Página de los libros

Los libros que recomiendan esta semana los críticos de IDEAL

Francisco Morales Lomas y Remedios Sánchez

Sábado, 25 de marzo 2023, 00:21

Geometrías. Poesía en estado sólido

Geometrías. Poesía en estado sólido

Por Manuel Francisco Reina

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Con título de materia científica, nos entrega Olga RT este libro que tiene mucho de lúdico pero también de interrelación entre ... las disciplinas matemáticas y la poesía. Podría parecer una contradicción en sus términos y, sin embargo, las relaciones entre la poesía, el cómputo silábico, es decir musical, por tanto numérico, es una realidad desde las escuelas pitagóricas griegas, y antes, de la alejandrina, con figuras tan preeminentes como Calímaco. Olga RT, heterónimo de su autora, busca, desde su formación como arquitecta, una mirada formal distinta a la poesía, que le encaja perfectamente. Pero no es su libro sólo un ejercicio formal. Desde el principio deja claras sus intenciones cuando escribe: «La luz necesitas para mostrase de un paño oscuro,/ de una tierra envuelta en noche,/ de una sombra./ Así y solo así conocerás de la convivencia/ de lo real y lo oculto./ Y serás». Articula así una poética en la que la luz genera volúmenes y realidades, perspectivas, que son perfectamente extrapolables a las construcciones de la poesía, pero también de nuestra consciencia, nuestra realidad y relaciones con el otro. Libro sorprendente en forma y fondo. Voz poética a tener en cuenta.

No todo es poesía en granada

No todo es poesía en granada

Por Gerardo Rodríguez Salas

Como una flâneuse (Elkin), la voz poética pasea por la ciudad de Granada en la que proyecta su ruptura amorosa. Desde la perspectiva de una 'outsider', la vida literaria dialoga con el «capitalismo salvaje» de Zara, que acalla el fracaso sentimental de la voz poética y de sus amigas, que también compran «en secreto». Con un verso cercano al realismo sucio, Jordán combina recuerdos idealizados con precariedad o estériles programas de enseñanza. El poema final trata desde el amor cortés el ghosting por Whatsapp en tiempos de pandemia. En esta cartografía emocional, lugares y sentimientos se sincronizan y Jordán deja su huella en esta «ciudad prestada».

Normandía 1944. el día d y la batalla de francia

Normandía 1944. el día d y la batalla de francia

Por C. de la Rosa

El 'Día D' y los hechos acaecidos en las playas del noroeste de Francia han sido pasto de glorificación gracias al cine. Para muchos, fue el esfuerzo bélico más importante de la era contemporánea. Sin quitar un ápice a la dimensión épica del empeño, James Holland repasa en este libro la realidad que hubo tras el masivo desembarco aliado en las playas de Normandía, el antes, el durante y el después. No ahorra detalles al lector este historiador británico. Desvela con pericia de novelista de intriga los asuntos de inteligencia previos, revela las crisis de mando internas, y ofrece un relato –acompañado de sendos apéndices fotográficos– compacto y veraz de los acontecimientos.

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Vanas repeticiones del olvido. Obra dramática reunida (1992-2022)

Vanas repeticiones del olvido. Obra dramática reunida (1992-2022)

