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En Granada se hacen muchas exposiciones. Las hay más o menos interesantes, en función de las sensibilidades personales, y las hay también para disfrutones. Y la que se podrá ver desde hoy hasta finales de mayo en la Fundación Rodríguez-Acosta es, sin lugar a dudas, de estas últimas. La primera de las razones ya la podrán intuir. El Carmen Blanco es, sencillamente, maravilloso. Y la segunda se la comento a continuación. No todos los días se tiene la oportunidad de encontrar en el mismo espacio obras que funden los mundos de dos de los pintores contemporáneos más importantes, los dos además estrechamente vinculados con Granada: Santiago Ydáñez, jienense de cuna y granadino de adopción, y Mari Ángeles Díaz Barbado, tan granadina como la Alhambra.
Y cuando hablamos de 'fundir' lo hacemos en el más estricto sentido de la palabra. La mayoría de las catorce creaciones que ya cuelgan del vestíbulo de la Fundación Rodríguez-Acosta –la inauguración será este miércoles a las seis de la tarde– están hechas a cuatro manos. A partir de una imagen seleccionada previamente, Santiago o Mari Ángeles, que también son pareja en la vida real, empezaban a pintar hasta un punto en el que continuaba el otro –técnica mixta sobre papel–. «Sin darnos instrucciones, dejándonos llevar», aclara Díaz Barbado.
El resultado de ello son los catorce cuadros que conforman 'Die Fledermaus' (El Murciélago), un proyecto conjunto que surgió por sugerencia de la galerista baezana Patricia Galgani, que se pudo ver en el Centro de Arte de La Carolina y en el Museo Ibero de Jaén y que ahora se puede disfrutar en la Fundación Rodríguez-Acosta, un edificio muy relacionado con la trayectoria de ambos –hasta el punto de que Ydáñez fue artista residente–. «Para nosotros es una maravilla estar aquí», reconoce Díaz Barbado.
Y para una ocasión tan especial, Santiago y Mari Ángeles estrenan dos pinturas basadas en 'La isla de los muertos' del pintor suizo romántico Arnold Böcklin, del que hizo cinco versiones. Y es que, tal y como se ha evidenciado en ensayos firmados por el arquitecto Rafael Moneo, existen evidentes similitudes entre la arquitectura que aparece en la escena de Böcklin, en la que se representa a Caronte sobre una barca, y la Fundación Rodríguez-Acosta.
Los universos artísticos de Díaz Barbado e Ydáñez son distintos –ella más intimista y él más directo–, y precisamente uno de los grandes atractivos es que ambos han visto en ello una oportunidad. Hay territorios comunes. Lo corpóreo y lo monstruoso como la doble versión del ser humano y la naturaleza; la voluptuosidad y el miedo, l o que atrae pero resulta amenazador; y el contraste entre claros y oscuros, como metáfora de luces y sombras.
Todo ello en una de las estancias más bellas y armoniosas de la Fundación Rodríguez-Acosta. El vestíbulo conserva el aspecto original de los años ochenta y también recupera una de sus funciones primigenias. La última muestra se realizó ahí en 2013 y ahora, doce años después, vuelve a albergar otra de enorme interés como 'Die Fledermaus' de Santiago Ydáñez y Mari Ángeles Díaz Barbado.
Hablamos de una sala que mantiene el mismo carácter ecléctico del emblemático carmen de la colina del Mauror, esa mezcla de Art Nouveau y Art Déco con racionalismo. En el centro, una fuente que tiene la singularidad de estar ubicada en interior y en el techo, un fanal concebido como una salida de ventilación. Las paredes están decoradas con estucados que simulan sillares y el suelo y las columnas son de piedra. Los extremos están ocupados por dos atrios elevados a los que se accede por sendas escaleras monumentales.
Desde la Fundación Rodríguez -Acosta informan de que, por ahora, los horarios de visita son los mismos que los del Carmen Blanco, de diez de la mañana a dos de la tarde. 'Die Fledermaus' se puede observar con los tres tipos de pases existentes, con el general, el especial y el gratuito.
Santiago Ydáñez y Marí Ángeles Díaz Barbado se conocieron en las aulas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. Una amistad que se mantuvo durante años y que finalmente culminó en 'algo más'. A pesar de ello, cada uno ha recorrido su camino artístico por separado. Santiago siempre ha mostrado querencia por sus raíces, la naturaleza y las tradiciones asociadas a su infancia en Puente de Génave y la religión.
La iconografía de Díaz Barbado se asocia más con lo autobiográfico y con sus propias experiencias. La danza como pretexto para reflexionar en torno al cuerpo, la fragilidad de la condición humana, la relación entre lo bello y lo inquietante, la tensión entre lo que permanece y lo etéreo... todo ello está plasmado en la pincelada de Mari Ángeles.
La Fundación Rodríguez-Acosta abre sus puertas a Granada con una propuesta que no puede ser más sugerente. Aprovéchenla.
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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