Bob Pop acaba de publicar 'Días simétricos'. Fernando Sánchez/EP

Bob Pop

Escritor
«Las librerías son un refugio contra el algoritmo»

El escritor vuelve a la arena editorial con 'Días simétricos', un diario en el que intercala reflexiones de otros autores que han sido sus maestros en el género

Lunes, 19 de junio 2023, 00:05

El escritor Bob Pop vuelve a estar presente en las librerías con 'Días simétricos' (Alfaguara), un nuevo diario en el que intercala reflexiones propias con las de otros autores a los que admira y han cultivado el mismo género, como Kafka, Susan Sontag, Miguel Torga ... o Curzio Malaparte. En el libro, se entreveran lecturas, películas, biografía, y se hurga en el dolor físico y emocional, sin temor a salir escaldado. Escritos con impudicia y autenticidad, Bob Pop, también llamado Roberto Enríquez, tanto monta, se reivindica como una «vedette intelectual», hace una apuesta por la verdad, lo que verdaderamente nos hace únicos, y aboga por la escritura como forma de conocimiento. El autor vive entregado a una gustosa hiperproductividad: escribe, lee, actúa en el teatro, da clases de escritura y está a la espera de que le dejen rodar la segunda temporada de 'Maricón perdido', la serie en que cuenta su vida. 

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-¿Solo la belleza salvará al mundo?, que diría Dostoyevski.

-Lo fundamental es tener una vida que merezca la pena ser vivida, no solo por uno, sino por todo el mundo. No hemos de tener la sensación de que la muerte es el camino más dulce para acabar con un suplicio. Debemos conseguir vidas suficientemente valiosas que nos den ganas de seguir adelante y de construir belleza. Lo importante es que siempre nos venga mal morir porque tengamos cosas mucho mejores que hacer. 

-¿Cuánta mentira hay en un diario?

-En el mío poca. La mentira nos uniforma un montón y lo que de verdad nos hace únicos y diferentes es la verdad que cuenta cada uno. Por eso intento contar las menos mentiras posibles. También es verdad que a veces la memoria te miente. Seguramente habré mentido involuntariamente, pero porque he rehecho algunos recuerdos.

-Estos diarios no parecen nada terapéuticos, al contrario, se hurga en el dolor.

-No entiendo la literatura terapéutica. Por la terapia hay que pagar, de los contrario no funciona. Escribo para entender y conocer. Estoy muy en contra de esa teoría de algunos cursos de literatura creativa que recomienda a los alumnos escribir sobre lo que uno sabe. Yo hago todo lo contrario. Solo sé pensar por escrito y muchas veces pienso contra mí y contra mis prejuicios, contra mi falta de matices.

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-¿Qué le pasa por la mente cuando va a una librería y encuentra tantos libros de autoayuda?

-Es que tenemos que elegir los libros entre los que no figuren en la lista de los más vendidos. Las librerías son ahora mismo un refugio contra el algoritmo. Es la única manera de rebelarnos contra lo que esperan de nosotros. Cuando veo que los libros de autoayuda triunfan, me quiero morir directamente. Hay un libro fantástico de Belén Gopegui que se titula 'El murmullo'. Es una reflexión sobre cómo la autoayuda es una grandísima trampa neoliberal, egoísta y nada solidaria, pues atribuye toda la responsabilidad al individuo y nada al entorno y la sociedad.

Bob Pop declara ser más valiente como lector que como escritor. Raquel Manzanares

-Dice que escribir es mentira y leer es verdad. ¿Qué significa esa sentencia?

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-Como lector llego mucho más lejos que como escritor. Hay cosas a las que yo no sería capaz de enfrentarme a pecho descubierto como autor, pero en cambio me encanta que me las muestren y que me obliguen a planteármelas como lector. Soy mucho más valiente como lector que como escritor.

-¿Y a qué cosas no es capaz de enfrentarse como escritor?

-Por ejemplo, a la violencia, al dolor de los niños, que es algo que me impresiona muchísimo. No sé nada de la maternidad, que es algo que me interesa como lector. Hay muchos aspectos sobre los que me siento incapaz de escribir por falta de arrojo. Lo único que no soporto como lector es la falta de piedad. Chuck Palahniuk es un grandísimo escritor, pero no me puedo enfrentar él porque no tiene piedad.

