Hay un lugar que no existe pero que todos conocen. Es un largo desierto verde y marrón, con sus revólveres, su pólvora y sus caballos al galope en busca de venganza. Un erial que dibuja un estado de ánimo, una ternura violenta como un disparo ... de nieve, como una luz cegadora. Un lugar que a veces se llama Graná. Otras, Guadix, Almería, Níjar, Garrucha, la Alpujarra... Un lugar imposible que, sin embargo, habla como usted y como yo, con las mejillas enrojecías, acalorao por la bulla, entre manzanillas y chicharrones, con jartura y zagalicos persiguiendo a un chavea que se llama Grabiel, que no es ni bueno ni es ná.
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'Malaventura' (Impedimenta, 2022) es la primera novela del guionista de cine Fernando Navarro (Granada, 1980), músico frustrado que pasó de servir copas en el Planta a escribir películas como 'Bajocero', 'Verónica', 'Anacleto: Agente Secreto', 'Orígenes Secretos' o 'Cosmética del enemigo'. Varias veces nominado a los Goya, llega ahora a las librerías con un libro tan cuidado como una canción de Dylan y tan apabullante como una peli de Tarantino. Un artefacto formidable entre el romancero de García Lorca y el western de Sergio Leone. Quince relatos unidos por un tiempo y un lugar que nunca existieron pero que, como verán, usted estuvo allí.
–Escribe una novela ubicada en una suerte de Granada y la titula 'Malaventura'. ¿No se atrevió con 'Malafollá'?
–[Ríe] El otro día una amiga me lo dijo también. Pero quería que se tomaran el libro un poco más en serio. Además, no creo que el libro represente tanto la malafollá como la malaventura. Pero ojo, que no tengo miedo al concepto de la malafollá, me siento bastante identificado con él. [Ríe].
–La lectura te lleva de la ternura más genuina a lo más salvaje.
–Es curioso, todos los primeros lectores y amigos me hablan de ese viaje emocional que va de la ternura a la violencia y vuelta a la ternura. Yo buscaba que el lector se sintiera identificado con los personajes, por muy brutales que fueran. Y también todo lo contrario: mostrar que la mirada de los niños o de personas vulnerables a veces esconde algo oscuro y salvaje dentro. No creo en una percepción maniquea del mundo, en los buenos y los malos, creo que hay una paleta llena de matices y que cada uno tiene sus motivos y sus momentos para lo salvaje y para lo tierno.
«Creo que hay una paleta llena de matices y que cada uno tiene sus motivos y sus momentos para lo salvaje y para lo tierno»
–¿Qué es 'Malaventura'?
–'Malaventura' es una especie de western de ida y vuelta, repleto de influencias de las literaturas sureñas. Una especie de búsqueda, un intento de contar un lugar muy concreto que no existe pero que tiene nombres reales. Los relatos cuentan un estado de ánimo, cómo es la vida en un sitio desértico y extremo con esa dosis de romancero, western, novela negra, esperpento, y hasta literatura fantástica.
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–¿Qué distingue a una novela de un guion?
–No diferencio mucho entre la escritura de guiones y la del libro. El matiz viene en que en los guiones la mirada y el resultado está condicionado por el trabajo de tantos compañeros: directores, productores, actores, músicos… Pero tanto la novela como mis películas intentan retratar personajes parecidos, que dialogan bastante bien entre ellos. Los quinquis de 'Malaventura' se parecen a los de 'Bajocero'; la hechicera ciega se parece a la Hermana Muerte de 'Verónica'; hay elementos de un lugar extremo que podría ser Andalucía en 'Toro'... 'Malaventura' se complementa bien con esos guiones que cuentan lo mismo: un retrato de personajes desesperados.
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–Las referencias de 'Malaventura' son Stephen King, Sergio Leone, Cormac McCarthy y Federico García Lorca. ¿Cómo casan?
–Creo que es generoso hablar de la gente que te ha ayudado a escribir. Es una mezcla e influencias sobre todo infantiles: la mirada del niño que hay por ejemplo en 'La isla del tesoro' o Huckleberry Finn, el lirismo de Lorca que aprendemos en el instituto, los spaghetti western que veíamos en televisión y que se rodaban al lado de casa, las primeras lecturas de King, Rice, Lovecraft... Pero me gustaría matizar que no buscaba hacer un cóctel, que no es algo premeditado; sino que todo eso es lo que tengo en la cabeza y brota de manera natural en el libro.
–¿Por qué García Lorca?
