Edición

Borrar
Javier Ruiz, maestro de la Universidad del Yoga de la Risa, en el domo en el que realiza sus clases, en Alfacar. ALFREDO AGUILAR

El maestro de la Universidad del Yoga de la Risa está en Granada

Javier Ruiz dejó el ejército y se convirtió en uno de los pocos maestros de la Universidad del Yoga de la Risa, una disciplina creada en India. Alumnos de todo el mundo vienen a su domo de Alfacar, donde imparte clases y ríe siempre que puede

Domingo, 15 de agosto 2021, 21:58

La cámara es incapaz de enfocar con tanto movimiento. Alfredo, el fotógrafo, intenta contener la carcajada para hacerle un retrato, pero es como un globo al que se le escapa el aire por un agujero. Javier Ruiz (Granada, 1963) se refleja en el objetivo mientras ríe a mandíbula batiente. Ríe tanto y tan bien que Alfredo, por más que lo intente, termina riendo con él. Ambos se quedan sin aliento y se frotan las lagrimillas de los ojos. Entonces, curioso, el fotógrafo le hace la pregunta:

–¿Todo el mundo se ríe igual?

–Claro que no –responde Javier–. La gente piensa que la risa es un lenguaje universal y no es exactamente así, cada país se ríe de una manera. Por ejemplo, en Portugal que se ríen con la 'erre' y en España lo hacemos con la 'jota'.

–¿Y hay una manera más saludable de reír?

–Sí. La risa saludable es con la 'hache', porque el aire sale del estómago y ayuda a ejercitar el sistema parasimpático, como en el yoga. No es lo mismo «jajaja» –se agarra la garganta– que «hahaha» –coloca la palma de la mano sobre la barriga–. Prueba.

–Jajaja... Hahaha.

–Hahahaha...

–¡Hahahaha!

–¡Hahahahaha!

Y otra vez, como si hubieran escuchado el chiste más gracioso de su vida, ambos lloran de la risa. Una risa sin razón, como la llama Javier. Una risa que se expande como un virus, que hace sentir bien y que tiene su propia universidad. Estamos en Alfacar, Granada. Concretamente, en el enorme domo de madera (una construcción semiesférica) que Javier ha construido con sus propias manos en el jardín de casa. El domo sirve de punto de encuentro para los voluntarios de su asociación y de aula para impartir talleres. Aquí vienen alumnos de, literalmente, todo el mundo. Y vienen a reír con él, bueno, a aprender a reír con él, con Javier, uno de los pocos maestros de la Universidad del Yoga de la Risa que existen sobre la faz de la tierra.

«Si ríes, incluso sin tener ganas –cuenta el maestro, sentado en un taburete, en el centro del domo–, de forma ejercitada, tu cerebro no encuentra la diferencia y cree que ríes porque te apetece, porque así lo sientes, y pones en marcha todos los mecanismos saludables que provoca reír, que son muchísimos». Antes de aprender los secretos de la risa, Javier se crió aquí, bajo las montañas de Alfacar, donde su padre era guarda forestal, en Puerto Lobo. Con 17 años entró en la academia militar y empezó a viajar por toda España. «Me especialicé en control aéreo y terminé en Combarro, un pueblecito de Pontevedra. Cuando salí del ejército le decía a los amigos que me gustaría hacer algo, que lo mismo me iba a la India a formarme en yoga. ¿En qué yoga?, me dijeron. ¿Es que hay muchos?, pregunté. ¡Hay hasta uno que se llama el Yoga de la Risa! Y me contaron la historia de su fundador... Lo primero que pensé es que estaban zumbados, ¡hahaha!».

Exterior e interior del domo, con Javier tocando el gong. A. AGUILAR
Imagen principal - Exterior e interior del domo, con Javier tocando el gong.
Imagen secundaria 1 - Exterior e interior del domo, con Javier tocando el gong.
Imagen secundaria 2 - Exterior e interior del domo, con Javier tocando el gong.

El Yoga de la Risa es un método que inventó el doctor Madan Kataria (Bombay, 1955). Para pagarse la carrera, Kataria trabajó muchos años de payaso y, en sus primeros días como médico, el estrés de la ciudad le desbordó. Buscando soluciones encontró que la risa, repleta de beneficios terapéuticos, era el camino y escribió un artículo titulado 'La risa, la mejor medicina'. «Entonces, juntó a un grupo de personas en un parque para reír –relata Javier–. Empezaron desde el humor, pero a los días todos se sabían los chistes y la gente se agotó. Entonces se dio cuenta de que había que ejercitar la risa sin razón y, con su mujer Maduri, profesora de yoga, mezclaron ejercicios de respiración, movimiento, baile... con ejercicios de inteligencia emocional y surgió el Yoga de la Risa».

Esta disciplina vive un boom en países como Francia, Alemania o Portugal, sobre todo en el ámbito educativo y en el empresarial. «A los ejecutivos les sienta muy bien dedicar dos minutos a esto –apunta–. Porque lo bueno que tiene es que una vez que aprendes el Yoga de la Risa ya te acompaña siempre, no necesitas ningún terapeuta ni un humorista que te haga reír, como en la risoterapia». En España está creciendo poco a poco, entre otras cosas gracias a la labor de Ruiz, que tiene en Alfacar la sede de la Universidad Iberoamericana del Yoga de la Risa. «Estuve un mes en India, con otras seis personas, formándome con el doctor Kataria. Y ahora soy yo el que forma por todo el mundo o vienen aquí a aprender».

