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José Luis Munuera, en su mesa de trabajo, en el Albaicín granadino. J. E. C.
José Luis Munuera, en Granada: «Lo triste es ser una fotocopiadora humana dentro y fuera del trabajo»

«Lo triste es ser una fotocopiadora humana dentro y fuera del trabajo»

El artista granadino publica 'Bartleby, el escribiente', cómic basado en el relato de Herman Melville en el que su protagonista siempre responde «preferiría no hacerlo»

Jueves, 10 de junio 2021, 01:06

José Luis Munuera (Lorca, 1972) trabaja en lo alto de su casa, en el Albaicín, frente a una ventana con la persiana bajada. «Siempre está bajada», dice. Las franjas blancas de la persiana parecen ladrillos alargados de un muro; un muro como el que Herman Melville colocó delante de Bartleby, el escribiente que, cada vez que le preguntaban algo, respondía con un lacónico «preferiría no hacerlo». Desde su mesa, sin levantar la vista del papel, mueve los brazos como si fuera un pulpo sacando artilugios de las estanterías: el lápiz, la pluma, el agua... «De aquí sale todo», sonríe.

Munuera acaba de publicar en España 'Bartleby, el escribiente' (Astiberri, 2021), un cómic de 68 páginas, inspirado en el relato del autor de 'Moby Dick', que presenta este sábado 12, a las 12.00 horas, en Subterránea Cómics. Un prodigio estético y narrativo que convierte una historia que sucedía en el interior de una cabeza incrustada en un despacho de Wall Street, en una historia que sale a la inmensidad de las calles de un Nueva York fantástico, para viajar en el tiempo y golpear al lector con una pregunta infinita.

Portada de 'Bartleby, el escribiente'.
Imagen - Portada de 'Bartleby, el escribiente'.

¿Te apetece hacer entrevista?

–No me molesta en absoluto [ríe].

Podrías haber dicho que preferirías no hacerla.

–Jajajaja, sí, pero no es el caso. Hablar ayuda a ordenar las razones por las que haces las cosas.

¿A quién te imaginas diciendo «preferiría no hacerlo»?

–Hmmm... Esa frase es una antinegación. Es una frase que no compromete y al mismo tiempo fija una posición. Se puede usar en muchísimos contextos.... No te sabría decir una figura pública, pero imagino que, durante la pandemia, cualquiera que haya tenido alguna responsabilidad en algún momento habrá pensado «preferiría no hacerlo». En el contexto del relato de Melville es una frase muy fuerte y genera muchas cosas a su alrededor.

Genera toda la historia.

–Claro, sobre todo en la figura del narrador, el verdadero protagonista de la historia. Bartleby es el elemento desencadenante, el que provoca las cuestiones al narrador, que es el ciudadano normal y corriente que somos todos, el que hace lo que se supone que tiene que hacer. Un ciudadano que de repente se encuentra con algo que no comprende, que le supera y que le pone frente a un cuestionamiento casi metafísico; le obliga a preguntarse a sí mismo sobre su propio funcionamiento.

Trabajando en algunas páginas originales del cómic. J. E. C.

Es el mismo proceso que hace el lector a lo largo del cómic.

–Sería deseable. No tengo vocación dogmática ni pretendo dar respuesta a ninguna gran pregunta, pero si alguno de mis tebeos genera preguntas, para mí es un éxito enorme.

No creo que se salga indemne, genera muchas preguntas.

–En mi adaptación cambia el final con respecto al relato del Melville. Me gustaba más preguntarme si Bartleby iba a afectar o no al narrador, algo que descubrí al final.

Entonces a ti también te afectó Bartleby.

–Siempre que hago una historia no conozco necesariamente el final, hay un proceso de descubrimiento para mí también.

En este cómic lo haces prácticamente todo.

–Sí, a partir del texto de Melville, por supuesto. No es un salto al vacío a las bravas, tengo un colchón sanitario magnífico porque parto de una obra literaria muy potente. El color de Sedyas acaba de cerrar la intención que tenía. Yo hago las páginas con acuarelas, grises, luces, volúmenes y texturas; pero él tiene que encontrar un patrón cromático para transmitirlo todo. Juntos hemos trabajado ese tono nostálgico de colores de fotografía antigua.

Páginas de 'Bartleby, el escribiente'.

¿Cómo es trabajar con una obra así, tan reconocida?

–Me lo propuso mi editor. Al principio no me veía como autor apropiado para este tipo de historia y le dije que preferiría no hacerlo [ríe]. Me parecía que visualmente era poco atractivo y los tebeos por su propia naturaleza tienen que enganchar visualmente. Le di vueltas y vueltas... y al final la estrategia que encontré para contar la novela era que se fuera cruzando con personajes temáticos por la ciudad.

