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Luis José García-Pulido, en una reciente visita a las minas auríferas de la Lancha. RAMÓN L. PÉREZ

Mina de oro del Cerro del Sol, ruina sobre ruina

Patrimonio ·

Científicos claman por la protección del yacimiento de Lancha del Genil, uno de los más importantes del sur de la Hispania romana y abandonado desde 1893

Jorge Pastor

Granada

Viernes, 26 de febrero 2021, 01:21

Ahora es una ruina. Y como no se frene ya el proceso de deterioro, los vestigios de la mina de oro del Cerro del Sol dejarán de ser una ruina para convertirse en nada. En un enorme solar lleno de ladrillos. En los últimos años se ha venido abajo una arcada del edificio principal, la fábrica metalúrgica de amalgamación del oro, a pocos metros de la iglesia de Fátima de Lancha del Genil, y también recientemente se ha producido la ocupación de la entrada de la Mina del Zapatero. Las alarmas han saltado. Una explotación aurífera con más de veinte siglos de antigüedad, una de las más importantes de la Hispania romana, corre riesgo de desaparecer si no se actúa más pronto que tarde. Ésa es la percepción de la comunidad científica, que pide a las administraciones un plan de actuación en un yacimiento que hoy día cuenta con un nivel de protección que no obliga al mantenimiento por parte de sus propietarios –al parecer particulares–, pero que debería de preservarse por su importancia histórica y patrimonial.

Restos mineros. RAMÓN L. PÉREZ
Imagen principal - Restos mineros.
Imagen secundaria 1 - Restos mineros.
Imagen secundaria 2 - Restos mineros.

«Lo primero sería delimitar el espacio por el peligro de que alguien se accidente, al tratarse de un lugar frecuentado por excursionistas, y para evitar un mayor daño a lo poco queda en pie, apenas un diez por ciento de todo lo que algún día hubo aquí», asegura Luis José García-Pulido, investigador titular del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Escuela de Estudios Árabes y una de las personas que más ha estudiado esta explotación. «Lo siguiente –agrega– sería declararla zona arqueológica para protegerla y posibilitar que se realicen excavaciones científicas, ya que, aunque parezca increíble, nunca se han acometido en la mina, lo que nos permitiría saber qué restos corresponden a la época romana y cuáles son del siglo XIX, cuando se recuperó la actividad durante unos años y se levantaron todas las construcciones que subsisten».

«El último paso sería la puesta en valor mediante la creación de un centro de interpretación», dice García-Pulido, quien recuerda que la mina de las Médulas en el Bierzo (León), similar a la de Granada aunque diez veces más grande, tiene la consideración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco desde 1997. «Para que nos hagamos una idea de la relevancia que tiene todo esto», subraya el científico del CSIC.

La parcela, que no cuenta con delimitación, aún mantiene elementos reconocibles como estas escaleras. RAMÓN L. PÉREZ

El Ayuntamiento de Granada ha señalado que, en efecto, la figura de protección es muy baja, lo que limita las posibilidades de actuar de oficio. «Sólo se puede hacer si se valora que se puede producir un derrumbe». Los técnicos del área de Urbanismo están realizando un informe.

Estas instalaciones llevan transformándose –y degradándose– desde 1893, que fue cuando falleció el industrial parisino Adolphe Goupil, que realizó una importante inversión en el decenio de 1880 –fue en 1888 cuando la mina funcionó a pleno rendimiento–. Una inversión, por cierto, nunca rentabilizada. Habría que procesar mucho material, con todo el coste que ello suponía, para obtener una proporción ínfima del preciado metal. La concentración en los aluviones del Cerro del Sol era de 500 miligramos por cada metro cúbico de terreno en el siglo XIX, aunque unos estudios más recientes apuntan a 300 miligramos por cada metro cúbico en el Hoyo de la Campana, en la ladera meridional del Cerro del Sol.

Dependencias de la fábrica metalúrgica de amalgamación del oro. RAMÓN L. PÉREZ

Pero retornemos unos dos mil años atrás. Más allá de los testimonios del geógrafo Estrabón, quien escribió que a finales del siglo I antes de Cristo ya había yacimientos de oro en la cordillera perteneciente a la Bastetania, entre las que se incluiría Sierra Nevada, las técnicas de explotación apuntan a la Roma imperial, entre los siglos I y III después de Cristo. Hay muchísimas similitudes con las Médulas. También hay ingenieros que apuntaban a esta cronología ya en el siglo XIX. El patrón de la moneda en esta etapa ya era el oro –lo fue desde Augusto–. Básicamente se empleaba agua para desmontar los aluviones que se generaron en la zona de Lancha del Genil en la época del sistema Cuaternario.

Agua para los palacios

Demos un salto en el tiempo. En contra de lo que muchos piensan, se ha descartado ya que los musulmanes tuvieran mayor interés por esta mina con labores subterráneas y a cielo abierto. Pero el que no tuvieran mayor interés, no quiere decir que no aprovecharan estas infraestructuras. Las mismas canalizaciones que captaban recursos hídricos de la cabecera del río Beas, que se usaban para sacar el mineral, fueron empleadas posteriormente como acequias que regaban los suntuosos palacios erigidos por el soberano nazarí Muhammad V en las inmediaciones de la Alhambra. Entre ellos, el de los Alijares, cuyas huellas aún perduran en uno de los patios del cementerio de San José.

Los restos de construcciones que aún se mantienen en pie datan de finales del siglo XIX. RAMÓN L. PÉREZ
Imagen principal - Los restos de construcciones que aún se mantienen en pie datan de finales del siglo XIX.
Imagen secundaria 1 - Los restos de construcciones que aún se mantienen en pie datan de finales del siglo XIX.
Imagen secundaria 2 - Los restos de construcciones que aún se mantienen en pie datan de finales del siglo XIX.

Tampoco los Reyes Católicos –ni sus sucesores– 'echaron cuentas', valga la expresión, a la explotación aurífera de la Lancha. ¿La razón? El descubrimiento de América. Lo que aquí suponía un enorme esfuerzo, allí se lograba de una manera muy sencilla, en filones y en depósitos aluviales, en grandes volúmenes. Los barcos españoles venían de las Indias cargados de oro, y llevaban el mercurio de Almadén a América para amalgamar los metales preciados

La iglesia de Fátima de la Lancha está cerca de la mina. RAMÓN L. PÉREZ

Otra fecha clave es 1825, cuando se instaura la ley que libera a los interesados en tierras mineras a pagar un cuantioso canon a la corona. Fue cuando comenzó a aflorar el capital extranjero. Sólo en la ciudad de Granada y sus alrededores se contabilizaron en torno a medio millar de 'denuncios mineros'. Y en este contexto fue cuando apareció Adolphe Goupil, que resucitó la minería aurífera en Lancha y realizó todas las edificaciones, incluido un poblado que sucumbió ante la presión urbanística de Granada hacia las faldas de Sierra Nevada.

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