Javier Ruiz, agachado junto a Madan Kataria, en uno de sus viajes formativos a Bombay. IDEAL

–¿Podemos hacer un ejercicio, para entender de qué va esto?

–Sí, claro. Levantaos. Abrid las palmas de las manos y estirar los brazos. Conforme cerramos los puños y los acercamos al cuerpo, inspiramos. Luego soltamos el aire con una carcajada: ¡Hahahaha!

–¡Hahahaha! –repiten los periodistas.

–¡Hahahaha!

–¡Hahahahaha!

Las mariscadoras

Cuando terminó su formación con el doctor Kataria, Javier regresó a Combarro, un pueblecito al borde del mar. Desde la ventana de casa veía a las mariscadoras trabajar incansablemente, todos los días, bajo el sol y la lluvia. «Me bajé a hablar con ellas y me contaron que estaban hechas polvo. Le propuse a la presidenta de la asociación de mariscadoras hacer sesiones gratuitas de Yoga de la Risa. Los monjes del Monasterio de Poio nos ofrecieron un gran salón donde nos juntábamos entre 50 y 70 personas, todo mujeres, dos veces en semana. Estuvimos un año riendo ¡hahaha!».

Los monjes de Poio trabajaban con la prisión de Pontevedra y, viendo el poder de la risa, le llevaron a hacer un taller con los presos. Luego pasó al centro de Inserción Social de Vigo. Y luego a todas las demás prisiones de Galicia. «Creé el programa 'Ríe Mundo' con el que hemos estado en casi todos los centros penitenciarios de España. De hecho, ahora trabajamos en el Centro de Albolote, en el módulo de mujeres y en el módulo terapéutico; y aquí –rodea el domo– nos juntamos para organizar las actividades». Javier coordina a un grupo de voluntarios que varia a lo largo del año, de la decena al centenar, según el proyecto. «Hay médicos, enfermeros, amas de casa y todo tipo de personas», apunta.

Javier ha llevado el Yoga de la Risa a casi todos los centros penitenciarios de España y ahora trabaja en el de Albolote

Hace un par de años, su hija se independizó y Javier pensó que había llegado el momento de volver a los orígenes. «Me volví a la casa de mis padres, construí el domo y ahora es una Universidad ¡hahaha!». «Lo de universidad, por cierto –interrumpe la carcajada– es por el hecho de homogeneizar, para que sea un modelo reutilizable en los distintos países y cultural, pero que no es una universidad reglada como tal, claro. Es más la esencia».

Risa, amor y paz, en Alfacar. A.A.

Hay tres tipos de cursos del Yoga de la Risa. «Hay formaciones de un día, un curso básico para que aprendas a reír para ti mismo y conectes con los beneficios de propia risa sin depender de algo que la active. Hay cursos de dos días, pensados para aprender a trabajar con un grupo. Y el de cinco días es para formar profesores. El precio es igual en todo el mundo: 95, 250 y 675 euros». ¿Tan sano es reírse? «Si la gente supiera lo buscaría como agua de mayo ¡hahaha! –responde Javier–. El problema que tenemos hoy es que esta sociedad tan exigente nos obliga a estar alerta y segregamos mucha cortisona y adrenalina. Pero el cuerpo también necesita relajarse, la musculatura no puede estar tensa todo el día. Ni la mente».

Uno de los usos habituales del Yoga de la Risa es en el mundo educativo. Según cuenta, ya hay profesores en Granada que, en mitad de clase, hacen una pausa de tres minutos para hacer un ejercicio. «El profesor capta la atención de los alumnos y todos se sienten mejor para seguir... Porque de eso va esto –Javier señala su camiseta, en la que se lee «bienestar dicha y paz en el mundo»–, de expandir la paz en el mundo a través de la risa. Cuando reíamos a carcajadas lo único que hay en nuestro ser es paz. Si tienes paz en ti, lo que estás transmitiendo a los que están alrededor es paz y eso se va expandiendo, expandiendo, expandiendo...».

–Como el virus.

–¡Sí! Ahora, cuando acabo un curso siempre le digo a los alumnos: lo siento, pero tenéis un virus más. Uno muy contagioso. El virus de la risa ¡hahahaha!

Javier Ruiz. R. I.

Un Skype por la mañana y un Zoom antes de dormir

Con la llegada de la pandemia, a Javier Ruiz se le ocurrió organizar videollamadas en grupo, abiertas al que quisiera, para reír durante unos minutos. «Ponemos la cámara y reímos juntos con algún ejercicio», explica el granadino. Aquella idea 'temporal' se ha convertido, sin embargo, en una rutina diaria. Ahora, cada mañana, abren un grupo en Skype para empezar el día con una buena y saludable carcajada;y, por la noche, antes de dormid, diez minutos en Zoom para relajar cuerpo y mente. «Con esto de la distancia y las mascarillas, al menos así podemos vernos la cara y reír juntos».

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal El maestro de la Universidad del Yoga de la Risa está en Granada