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Juan Jesús García
Granada
Jueves, 19 de agosto 2021, 00:48
Un auténtico agitador de estilos aunando tendencias, dinamitando prejuicios, y consiguiendo resultados insólitos. Morata está detrás de algunos encuentros aparentemente imposibles, tendiendo puentes y haciendo ... bueno aquel dicho atribuido a Duke Ellington (entre otros) de que «solo hay dos músicas: la buena y la mala». El domingo 8 (22 horas), en los baños termales de la Malahá presenta uno de estos proyectos: 'La Perla de los Secretos': Músicas bañadas por el Mediterráneo, en compañía de Soleá Morente, Antonio Arias, Chano Robles, Álvaro Blas y el Coro de Cámara de Granada. Este concierto se repondrá en la iglesia de Pampaneira el domingo 22 dentro del programa del Sulayr Festival.
–La música clásica y el rock han vivido habitualmente de espaldas… con cierto ninguneo desde la supremacismo de la mal llamada 'culta'… ¿está cambiando esa situación tan clasista?
–Es una reflexión recurrente, la verdad, el tema de fronteras, de géneros, de subgéneros, son parcelamientos que no terminan nunca. Yo no soy de agotarme en detalles y elucubraciones, y como ese era el panorama desde siempre he establecido relaciones con personas, no con géneros, y la verdad es que ha habido mucho entendimiento y luego muchas opciones nuevas por parte de todos los participantes en todos los proyectos que he ido realizando a lo largo de mi vida musical. Como dije una vez, justamente para una entrevista en IDEAL, en música como en la vida, hacer lo inesperado genera esperanza. Por eso creo que cada vez que haya artistas con ganas de exponerse, aceptar el intercambio y crear, ese mapa difuminará las fronteras, si no, pues el panorama será de grupos tributo, y todo muy clasificadito…
–Acaso sucede porque las últimas generaciones de profesionales clásicos vivieron una juventud con el rock y el pop como banda sonora… ¿es su caso?
–Esa pregunta y viniendo de quien viene es ya en sí una declaración, y sí, claro que eso es así, los que ya tenemos una edad, vemos que tuvimos una juventud expuesta a géneros a los que la de ahora no está, en ese sentido, el mismo rock es ya una música clásica, la gente más joven ahora escucha otros géneros, es así, ni bueno ni malo. Los que hemos tenido una infancia/juventud feliz, pues reivindicamos esa música pero está claro que si no evolucionas, el discurso no llegará a quien se cría con otras músicas. Luego están las 'caídas del caballo' y gente que indaga y descubre a pedazo de músicos y empieza a entender que los 70-80 dieron unos grupos tremendos. En Granada, en mi juventud, como hoy, estaba la gente con piso en la playa y los que no, y este era mi caso, eso hacía que los veranos y las tardes se alargasen mucho y en seguida aparecían las guitarras y las ganas de tocar y cantar juntos, lo que ocurre es que nosotros lo íbamos alternando con polifonía.
–¿Veremos un Festival de música y danza con grupos de rock como ocurre en otros festivales de otros países?
–Como la anterior, acepto el envite! Pero que la pregunta tiene sus vueltas está claro. La verdad es que creo que Granada tiene suficientes pocas grandes industrias como para considerar en serio la industria musical, cultural y patrimonial, eso va de la mano de las comunicaciones, está claro, pero prefiero no desviarme (en el sentido de las comunicaciones podría entenderse también como doble sentido, por la cosa de la Andalucía oriental tan mal comunicada…) y creo que nuestra ciudad debería tener festivales especializados, más que un gran festival que abarque todos los géneros. Creo que daría más opciones a trabajar segmentos musicales e incluso géneros en profundidad y ser referente en muchas músicas, aquí hay grandísismos líricos, pero no hay Teatro de ópera, hay grandísmos rockeros, flamencos… el panorama creativo es muy amplio y diverso ¿pero cómo se expone? Faltan grandes eventos que supongan un punto de inflexión en la carrera de los artistas y que también signifiquen poner a Granada en el panorama internacional en diversas músicas, fusión, jazz, electrónica… Por eso creo que sería de lo más interesante varios grandes festivales temáticos
–¿Cuál fue su primer acercamiento personal a las guitarras eléctricas?
–Una juventud rodeada de música rock hace que admires esa música y su instrumento referente, yo en concreto nunca he tenido una, soy muy considerado con los vecinos y Granada es Granada… Eso sí, mi hermano tiene varias, mi amigo Raúl se acaba de comprar una preciosa, Miguel también, una acústica alucinante… Yo siempre he cantado o dirigido grupos, y ahí lo llevas (o deberías llevarlo) todo en la cabeza o un atril y una partitura a lo sumo, lo de ir cargando con amplis, cables, instrumentos, uf qué pereza, alguna vez he tenido que ir con órgano y la verdad, ¡qué mérito tienen los músicos!
–¿Y en activo, su primera colaboración con el efervescente panorama pop granadino?
