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Coordinan: Remedios Sánchez y Francisco Morales Lomas
Sábado, 20 de abril 2024, 00:02
Por Rafael Ruiz Pleguezuelos
Con este libro, el autor emprende la tarea de revisar el siglo XX y su cultura, a través de la biografía ... de algunas de sus grandes figuras literarias. Lo que más le preocupa es demostrar la manera en que la política (especialmente el comunismo) influyó en sus vidas. Para contarnos la evolución (o involución) de las ideas en el siglo toma como ejes sucesivos artistas concretos: María Teresa León, Simone de Beauvoir, George Orwell, Alexander Bodgánov, Manuel Chaves Nogales, Manuel Azaña, las Sinsombrero…
El libro está dividido en dos partes de parecida extensión, cuya denominación ya nos está diciendo mucho: 'Las revoluciones perdidas' y 'Crónicas de la decepción'. El siglo XX es mostrado como una sucesión de decepciones, desde la esperanza inicial que las ideas comunistas trajeron a Europa al agónico vacío vital posterior provocado en quienes ya veían que el sueño del comunismo era imposible.
Una de las virtudes del libro (aparte de ser ordenado y claro, muy ameno) es la de ocuparse de autores y momentos históricos no habituales, liberados de la hegemonía crítica anglosajona: la movida madrileña, la Roma de la Dolce Vita...
Por C. de la Rosa
Las puertas del fantástico están siempre abiertas para los autores que, dejando atrás el miedo, son capaces de adentrarse en ellas con valentía. Así ocurre en este caso con el autor norteamericano Josiah Bancroft, quien en 'El ascenso de Senlin', primero de los libros de una anunciada trilogía, se adentra en el misterio fabulador de la Torre de Babel. Como su protagonista, el Senlin al que se refiere el título, comienza el ascenso a un universo en el que el lector se ve arrastrado por una moderna vorágine de espacios, cada uno distinto, en tensión constante entre ellos, con el 'steampunk' como lenguaje narrativo.
Por Fernando Barea
Este libro no necesita presentación, pero la fantástica edición que ha realizado Alma Clásicos Ilustrados, sí. Las ilustraciones de Mar Azabal no pueden ser más delicadas, con un exquisito tratamiento de los seres etéreos y casi infinitas variaciones sobre el azul que marca tanto las ilustraciones como las bellas capitulares. Cada colofón de las distintas partes en que se divide la historia es una absoluta obra de arte, como lo es la traducción de Miguel Martínez-Lage. Marian Holcombe, uno de los personajes mejor construidos de la novela del XIX, y el malvado conde Fosco, vuelven a la vida de la mejor forma posible.
Por Juan Peregrina Martín
Autores suicidas, toxicómanos y dementes, se subtitula este libro de Toni Montesinos, un autor multigenérico cuya última obra literaria nos habla de la propia literatura, de escritoras malditas y escritores que perdieron la razón en pleno apogeo creativo o en un subidón drogadicto o alcohólico.
Toni Montesinos utiliza en este libro publicado por Berenice un estilo directo, claro y comunicativo: le interesa más contar de manera específica lo que quiere y tocarnos la fibra sensible que andarse por las ramas intelectuales, cosa que es de agradecer, porque ya desde el prólogo autobiográfico, es más, desde la dedicatoria, el autor se expone, nos ofrece descarnadamente su alma literaria –y sentiríamos que personal– ya que lo sentido, lo vivido, es mucho más importante que lo pensado: la traslación está clara, ya que la multitud de escritores que se dan cita, y alguna escritora, en estas páginas, buscaban la diferencia, la plenitud y el control de su mundo a través de la literatura, la prosa o la poesía, y terminaron sus días en una derrota permanente, sin salud o en sanatorios en un encierro absoluto.