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«El género de la autoayuda es una grandísima trampa neoliberal, egoísta y nada solidaria»

 

-Está usted siempre trabajando. ¿Por qué esa hiperproductividad?

-Tiene que ver con varias cosas. Primero, con el precio a pagar por ser niño marica en la escuela, donde debía ser el más listo y el más trabajador. Durante mi adolescencia y juventud me harté de escuchar la frase: «es marica, pero…». Ser aplicado en los estudios era la forma de salvarme y redimirme. También hay una herencia de mi padre, que era un señor que trabajaba todo el tiempo. Le odiaba por eso y al final he hecho como él. Y desde que tengo movilidad reducida y ha avanzado la enfermedad degenerativa [sufre esclerosis múltiple], tengo la sensación de que lo único que me da un espacio en la sociedad es ser productor, ya ni siquiera ser consumidor. Siento que la única forma de que no me arrinconen es seguir haciendo cosas.

-Eso resulta muy cruel.

-Sí, tengo la sensación de que nuestro único pasaporte de ciudadanía durante una época fue el de ser consumidores. Llegó la supercrisis y entendimos que ya no podíamos seguir consumiendo como antes, así que la manera que tenemos de participar es produciendo, a precios más altos o más bajos, con mejores o peores condiciones. Cuando estás en una silla de ruedas sientes que si no produces no eres rentable y te van a dar de lado, lo cual a lo mejor no es verdad, pero es lo que funciona en mi mente. Y por otro lado, trabajo porque me lo paso muy bien, porque mi cabeza es mi juguete favorito.

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El escritor, durante una representación teatral de 'Los días ajenos', basada en sus anteriores diarios. Raquel Manzanares

-¿Qué le reporta participar con tanta asiduidad en los medios?

-Me gusta mucho estar donde no se me espera. Y me agrada saber que no formo parte de ese medio en el que estoy de prestado y que en cualquier momento puede decidir prescindir de mí. Me parece importante tener espacio.

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-En el libro deja que se cuelen fragmentos de diarios de otros autores.

-Me parecía importante dejar claro que, además de biografía, tengo bibliografía. Está muy bien enseñar las cartas y dar las gracias a la gente que te ha enseñado y han sido tus maestros, Sin ellos no podría contarme, tampoco sin mis lecturas, mis películas, mis series. Con los diarios míos, del presente y del pasado, intercalados con textos de otros escritores, quiero que el lector pueda unir la línea de puntos de las palabras, las mías y las de los demás.

-En el libro se reproducen partes del diario del portugués Miguel Torga, que se avergonzaba en ocasiones de sus compatriotas. ¿A usted le sucede los mismo? 

-Muchas veces la vergüenza, sobre todo la vergüenza ajena, tiene que ver con el desconocimiento y la falta de comprensión y de empatía. Más que avergonzarme, me quedo estupefacto y entiendo que me falta mucha información.

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«Además de biografía, tengo bibliografía. Está muy bien enseñar las cartas y dar las gracias a la gente que me ha enseñado»

 

 

-¿No pensar en el futuro es valentía o una herramienta de defensa?

Ni una cosa ni otra. Es una incapacidad, porque para pensar necesito verme en el futuro, y la incertidumbre que provoca la enfermedad y la degeneración me impiden saber cómo estoy, quién soy y qué lugar ocupo en ese momento.

-¿Se ha autocensurado?, ¿se ha impuesto alguna vez el pudor?

-El pudor no, pero sí el respeto a los amigos. Con todo, la obra me parece impúdica. Algo he cortado, sí, pero sobre todo he evitado algo que odio, que es contar historias donde yo quede bien.

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-¿Qué días robaría de otros escritores de diarios?

-Le robaría a Kafka todos los días, las reflexiones, la angustia. Sus diarios literariamente son una joya. Los escribe sin darle importancia, lo cual me encanta. Y también a Susan Sontag.

-¿Cuál es su relación con el dinero?

-Vengo de una familia obrera y de un padre que hizo dinero y luego se arruinó, de manera que tengo rencor de clase. Para mí el dinero es fundamental para vivir bien, poder estar en buenas condiciones, a la vista de que padezco discapacidad y movilidad reducida. Tengo una visión de él puramente utilitaria.

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