosas, por Spider-Man. Y Por los Guardianes de la Galaxia, los Cuatro Fantásticos, los X-Men, She-Hulk... Belén se ha convertido, de golpe, en una de las firmas más rompedoras de Marvel. Y todo empezó así, de un golpe: «Hace un año me fui a Nueva York, a la Comic-Con. He aprendido que si quieres conseguir algo lo importante es estar, hacer presencia, que te vean. Así que me fui yo sola, sin invitación ni nada». Ni falta que hizo. La granadina consiguió los contactos necesarios para tocar la primera puerta. «Hice un montón de pruebas en Navidad y, en mayo de este año, me pidieron la primera portada: 'Blackcat'».
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Tras la gata negra –un poderoso busto en blanco y negro–, las peticiones fueron llegando poco a poco, hasta que, en septiembre, a la vuelta del verano, el no parar: «Me avisan con una semana de antelación –detalla–. Va todo rapidísimo. En mes y medio me han llegado a pedir cuatro portadas». Y hay más: ha dibujado cuatro páginas de un número del Spider-Man de Miles Morales y ahora trabaja en una historia corta de seis páginas sobre Gamora, de 'Los Guardianes de la Galaxia'.
Belén golpea el lápiz contra la mesa, suavemente, al ritmo de la música. «Disfruto mucho dibujando y no quiero estropearlo por hacerlo deprisa». Enfrente tiene un bloc abierto con la página en blanco, esperando pacientemente a su Bárbara. «Intento conservar lo que me hacía sentir esto cuando era pequeña: dibujar por dibujar, mantener intacta esa sensación». Su mano acaricia el papel, como el escultor que intuye en una roca el rostro de una mitología. «Por eso prefiero frenar lo de Marvel, ir poco a poco. Lo de Francia es muy grande y exigente. No quiero fallar ahí».
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Tercera parte
Tras cerrar 'Millenium', Belén Ortega y Sylvain Runberg querían trabajar juntos otra vez. Un día, el guionista le contó una historia muy peculiar, «una historia cañera», apocalíptica, «pero muy cercana a la realidad». Sucede en el año 2072, tras la crisis nuclear que viviremos en el planeta por culpa de la sucesora de Donald Trump al frente de la presidencia de los Estados Unidos. Una locura que provocará un receso a la edad del hierro, con una sociedad muy misógina porque considera que todo es culpa de una mujer. «La historia –cuenta Belén– se centra en un grupo de mujeres, la resistencia, que vive en un parque de atracciones destruido. Es su fortaleza. El último resquicio de mujeres libres en un mundo en el que el hombre vuelve a dominar. Imagina un 'The Walking Dead' sin zombies y suma la última de 'Mad Max'. Es una pasada».
Si buscan estos días a Belén Ortega la encontrarán allí, en ese universo de valquirias en resistencia. «Ya tengo los 25 primeros storyboards», anuncia. «Queremos publicarla en verano de 2020 en el mercado franco-belga. Y, después, a ver si sale en España». Esa determinación es fruto de todo un vaivén de editoriales que, finalmente, terminó con el que había sido su editor, el reputado Jean Christophe Caurette, que cuenta en sus líneas con artistas internacionales de primer nivel (como el genial Kim Jung Gi). «La serie tiene una ambición multiplataforma. Está planteada como un cómic con un reflejo audiovisual. Caurette, aunque especializado en ilustradores, decidió producir la historia y nos ofreció unas condiciones excelentes. No pudimos decir que no, estamos encantados».
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¡PUM! Belén golpea la mesa con el lápiz y se pone a dibujar. Porque eso es lo que hace ahora: dibujar. Que es lo que ha hecho siempre. Sólo que ahora lo hace para todo el mundo. «Vivir de lo que amas...», se lee en el último bocadillo.
Belén Ortega tiene la curiosa costumbre de coger pequeños encargos, entre trabajo y trabajo, para desconectar. «Me ayuda a limpiar la cabeza para empezar otro proyecto». Ilustró el cómic que acompaña a un disco de 'Megadeth', un tebeo para una joyería, campañas de publicidad... Ahora colabora en un documental sobre el atleta paralímpico Gonzalo García Abella, que estará en Tokyo 2020. «Me han pedido ilustraciones en las que haya tránsito de imágenes a dibujo, como recurso artístico», explica Ortega. El documental, en el que participa Jesús Calleja, servirá para promocionarlo allí, en Japón.
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