Minarete de al-Ta'ibin: cuando había mezquitas por todos los barrios de Granada
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La piqueta fue implacable con todos estos edificios, pero se conservan restos como el minarete de la mezquita de los conversosÁngel Rodríguez Aguilera
Domingo, 29 de noviembre 2020, 00:54
Uno de los elementos más significativos e identitarios de la cultura andalusí es la presencia de una nueva tipología de edificio de culto religioso: la mezquita. Es quizá la construcción más emblemática en todas las poblaciones y el urbanismo queda condicionado por su presencia focalizando la vida cultural y comercial. En muchos casos, como en el de la Gran Mezquita de Córdoba o Santa Sofía de Estambul, fueron fundadas sobre antiguos templos cristianos, y de la misma forma tras la conquista cristiana, la mayor parte fueron reconvertidas en iglesias o simplemente desaparecieron.
En Granada, como capital del último reino musulmán de la Península Ibérica, se exacerbó ese sentimiento de identidad y de pertenencia a un mundo en proceso de desaparición por la absorción de otro, el castellano y cristiano, de modo que los centros de culto religioso eran muy numerosos.
Los más sencillos eran los morabitos, pequeñas construcciones vinculadas a algún personaje o santón, que generaba en torno a su figura – y al edificio en el que residía– un centro de veneración popular. En Granada eran muy abundantes e incluso podían provocar la creación de pequeños cementerios y barrios, aunque solo nos ha llegado en pie el morabito que hoy es la ermita de San Sebastián.
Otra forma de religiosidad eran las zawiyas y los ribats, de connotaciones muy parecidas pero con cierto carácter militar, como por ejemplo el que había en el solar que hoy ocupa la iglesia de San Miguel Alto, coronando la muralla del siglo XIV. Desde el punto de vista arqueológico el único conocido es el que se excavó hace unos años en el Cobertizo Viejo, en la carretera de la Zubia.
Mezquitas las había de barrio y en los arrabales, pero la más importante era la Mezquita Mayor, o Aljama. En Granada hubo dos: la primera y más antigua, la fundada en el siglo XI en el lugar que hoy ocupa la iglesia del Sagrario, y otra, la del Albaicín, integrada en parte en la Colegiata del Salvador fechada a partir del siglo XIII. Junto a éstas eran conocidas otras menores, como la de los Conversos, la de Badis, los Algodoneros, la del Nogal, la del Borge... pero todas fueron despareciendo sin excepción a partir de 1501, cuando se rompe el espíritu de las Capitulaciones y se inicia la etapa de la Granada morisca.
La estructura de la mezquita es casi inmutable al paso del tiempo y su ubicación geográfica dentro del mundo musulmán: todas tienen un espacio – normalmente un patio– para las abluciones, ritual necesario para purificarse antes de acceder a la sala de oración; una torre o alminar para convocar a los creyentes en las horas del rezo, y la propia sala de oración, divida en naves, con un muro frontero –la quibla– orientado hacia La Meca en cuyo centro se abre un nicho –el mihrab– donde se concentra toda la atención de los fieles.
La piqueta fue implacable con estos edificios, símbolo inequívoco de las antiguas tradiciones y de una fe erradicada. Solo se salvaron milagrosamente algunos ejemplos que nos resultan sin duda escasos en comparación con la proliferación de estos templos en la ciudad nazarí, donde solía haber más de una mezquita o morabitos en cada barrio.
Una de las más singulares era la mezquita al-Ta'ibin, o de los conversos, que por ser la destinada a los cristianos convertidos al Islam fue la primera iglesia consagrada por los Reyes Católicos, pocos días después de la conquista de la ciudad. Se encontraba dentro del barrio de Axares, por encima de la acequia del mismo nombre y frente a una de las antiguas puertas de entrada a la alcazaba Qadima. Toda esta zona, que tiene su origen varios siglos antes, fue asolada a finales del siglo XII, en la época en la que los almohades intentaban hacerse fuertes en Granada, una ciudad que había resistido hasta el final a su implantación por su fidelidad a los almorávides. Por tanto, la mezquita debió construirse bien en las postrimerías de ese siglo o ya en el siglo XIII, que es lo que parece apuntar la arqueología. Las excavaciones en su entorno demuestran la existencia de varias casas de época almohade alrededor del templo, lo mismo que la presencia de tiendas.
Durante las obras de restauración que se llevaron a cabo entre 1999 y 2006, la intervención arqueológica permitió conocer la evolución del edificio levantado a partir de 1517 sobre la antigua mezquita. Las excavaciones en el interior del templo no permitieron sacar a la luz las trazas de aquella porque aparecieron numerosos enterramientos del siglo XVI en adelante en todo el subsuelo de la iglesia, optando por no profundizar para salvaguardarlos. No obstante por medio de la Arqueología de la Arquitectura sí que se pudo determinar la evolución del edificio. De hecho las fachadas que podemos ver hoy, con vanos cegados y otros que rompen las fábricas originales, son un buen ejemplo para conocer los cambios sufridos desde las primeras décadas del XVI hasta hoy.
Localización. C/ San Juan de los Reyes, nº79
Descripción. Iglesia tardo-gótica, construida a partir de 1517-1520 sobre la antigua mezquita de los Conversos o al-Ta'ibin. Conserva el minarete con fábrica de tapial en la base y remate de ladrillo con decoración de paños de sebka.
Cronología. Siglo XIII. Época Almohade
Tipo de protección. Fue declarada Monumento histórico-artístico el 5 de junio de 1883. Restaurada entre 1999 y 2006 por los arquitectos Antonio Martín y José Manuel López Osorio. Premiada por Europa Nostra.
Pero sin duda el elemento más importante es la recuperación del antiguo minarete de la mezquita, reconvertido en campanario. Desde antiguo se conocía su decoración con paños de sebka, estilísticamente muy próximos a la Giralda de Sevilla, pero los trabajos permitieron no solo conocer mejor este elemento, que tenía decoración pintada en uno de sus laterales, sino también el resto de su fábrica. Se trata de una construcción de planta cuadrada, construida con muros de tapial en la que se aprecia perfectamente la técnica constructiva, y en su interior una rampa, apoyada en un eje central, con ventanas estrechas hacia el exterior para permitir la iluminación y ventilación, permitía subir al almuecín para convocar a los fieles a la oración. Hoy día queda rematado por un campanario de ladrillo, que por su posición en la parte trasera de la iglesia ocupa un lugar discreto, casi imperceptible, pero su verdadera monumentalidad y su valor arqueológico se pone de manifiesto cuanto entramos en el interior de la iglesia, donde destaca como un elemento armoniosamente integrado en la arquitectura tardo-gótica.
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