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María, Julia y Daniela, el soberbio talento de las tres hermanas Dueñas

María, Julia y Daniela, el soberbio talento de las tres hermanas Dueñas

TRES HERMANAS ·

María ya es una joven estrella del violín; Julia ha debutado en el Musikverein y Daniela despunta con el violonchelo

Sábado, 6 de marzo 2021

El caso de las hermanas con éxito en el mundo de la clásica no es algo aislado. Están las Labèque, pianistas, y las Bertholet, violinista y chelista. Pero son 'solo' dos. El caso de las hermanas Dueñas supone un paso adelante, porque son tres, y las tres con un gran futuro en este difícil sector. Su historia es una auténtica aventura desde el primer momento, cuando, como recuerda María, su profesora del Conservatorio le dijo que tenía que irse fuera para seguir progresando.

Su padre, Santiago Dueñas, funcionario público ahora retirado, la cogió de la mano y emigraron a Dresden, sin conocer el idioma, ni la cultura... «Esta niña tiene algo», recuerda Santiago que le decían los profesores de María. Así que, tras reflexionar largamente, se lanzó a la aventura, a pesar de las circunstancias. Entonces, la mayor de las Dueñas tenía 11 años. Tras casi dos años en Dresden, muy duros porque María simultaneó la enseñanza artística con la académica española –tenía que ir a examinarse a la embajada española en Berlín–, acudieron a Viena a una audición del gran maestro Boris Kuschnir, toda una institución en la Universidad de aquella ciudad, quien aceptó a María como alumna. La familia para entonces ya se había reagrupado, dejando atrás empleos, casa e hipoteca, trasladándose a la antigua capital del imperio austrohúngaro, una ciudad «increíble y preciosa», tal y como la define la granadina.

Concierto de pijamas en su casa | Julia en el Musikvererin | Daniela con su primer 'violonchelo'
Imagen principal - Concierto de pijamas en su casa | Julia en el Musikvererin | Daniela con su primer 'violonchelo'
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Imagen secundaria 2 - Concierto de pijamas en su casa | Julia en el Musikvererin | Daniela con su primer 'violonchelo'

Comenzó relativamente pronto a ganar concursos: el Telemann de Polonia, el Leonid Kogan de Bélgica, el de Zuhai (China), y un largo etcétera, cuyo último peldaño es la Carnegie Competition, que le abrirá las puertas del más conocido escenario de la clásica neoyorkina en la nueva temporada, si todo va bien. La violinista aprecia mucho, como no podía ser de otra manera, cada reconocimiento, y los ve como un acicate para seguir progresando en una carrera de por sí larga.

Desde que ganara aquel primer concurso, comenzó a recibir invitaciones para tocar con orquestas de primer nivel, entrando en una dinámica de viajes que aún hoy se mantiene, a pesar de las dificultades generadas por la pandemia. «He perdido un buen número de conciertos», advierte María, pero solo en las últimas semanas, ha actuado en el Auditorio Nacional con la Orquesta Nacional de España y en Gijón y Oviedo, en España, mientras que en febrero ha tenido tres compromisos en Recklinghausen, Kamen y Mülheim, en Alemania. Comienza este mes en Lucerna (Suiza), y luego tiene un compromiso en Palma con la Sinfónica de Baleares. En las próximas semanas, le dirigirán nombres como Manfred Honeck o Nodoka Okisawa. Su carrera va viento en popa.

María (18), la iniciadora de la saga y una joven estrella internacional

Nacida en 2002 en Granada, se trasladó a Alemania tras ganar la convocatoria para estudios en el extranjero de Juventudes Musicales de Madrid, conseguir la beca Wardwell de la Fundación Humboldt y gracias al apoyo de Industrias Kolmer. En la presente temporada, destaca su debut con Manfred Honeck por partida doble con la Filarmónica de Oslo y la Sinfónica de Pittsburgh, su regreso al Festival de Colmar bajo la batuta de Vladimir Spivakov, su debut en Lucerna con la KKL y el maestro Michael Sanderling así como conciertos en el Rheingau Music Festival y Schleswig-Holstein Festival.

Incertidumbre

Ello no obsta para que toda la familia tenga los pies muy en el suelo. Santiago, su padre, y María, su madre, apelan a la unidad y al realismo como dos de los valores más importantes. «En la música todo es incierto. Esta pandemia nos ha revelado que el trabajo de un músico se puede ver afectado por múltiples factores. Además, tenemos muy claro que no hay milagros», aseguran. María, y sus hermanas Julia y Daniela, son quienes son porque en su hogar, desde siempre, han sentido la música como algo propio.

Sus padres miran con alegría cómo cada una va buscando su camino, y Santiago recuerda cuando él mismo pasó por el Conservatorio y se inició en el acordeón. «Desde muy pequeñas, la música que escuchábamos en el coche era clásica. A todos nos gustaba porque nos hacía los viajes más agradables. Luego, María empezó a venir conmigo a los conciertos de la OCG. El resto del público la miraba pensando que no iba a aguantar el concierto entero. No le llegaban los pies al suelo. Yo también pensaba que me iba a tener que ir a la mitad. Pero no. Nada mas lejos de la realidad».