–Porque de alguna manera su 'Romancero Gitano' reivindicó un tipo de personajes y elementos con los que me siento cercano: los bandoleros y loas caballos, las pasiones desatadas, violentas o el apego salvaje a la tierra... Mi cercanía con Lorca es por ese universo que él expandió, tiene que ver más con su manera de crear espacios, personajes y atmósferas que con la poesía.
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«Mi cercanía con Lorca tiene que ver más con su manera de crear atmósferas que con el lirismo»
–Esa mirada del niño de la que hablaba está presente en muchos de los relatos. ¿Por qué?
–Tiene que ver con una manera muy amoral de ver la violencia. Solo un niño tiene esa sensación de irrealidad, de que todo forma parte de un juego, de un sueño, de no ver la importancia de las cosas y al mismo tiempo verla. La mirada infantil me ayudaba a ser testigo de una violencia sin prejuicios porque no son tan conscientes de lo que están viendo.
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–Las descripciones son su forma de contar la historia, un recurso muy cinematográfico.
–Buscaba situar al lector en un sitio concreto. Ya que estaba narrando un lugar y un estado de ánimo, intenté ser lo más preciso posible con el lenguaje, que las palabras fueran importantes para que te sintieras dentro de ese desierto.
–Esas palabras y ese lenguaje son muy de aquí, de Graná.
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–No ha sido difícil porque he escrito el libro en el idioma que hablo. Nunca lo sentiré como un ejercicio de estilo en el que intento recrear un lenguaje. No. He descrito las acciones como yo hablo, usando esos diminutivos y esas palabras que decimos nosotros.
–Y hay mucha musicalidad, mucho ritmo.
–Me alegra que se aprecie. Era muy importante que todo tuviera cierto ritmo musical. Yo he escrito la novela a compás. De alguna manera mi formación es musical, más que cinematográfica, aunque me gane la vida escribiendo guiones. En este caso, la manera de contar historias o personajes con canciones de mucha gente como Manu Ferrón, Antonio Arias, Jota, Lorena Álvarez, Chinarro... Saber concretar una historia en una canción, en tan poco espacio, es una gran inspiración.
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«He descrito las acciones como yo hablo, usando diminutivos y palabras nuestras»
–¿Seguirá con las novelas?
–No suelo hacer planes, pero puede que sí. He empezado a darle vueltas a una idea. Seguiré escribiendo y si a la gente y a los editores les gusta, seguiremos.
–La edición de Impedimenta es preciosa.
–Es un libro muy bonito. Debuto en uno de los sellos que más y mejor cuidan las ediciones, con un catálogo exigente y heterodoxo que va del terror y la novela negra a la poesía de Cărtărescu o a Jon Bilbao. No puedo estar más feliz de estar aquí.
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–Del libro hablan, y muy bien, el propio Jon Bilbao, Rodrigo Cortés, Daniel Gascón, Manu Ferrón, David Trueba...
–Los prescriptores de novelas son importantes, para destacar entre las novedades. Tengo la suerte de que hay gente que ha querido apoyarlo, aunque espero que no se quede en ellos y llegue a más lectores. Pero bueno, quién no tiene padrino no se bautiza, y yo he tenido varios padrinos, como en el western aquel de John Ford. [ríe].
–¿Es 'Malaventura' uno de esos libros para llevar a la pantalla?
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–Nunca he pensado en esta novela como si fuera una película o serie, pero eso lo tendrán que decidir otros. Yo escribo guiones, ese es mi trabajo. La novela está formada por historias muy literarias, pero si alguien mostrara interés por transformarlas sería muy halagador.
–Ahora trabaja en un guion con Jonás Trueba, que rodará en Granada.
–Ahora mismo estamos pensando sobre todo en terminar el montaje de 'Venus', película dirigida por Jaume Balagueró para el sello The Fear Collection de Álex de la Iglesia. Estos días, además, se rueda 'Fenómenas', una comedia de terror que he escrito para Netflix y que dirige Carlos Therón. Respecto al proyecto de Jonás y Granada, bueno… no me gusta hablar de las películas que no se han rodado.
–Terminamos: ¿Por qué leer 'Malaventura'?
–Porque es corto. Y es una lectura ágil, entretenida y que creo que no se hace pesada. Porque los aficionados de la novela negra, del terror y del western pueden encontrarse cómodos. Y porque en Graná se leerá con cierta complicidad por las expresiones, por los lugares reales y porque está lleno de guiños.
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