El prólogo está escrito a tumba abierta, es una carta al padre que recuerda a otras y el ajuste de cuentas es espectacular, brutal, clarificador: a partir de entonces, el autor sacrifica a sus ídolos en páginas que hace nuestras mediante el mecanismo de la empatía, y el ritual respetuoso y de amor que consigue es una celebración por todo lo alto del que somos partícipes al leer algo más sentimental que intelectual, sin perder el rigor por lo contado en ningún momento. Cómo nos acerca a los autores y sus obras, cómo nos transmite las preocupaciones de ciertas figuras o cómo nos enfrenta a los relatos de Poe respecto a su vida, es algo que pone los pelos de punta y no es fácil llegar a profundizar tanto con materiales además conocidos, si no todos, la mayoría, aunque sea de oídas. Así que chapeau por la forma de lograr que nos interesemos en la vida, obra y milagros (o maldiciones) de quienes conforma la nómina: Sexton, Woolf, Goethe, Strindberg, Salinger, Lowry, Rulfo, Bukowski, Darío, Hansum, Pynchon, Capote, Foster Wallace…
La minuciosidad y la amenidad son dos características del libro de Toni Montesinos que no hace otra cosa que recordarnos que se puede ser entretenido al contar cosas terribles o bellas: hay que poner de acuerdo al trabajo y la voluntad, claro, y eso Montesinos lo hace a la perfección consiguiendo un volumen antológico de ensayos hermosos, preocupantes y literarios.
Por Miguel Arnas Coronado
Hablar de la poesía de Enrique Morón y mencionar su calidad es pura redundancia. Después de sacar, también en Editorial Nazarí, su Poesía completa en 2022, Morón sigue produciendo y ahora nos regala este En el perfil del sueño, título sugerente y de una coherencia grande con la obra de su vida, pues unamunianamente, el poeta se balancea entre el sueño, la nostalgia, una tristeza sutil y nada hiriente, y la realidad opresora del mundo y la edad. Bien es cierto que ese balanceo no es simétrico, pues el primer aspecto prima siempre sobre el segundo, aunque la edad y el paso del tiempo casi equilibran el péndulo. Cinco partes lo componen, más otros dos temas insistentes en su poesía: el paisaje y el amor.
Este reseñista se siente impotente, incapaz de transmitir toda la hondura, la belleza de la poesía de Enrique Morón. Vendrán, espero, estudiosos que analicen su obra, como quienes elaboraron los prólogos a las cuatro secciones en que se dividió su obra completa, y lograrán pensamientos infinitamente más esclarecedores que lo permitido en estas exiguas palabras que aquí puedo dedicarle. Es por eso que trascribiré algunas citas que me ahorren inútiles frases y que harán comprender al lector la belleza y el placer que puede proporcionarle este libro: «Quizá me encuentre cerca/ de aquella bisectriz aceitunada/ en donde se bifurcan los caminos/ que van a dar al mar», y no hace falta ampliar, «que es el morir».
¡Bisectriz aceitunada!, no solo ese adjetivo que tanto sorprende, y más a quienes hemos flirteado con la geometría, sino por esa idea de trocha del medio, del intento de obviar esas sendas inevitables que siempre dan al mar, a la nada que es el Todo. ¿Se puede llegar más lejos?, ¿se puede decir más? Solo los grandes poetas han alcanzado cotas semejantes. «Espérame a la vuelta del sendero,/ en donde yo codicio tus caderas/ frente a los elementos». Lo infinito de la materia es inaccesible, y por eso justo, nuestro vate se conforma con las caderas de la amada, pues en ellas está ese infinito, la materia y la antimateria, la materia oscura que tan de cabeza lleva a los físicos. Y el sendero vital, a cuya vuelta nos espera desde siempre el amor.
El lector ya lleva consigo un par de muestras mal elegidas y seductoras, creo. «…La soberbia/ del hombre es superior, por tanto,/ a su imaginación». Esta propina va como apremio al recogimiento, al juicio sobre la estupidez humana entre la que debemos sobrevivir, pues nosotros mismos somos esa estupidez.
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