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El miliciano del Castillo de MoclínSon las nueve de la mañana en el Laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada, en el PTS. La catedrática Inmaculada Alemán Aguilera mide, calibre en mano, los restos de un esqueleto que llegó hace unos días a su departamento provenientes de la excavacaciones que acaba de finalizar la Delegación de Cultura en el Castillo de Moclín. ¿Quién es ese señor o señora?
Año 1947. El Castillo de Moclín, cementerio, trinchera del ejército golpista durante la Guerra Civil y lugar de ajusticiamiento –los balazos se pueden ver con total claridad en uno de los muros del aljibe, utilizado como paredón–, seguía manteniendo aún sus funciones militares. Y hasta allí fue trasladado un crío de entre 14 y 16 años, apresado cerca de Moclín y que, probablemente, formaba parte de los grupos de resistencia contra las tropas de Franco que se refugiaban en la Sierra de los Olivares. Lo apalizaron hasta la muerte.
Y en este punto conectan las dos historias, la del Laboratorio de Antropología Física de la UGR y la del infante maqui de 1947 en el Castillo de Moclín. Sí, son la misma persona. No sabe cuáles eran su nombre y apellidos. Solo se conocerían si las pruebas de identificación genética arrojaran un resultado positivo. Que haya coincidencia entre su ADN y alguna de las muestras del banco de datos de Memoria Democrática.
Pero esa incógnita no se resolverá –si se resuelve– hasta dentro de un tiempo. A pesar de ello, sí se puede extraer bastante información sobre el individuo gracias al análisis de los huesos y gracias sobre todo a los conocimientos de profesionales tan prestigiosas como Inmaculada Alemán, catedrática de Antropología Física de la UGR que colabora habitualmente con el Barranco de Víznar y que hoy día coordina también los estudios antropológicos en el Valle de Cuelgamuros.
No le pegaron un tiro. Falleció tras recibir un impacto contundente que le fracturó el fémur derecho, lo que en esos tiempos llevaba aparejado la hemorragia letal de la arteria femoral. «También tiene huellas de defensa en la mano derecha», dice Alemán. Es decir, se protegió de los golpes a la altura de la cara. El óbito no se produjo de forma inmediata.O sea, que pereció después de agonizar. Tremendo.
¿Y por qué hacia 1947? Por otro dato muy relevante. Fue a partir de ese año cuando la autopsia era obligatoria. Y a este muchacho, que lo sepultaron en un modesto ataúd de madera, se la hicieron, tal y como se observa en las señales del frontal y el occipital y las costillas. Serraron la bóveda craneal y le abrieron la cavidad torácica. «Se hizo de forma rápida», concluye Alemán. Una teoría que se ve reforzada por el hecho de que no le quitaran los ropajes. El perfil biológico, más complicado de realizar porque el susodicho estaba en proceso de crecimiento, revela que era un hombre por las características de la pelvis.La edad, «quince años con un margen de error de más o menos un año», se deduce del estado de desarrollo del tercer molar, la muela del juicio, que no está formada en su raíz. «También hay evidencias de raquitismo en el antebrazo», asegura Alemán.
Lo que impresiona –y humaniza– son los restos materiales. El equipo dirigido por el arqueólogo Ángel Rodríguez ha localizado en un estado de conservación razonable las albarcas que llevaba el chaval en el momento de fenecer. Eran de tela con suela de goma fijada con tachuelas. En la izquierda se halla el talón y los dedos del pie. También se ha encontrado el botón de una camisa, dos hebillas y el cinturón con una cartuchera en la que había cuatro proyectiles de siete milímetros de un rifle Mauser.
Manuel López Moreno es técnico de Cultura del Ayuntamiento de Moclín, historiador y coautor del libro 'Guerra Civil en los pueblos de Moclín' junto a Andrés Fernández Martín yMaría Isabel Brenes Sánchez. Manuel ha investigado en profundidad todo lo que sucedió en la zona entre 1936 y 1939 y en la etapa posterior de la represión. Tras acabar la contienda, un contingente de tres mil soldados fieles al derrocado Gobierno de la República huyeron hasta la cercana Sierra de los Olivares.
1947 El joven miliciano fue asesinado de una paliza en 1947 o posteriormente. En ese año se instauró la obligación de hacer la autopsia y a este maqui se la realizaron.
3.000 Se estima que unos tres mil milicianos fieles al Gobierno republicano cruzaron el río Velillos para refugiarse en la Sierra de los Olivares conforme el ejército golpista iba ganando plazas como Puerto Lope, Pinos Puente o Moclín.
Muchos de ellos acabaron en el campo de concentración de Búcor, situado entre Pinos Puente y Moclín, y otros se organizaron en partidas para seguir luchando. Una de las más conocidas fue la de Ollafría. No se descarta que este militar que ha aparecido en el Castillo de Moclín pudiera pertenecer a ella. La fecha –ocho años después de que finalizara la Guerra– también es verosímil. Las órdenes eran precisas. A partir de 1947 no se hacían prisioneros.Nadie podía salir vivo de las sierras. Se produjeron escaramuzas más intensas.
Según Manuel López, entre 1936 y 1939 el Castillo fue empleado por los sublevados para salvaguardar el pueblo de las intentonas republicanas de recuperarlo.La última, el 18 de enero de 1939. Los soldados que eran detenidos en el transcurso de estas refriegas eran fusilados en la fortaleza, normalmente en la madrugada o justo al alba. «Yo escuché a nuestros mayores que los enterraban en una fosa común, aunque aún no hemos podido constatar su existencia», cuenta Manuel López. «La persecución posterior a la Guerra –agrega– fue dura porque en Moclín estaban implantados movimientos relacionados con las sociedades obreras».
Según Manuel López, Moclín no mostró mucha oposición a la ocupación por la Brigada Mixta de la División número 32 al mando del coronel Lorenzo Tamallo el 4 de octubre de 1936. Los batallones de la República cruzaron el río Velillos y huyeron hacia la Sierra del Marqués, situada en la otra vertiente, para enrolarse en el frente, cuya base se encontraba en Iznalloz.
Los franquistas, después de hacerse con Montefrío y Puerto Lope, tardaron poco en sumar fuerzas en Pinos Puente y avanzar hasta Moclín, que era la salida natural hacia Alcalá la Real y hacia la parte occidental de Andalucía. Para no perder posiciones en Moclín, que era una ubicación geoestratégica –lo ha sido a lo largo de toda la historia–, establecieron una red de trincheras en el Castillo, aprovechando la construcción preexistente, en las Canteras, en el Cerro de Pital y en Tózar.
La historia se convierte en actualidad gracias a la arqueología. Una historia que, desde ya, también es la de un crío de quince años enrolado en la guerra y al que mataron de una paliza en el Castillo de Moclín.
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