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María Dolores Martínez
Domingo, 6 de abril 2025
Cada edición del festival a beneficio de Down Granada tiene siempre un aliciente especial que hace de cada convocatoria un acontecimiento inolvidable. Por ello, estaba ... cantado que su vigésimo séptima edición, celebrada ayer en la Monumental de Frascuelo, volvería a ser todo un éxito. Más de dos tercios de entrada, mucha gente joven en los tendidos, siete orejas y toreo de los que hacen afición. Sin duda, la mejor 'master class' para las nuevas generaciones. Aunque el cartel contaba con el regreso de Enrique Ponce y Pepín Liria para despedirse definitivamente de Granada, solo el maestro de Cehegín pudo disfrutar de este adiós por la baja del diestro de Chiva. Le tocó abrir plaza con un novillo de Matilla, mansurrón, al que recibió con una larga cambiada y lanceó con sentimiento a la verónica. Tras brindar al Cielo, el planteamiento de faena cambió radicalmente porque el astado no tuvo fijeza y hubo que buscarle las vueltas, perderle pasos y tirar de conocimiento y corazón. Pinchó en todo lo alto antes de enterrar una estocada honda. Paseó una oreja, pero seguro que no hubo mejor recompensa para él que lucir orgulloso a su pequeño nieto Marcos, mientras daba la vuelta al ruedo.
Morante es único e irrepetible y, por ello, cuando el maestro de La Puebla torea con el alma, y pone su corazón en cada detalle, cada faena es una obra de arte y una evocación de tauromaquias antiguas. Da igual que su oponente no coopere o que se quede mermado tras una voltereta. Cuando el sevillano lo ve claro, no se puede torear ni mejor ni más despacio. Y ayer lo hizo para lancear al ralentí, quebrar la cintura y acompañar con el cuerpo cada muletazo. Tiene duende hasta para cuadrar al toro e irse detrás de la espada como un cañón y, por ello, las dos orejas logradas son lo de menos porque Morante ya es un premio en sí mismo.
Como no podía ser menos, David Fandila 'El Fandi' pisó con mando en plaza en su tierra. Está en un momento inmejorable, sobrado de todo, y su capacidad quedó más que demostrada en todos los tercios, pese a que su novillo no terminó de romper del todo. De ley las dos orejas que paseó tras una gran estocada. No le fue a la zaga Miguel Ángel Perera en cuanto al dominio de los terrenos. Hubo que recortar distancias y pasarse muy cerca al de Olga Jiménez porque le faltó desplazarse. Una carencia que dio aún más importancia a todo lo logrado, con fases muy importantes y el único lunar de la colocación de la espada. Por ello el premio quedó en un único trofeo.
A Talavante le duró muy poco el quinto. Prometía mucho más el de García Jiménez pero sus opciones de triunfo, pese a intentarlo, se diluyeron como las fuerzas del toro. Se quedó sin oponente y sin trofeo tras pasaportarlo de media estocada.
Se esperaba con mucha ilusión la presentación del novillero sevillano Javier Zulueta, llamado a ocupar un lugar entre los grandes. En el año en que tomará la alternativa en la Feria de San Miguel, brindó a su futuro padrino, Morante de la Puebla, una actuación de acusada personalidad y excepcionales maneras artísticas, solo malograda con la espada. Pese a todo, se le premió con una merecida oreja.
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