Por Antonio César Morón

La exposición de la memoria conlleva de manera inexorable la perpetuación del olvido. Parafraseando la reflexión de Macbeth, la vida solo puede concebirse como una sombra que avanza, que camina. La publicación de la obra dramática reunida de Eusebio Calonge no avanza solo la posibilidad de contemplar el fósil emocional de lo que ha sido la columna vertebral de La Zaranda durante una trayectoria de 30 años. Avanza también en la expresión teórica de una fórmula magistral de trabajo dramatúrgico realizado por, para, sobre, en, desde —e incluso durante— la escena. 'Vanas repeticiones del olvido' no puede ser entonces concebido en ningún caso como un libro de memoria. El olvido implica, por un lado, el reconocimiento humilde de la fragilidad humana; y la voluntad, por otro, de trasladar lo que no es (percibido) a lo que es (incluso en vano) a través del lenguaje. Es en el olvido donde permanece una energía similar a lo que pudo percibirse en el sucediendo de la escena. Cada una de las veinte piezas incluidas en este volumen supone así un ejercicio que puede contribuir a la memoria efímera de aquel convivio, olvidando a un mismo tiempo en las infinitas —pero vanas— repeticiones que permite la lectura, el hecho escénico que realmente fue, con el fin de sentir de nuevo la memoria de la energía que hizo posible el teatro. Nos enfrentamos a un ritmo literario intentando emular aquel ritmo performativo y marcando, para ello, un formato en el que de manera inmediata corroboramos la existencia de escenas cortas que se suceden a través de un argumento muy diluido —cuando no casi anulado—, donde la acción queda sometida a la expresión de la propia existencia. Este es el background técnico a partir del cual vienen a funcionar elementos procedentes del teatro del absurdo: la repetición o la divagación continuada de palabras o frases que solo aportan significado en su performatividad, pues son sus diferentes secuencias tonales las que ayudan a configurar tanto a los personajes que las emiten, como los contextos en los que son emitidas. Nos encontramos también técnicamente con acotaciones descriptivas y de gran plasticidad, que devienen en una carga abundante de elementos que, de por sí, conllevan el sustrato semántico de una dialéctica memoria–olvido y que, en su complejidad, supone el leit motiv fundamental del teatro de Calonge: baúles, carruseles, libros amarillentos... Todos objetos sobre los que el tiempo ha actuado, desamparándolos tanto como a los personajes que los detentan a lo largo de sus vidas envueltas en sombra caminante. Y, de ahí, dirigida hacia el público lector una pregunta con la que uno de sus cientos de personajes nos sorprende en un inicio dramático: «¿Qué queréis rescatar de la memoria?».

La mujer y el vampiro

La mujer y el vampiro

Por José Abad

Al principio no fue la palabra, no esta vez; al principio fue la imagen. Lo reconoce el propio Luis Alberto de Cuenca en la nota preliminar a 'La mujer y el vampiro' (Reino de Cordelia): el editor Jesús Egido le había pasado un cuaderno con dibujos del pintor Manuel Alcorlo –además, Académico de Bellas Artes, grabador, ilustrador– y, a partir de estas imágenes, él escribió una serie de apuntes poéticos. El libro resultante, editado originalmente en el año 2010 y hoy felizmente recuperado, deviene un sugerente juego de espejos en el que la poesía se mira en el dibujo, y el dibujo en la poesía. Los versos giran en torno a las dos figuras del título: la mujer –protagonista absoluta de los dibujos de Alcorlo– y el vampiro, que el poeta no duda en presentar como un alter ego suyo. En las páginas de este poemario singular, pues, se consigna la fórmula mágica que ha de invocar las imbatibles fuerzas del deseo, que se presentan al lector con unos modos tan contundentes como exquisitos ya desde la primera composición: «Estas palabras fueron para ti. / Las disfracé de lluvia y paraíso. / Vuelven hoy de la tumba, como Drácula, / para engarzar heridas en tu cuello / y sembrar de rubíes tu blancura».

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El vampiro es un viejo conocido de Luis Alberto de Cuenca. José Gutiérrez, que se ha encargado de esta edición, señala en el prólogo: «El vampiro aparece por primera vez en su obra en el poema 'Rumbo a Londres, el conde Drácula resucita un pasado sentimental', de su libro 'Scholia' (1978)». Desde entonces, la sombra de este hijo de las sombras se alarga y se entrevé en numerosos versos del autor (y no solo en versos). La voluntad narrativa que singulariza su quehacer poético también está presente en 'La mujer y el vampiro'. Hay una historia de amor que se va quedando irremisiblemente atrás, ya extinta. La mujer tiene un nombre, aunque no lo conozcamos, y el recuerdo no muerto de aquel amor es la sangre que alimenta al vampiro: «Vivo en el pozo de un silencio íntimo, / soñando con el sueño de tu sombra», leemos en el segundo epigrama de este libro.

La imposibilidad de continuar con esta historia genera una sutil melancolía: «Estas palabras fueron para ti. / Las pensé para ti, que eres el reino / donde hubiesen querido vivir siempre». Para describir esta poesía, José Gutiérrez retoma el verso de Rubén Darío –«sentimental, sensible, sensitiva»- y añade un adjetivo ineludible –sensual– que resume perfectamente este libro.

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