Mayo volvió a oler a gramola y bandoneón
crítica ·
La preciosa voz de Héctor Alterio puso broche de oro al 33 Festival Internacional de Tango de GranadaSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
crítica ·
La preciosa voz de Héctor Alterio puso broche de oro al 33 Festival Internacional de Tango de Granadaandrés molinari
Lunes, 17 de mayo 2021, 00:27
Con la edad de Jesús, el Festival de Tango de Granada ya alcanza la inmortalidad. Contra viento y pandemia, él sigue creando noches de placer para los sentidos y de magia para la imaginación, haciendo del Isabel la Católica el altavoz de esa gramola en ... la que giran los ecos de Gardel y se enhebra la novedad de Piazzola, del que este año se cumple su centenario. Han sido cinco noches de reencuentro con ese género que cada primavera nos visita desde el hemisferio austral haciendo más pequeño el Atlántico y más necesario en amor entre los hombres.
Ayer domingo, cuando el sol mostraba su tristeza malva por tener que abandonarnos, un turbión de sones, acunados por un escenario azulado, se derramó sobre nuestro teatro lleno de ganas y ruidoso de aplausos. Tras un sabroso aperitivo a cargo de Carlos Guevara y Dévora Godoy, toda la noche fue alentada por el brioso son del cuarteto de Juan Esteban Cuacci. Un conjunto que desdeña los bandoneones clásicos y las voces arrabaleras para modernizar aquel género que nació como queja en el sur y hoy vagabundea con complacencia por medio mundo. Si el piano, armonioso y cálido, llevó la voz cantante, el bajo mantuvo su humildad, tanto con el arco como con los dedos, la batería puso el punto disonante con excesivo protagonismo, sequedad en la baquetas y golpes a destiempo. Y junto a tres hombres más o menos coordinados, la belleza plúrime de la viola en manos de mujer. Tímida alegría, que si el violón ríe e incluso carcajea, la viola sólo sonríe y si acaso ronronea.
Luego, el cuarteto transfigurado de protagonista en acompañante. Y nada menos que acompañando al grandísimo Héctor Alterio, en su cuasi escenificación de la operita de Horacio Ferrer, que un día nos visitó, titulada 'María de Buenos Aires'. Camisa roja, chupa oscura y guedejas de plata tras las sienes, metal de luna que refleja aquel mar del Plata que lo vio nacer hace 82 años. Poco amorrado sobre el atril sin desmorone ni pose, manos con el aspaviento justo, mirada atenta a la lectura y de pronto los ojos clavados en el público como sagitas de estremecimiento. Una voz acordada con la viola, con más terciopelo que aguardiente compensado con sus precisas inflexiones y sus precisos matices la cierta uniformidad, que no monotonía, de su cuarteto acompañante. Noche inolvidable de versos imposibles, amores hasta la ultratumba y un artista de ambos hemisferios en el mejor momento de su vida.
A pesar de que la belleza creada por los hombres es un permanente estado de alarma, el tango nunca pudo ser confinado. No existe cierre perimetral, por muy equinoccial que sea, que sea capaz de abarcarlo por completo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.