Julia (15), ganadora de importantes premios y en constante ascenso

Julia también nació en Granada y, tras mudarse a Alemania, asistió a la clase para niños dotados de la universidad Carl Maria von Weber con Olena Danyliuk en Dresde. Ha sido galardonada en numerosos concursos en Alemania, Austria, Italia y República Checa, obteniendo el primer premio en el Concurso Goldene Note, con su posterior debut en la Sala Brahms del Musikverein de Viena; el International Vienna Competition; el primer premio de Jugend Musiziert, y segundo en el International Violin Competition Josef Micka en Praga. También ganó la International Young Musician Competition en Treviso (Italia).

La vocación por la música fue creciendo en la familia Dueñas casi por ósmosis. La segunda de las hermanas, Julia, tiene en la actualidad 15 años, y también toca el violín. «Desde muy pequeña, me gustaba escuchar a María», recuerda. Empezó tocando el piano –cuando los pies no le llegaban a los pedales– y el violín a la par, y al final acabó decidiéndose por este último, porque, afirma, «la sensación de soledad es menor». Tras comenzar sus clases en Granada, siguió formándose en Alemania y Austria. Como otras hermanas heredan la ropa, ella heredó el primer violín de María, el pequeñito, un instrumento que está dando bastante de sí, de las más diversas formas. Además de haber sido usado por María y por Julia, el recoleto instrumento fue también el primer 'chelo' de Daniela. No cabe mayor aprovechamiento.

El primer concierto de Julia con orquesta tuvo lugar a los 11 años, en Viena, tras ganar un conocido concurso. Luego, ha sido solista con orquestas como la Deutsche Streicher Philharmonie, con Wolfgang Hentrich en la tarima. Ahora, ha tenido que suspender también varios compromisos tanto en Austria como en Alemania por culpa de la pandemia. Evidentemente, se mira en el espejo de María, pero, como también es normal, trata de imprimir su propio estilo a su trabajo. Afirma que, para ella, el violín «es un amigo, un compañero, un cómplice al que transmitir penas y alegrías». Su profesora es una antigua alumna de Kuschnir, el maestro de su hermana, Tatiana Sottrifer.

Su dedicación diaria a la música es variable, ya que la tiene que compaginar con los estudios académicos. Por ello, valora extraordinariamente su desempeño con el violín, y acepta con agrado la dura disciplina que exige. «La recompensa más importante que pueden darme quienes acuden a mis conciertos es decirme que les he hecho disfrutar», comenta con una sonrisa.

Daniela (12), una chelista que ya toca con orquestas austríacas

Como sus hermanas, nació en Granada, donde inició sus estudios con Nona Aleksandrova Tabakova. Luego, se trasladó a Dresde, donde los continuó en la clase infantil de la Escuela Superior de Música Carl María von Weber. Ahora, acude a la clase de la pedagoga Lilia Schulz-Bayrova en la Universidad de Música y Arte de Viena. Ha debutado como solista con la Orquesta Juvenil de la Escuela Johann Sebastian Bach con Wolfgang Hentrich, y ha actuado en la Casa de Mozart y en el Musikverein de Viena. Desde 2016 es el chelo principal de la Orquesta del Musikgymnasium de Viena dirigida por el maestro Georg Kugi.

La benjamina

Daniela es la más pequeña de las hermanas Dueñas, y tiene 12 años. Ha roto la tendencia de sus hermanas, escogiendo unas cuerdas mucho más contundentes. A los cuatro años cogió un día el violín pequeño de María y le dio la vuelta, convirtiéndolo en un chelo. Por supuesto, sin pedirle permiso a su hermana, que se encontró el 'concierto' en el primer peldaño de la escalera, con atril y todo. «Pásame la página, que esta ya la he tocado», le dijo entonces a su hermana mayor, con toda tranquilidad. Daniela siente el chelo como una prolongación de sí misma. «Me encanta cómo suena, su capacidad para expresar cómo siente un corazón; pienso que muestra las emociones como ningún otro», afirma. Piensa además que su elección complementa la de sus hermanas: «En muchas ocasiones tocamos música juntas. Hacemos tríos de cuerda, y a veces, María se pone al piano, que es el instrumento con el que compone, e interpretamos algunas piezas compuestas por ella», asegura la benjamina.

María, en su debut en el Festival de Música y Danza, en 2017 RAMÓN L. PÉREZ

Habrá quien pueda pensar que en la casa vienesa de las tres granadinas y sus padres todo está teñido de un matiz de cierta solemnidad clásica. Nada más lejos de la realidad. «Cada instante se están peleando», dice Santiago, entre risas. «Eso no es verdad», le responden las tres al unísono. Por lo demás, tienen las actividades propias de su edad: tomar algo con sus amigos, 'robarse' la ropa... También se escucha de vez en cuando alguna ráfaga de música pop en alguna de las habitaciones. Ahora, cuando cada vez se hace más complicado coincidir todos –aunque el verano pasado consiguieron venir a Granada–, lo que más valora la familia Dueñas es sentarse en el sofá y ver una película, o pasar tiempo juntos. La vida de músico es muy complicada, pero a las tres hermanas la fuerza para afrontarla les sale de dentro.

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