Nueva York, de hecho, es fundamental.

–Efectivamente. Al destacar la ciudad pasan muchas cosas y pasa de ser un relato psicológico a ser un relato sociológico. La ciudad adquiere una cualidad metafórica del mundo que está rechazando Bartleby al preferir no hacer lo que se le va ordenando. Es una historia de Wall Street y Wall Street es el muro, la calle del muro, por eso el personaje está frente a un muro. Los muros de una Nueva York que no es documental, que es completamente fantástico.

Lo del muro me recordó al tipo que se sienta delante del muro de Facebook y que se pasa el día repartiendo 'me gustas' sin hacer nada más.

–¡Exacto, exacto! No lo había pensado, pero está muy bien. La novela se presta a infinidad de interpretaciones y probablemente mi adaptación también.

Munuera, con la persiana bajada. J. E. C.

Una de las interpretaciones es la frase con la que arranca: «La mayoría de los hombres sirve al estado no como hombres, sino como máquinas».

–Es un texto sacado de Thoreau, filósofo contemporáneo de Melville. Y ambos son completamente contemporáneos para nosotros. La literatura de Melville es el prólogo del mundo que vivimos ahora, por eso la historia se puede interpretar desde puntos de vista muy actuales. En Francia, por ejemplo, salió a la venta en plena pandemia y allí se leyó como una especie de metáfora del confinamiento. Algo totalmente accidental, claro. La desobediencia civil, en el contexto de la política española, tiene una lectura de plenísima actualidad en este momento con el procés de Cataluña. No son temas de los que ni Melville ni yo hablemos, pero pueden estar inherentes dentro de ese discurso. Quería contar una historia que transcurriera en el 'érase una vez' pero que al mismo tiempo transcurriera hoy. Que el lector estuviera en una ensoñación casi nostálgica y pudiera, como está pasando, transferir esas reflexiones a su mundo actual

La gran pregunta del libro: ¿Quién o qué es Bartleby?

–Que cada uno decida lo que quiera. Cualquier obra de peso es una obra abierta, es una obra que no tiene una sola interpretación. Y la adaptación no deja de ser una interpretación... El personaje, más que un individuo es una reflexión temática representada. Es un cuestionamiento que se hace el narrador. Es un interrogante hecho carne.

Escribiente, una profesión extinta. Las máquinas nos van a sobrepasar de verdad. ¿Podrá una máquina hacer arte?

–Puede hacer una simulación, sin duda. Seguro que ya hay máquinas que dibujan mejor que yo, desde un punto de vista técnico. Pero yo creo que el arte es también una especie de conexión interpersonal. No se produce si no hay personas que lo reciban, el arte en el vacío es nada. Ese ejercicio de comunicación implica humanidad.

Munuera, lector casual.
Imagen - Munuera, lector casual.

Bartleby tiene algo de androide ¿no crees?

–¡Es que Bartleby era una fotocopiadora!

¿Imaginas que Melville viajara al futuro para descubrir que su personaje es una máquina?

–[rie] Sí, pero encontraría otros Bartlebys. Todo el que realiza un trabajo mecánico en el que no hay inversión personal es un Bartleby. Hay muchísimos Bartlebys hoy, sí.

¿Le da pena?

–Forma parte de las cosas. Me parece más grave ser un Bartleby en todo momento de la vida. Lo triste es ser una fotocopiadora humana dentro y fuera del trabajo.

¿Se inspiró en alguien para crear a Bartleby?

–No. Fue un reto. Es un personaje que no hace nada, que no se mueve, y que tiene que expresar que por dentro pasan cosas. Por eso tiene unos ojos grandes, muy expresivos, para que pudieran transmitir todo lo que no podía hacer con el cuerpo. Necesitaba que el lector experimentara algún tipo de afecto por el personaje y decidí que fuera un joven relativamente atractivo para que, al final, sintieras algo por él.

Munuera firma un ejemplar de 'Bartleby'. J. E. C.

Entre Charles Dickens y 'El Libro de la Selva' postapocalíptico

Entre los próximos trabajos de Munuera se encuentra la adaptación para Dargaud de 'Cuento de Navidad, de Charles Dickens. «Yo soy ateo, pero es una historia que me emociona un montón de siempre. En mi versión, Scrooge es una mujer, lo que no cambia al personaje, pero sí puede cambiar la forma de leer la historia por parte del lector». Además, está desarrollando una historia juvenil en tres álbumes. «Es una especie de 'El Libro de la Selva'. La protagonista es una niña que vive en un Nueva York postapocalíptico y que puede hablar con naturalidad con los animales. Pero tiene una reflexión más cercana al 'Soy Leyenda' de Richard Matheson». Por último, colabora con con varios guionistas en otros proyectos de historias autoconclusivas.

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