–Desde que entré en el Coro del Instituto Padre Manjón, con el profesor José Macario, no he parado, ese fue nuestro punto de partida, todos los amigos y las amigas entramos y aprendimos el placer de hacer polifonía. Es una música que te obliga a aprender a ser generoso, a querer empastar, a buscar el acuerdo y el sonido global, creo que es un comienzo perfecto, a partir de ahí, en seguida evolucionas a otros repertorios y por tanto otras opciones. Otro punto de inflexión fue el trabajo que hice junto a Jesús Arias, que en paz descanse. Éramos vecinos, y le pedí que me compusiese un villancico, que quería estrenarle uno una navidad, él, que para que le dieran órdenes era muy suyo, casi un año después me enseño uno, me dijo «Jorge, mira, yo un villancico como que no, pero una canción a mi madre, sí que le he hecho, y a cuatro voces, he estudiado pero aquí está». Fuimos a mi casa, la toqué al piano y en seguida le dije que planteaba al menos seis o siete melodías cada una distintas y que daría de sí como para 'estirarlas' y hacer una Cantata, a él le pareció muy bien y a partir de ahí se generó Mater Lux. El día de su estreno en el Hospital Real, se creó un ambiente único, en el escenario estaba el Coro Canticum Novum, que dirigía en esa época, Eric Jiménez, Arturo Cid, Soléa Morente, Juan Pinilla, y entre el público que abarrotó como nunca (¡y después de la pandemia creo que como nunca más!) estaban cantidad de rockeros, flamencos, clásicos, jazzeros… creo que ese día, nacieron muchas sinergias en nuestra ciudad…
–En Granada su disponibilidad entusiasta ha revolucionado el panorama ¿es consciente?
–Lo tomo como un cumplido la verdad, de mil amores, pero un cumplido. Soy muy agradecido al trato que me dan muchos músicos de todo tipo, la verdad y la predisposición a trabajar juntos, pero realmente tenemos una ciudad preñada de Arte y de ímpetu, solo falta el apoyo y la visión decidida de los poderes económicos y administrativos. Granada es una ciudad de producto artístico propio, inclusiva, de kilómetro cero y sostenible, única.
–Usted redimensionó los últimos trabajos de Jesús Arias… ¿Hasta dónde hubiera llegado de haber vivido?
–La verdad es que Jesús descubrió el mundo de la polifonía y de la composición a cuatro voces, y algo que le parecía tan lejano en todos los sentidos, cada vez lo vivía como algo más propio, fueron muchas conversaciones y ensayos juntos, me contaba que le recordaba a una etapa con Enrique Morente en la que iban a clases de distintos instrumentos y de músicas de todo tipo, y luego tenían largas conversaciones. Cuanto terminamos Mater Lux, en seguida se puso a componer 'Los Cielos Cabizbajos'. Recuerdo perfectamente que la mañana en la que le falló el corazón, esa madrugada me desperté con un envío suyo de dos obras 'Hiroshima y Nagasaki', que me había mandado. Antonio Arias en seguida, y con la sinceridad que siempre le ha honrado, tomó ese testigo y se puso a finalizar la labor que Jesús había comenzado. La colaboración de Montañés también fue muy importante, luego se sumó la UGR, Estrella Morente y de nuevo, otro gran espectáculo se estrenó en el Salón de Actos del PTS: 'Los Cielos Cabizbajos'. Creo que Antonio, Ángel e Isa Daza son muy conscientes del legado de Jesús y seguro que seguirán viendo la luz trabajos suyos. Fue una gran pérdida, un gran músico, periodista y una persona con una sensibilidad e intuición extraordinaria.
–Luego ha seguido con su hermano, con Montañés, Bonaparte, Alessia, … cuente, cuente…
–Es cierto, con Montañés y el Coro de la UGR hicimos una colaboración con J, que supuso una mirada de J y de los Planetas a todo el mundo orquestal y coral que luego le sedujo y colaboró con la OCG. Con Alessia hemos colaborado con varios espectáculos más teatrales, en torno a Shakespeare o Cervantes, con José Bonaparte acabamos de estrenar el pasado mayo 'Cuatro colores', un espectáculo inclusivo, para su banda y mi Coro de Cámara de Granada en torno a textos de Elena Martín Vivaldi, y ha sido una experiencia preciosa para público y artistas, y seguro que pronto habrá novedades.
-¿Algún anhelo en este sector? ¿Con quién le hubiera gustado poder hacer algo, esté presente o ausente…?
–Anhelo es un término precioso, yo lo entiendo como un término muy cercano, o sea me pongo en seguida a poner al máximo de mi parte para que suceda. Lo que más me motiva en música es que mis hijos Martín y Jaime y mis ahijada Lucía e Irene y los demás sobrinos, a los que la música hasta la fecha les encanta, sigan avanzando y poder compartir con ellos escenario, siempre he entendido los conciertos como un momento muy familiar donde amigos y familia hacen un hueco en la agenda y compartimos espectáculo y luego unas cervezas, eso es para mí precioso. Por eso aunque es bonito salir de gira, no es para mí tan importante.
Respecto a lo que me hubiera gustado, la verdad es que estoy agradecido por cada día y por poder relacionarme con tanta gente tan distinta y tan interesante, en ese sentido, sí que estoy en un momento muy intenso y muy bonito, gracias a los últimos espectáculos en los que he colaborado últimamente, o a la trayectoria o yo que sé a qué, se me han acercado algunas personalidades muy relevantes y tengo muy buenas expectativas respecto a crear algunos espectáculos con muy buenas condiciones técnicas y musicales y con figuras muy relevantes, pero mejor no desvelar nada… En este sentido, la efeméride Magallanes-Elcano y la primera vuelta al mundo, que termina el año que viene (1519-1522-2022) y mis colaboraciones con Aziz Samsaoui o el Centenario tan importante para Granada de 1922 y mi relación con el Centro Artístico, creo que me van a dar más de una alegría.
–Algunos directores de orquesta pasaron en el mundo pop a la barrera de la producción y los arreglos, por ejemplo el tándem Trabuchelli-Waldo De los Ríos o el Luis Cobos ¿le tienta entrar en esa fábrica de éxitos por encargo?
–Hasta ahora me he centrado en preparar y crear conciertos, unas veces monográficos, otras más abiertos y he ido desplegando ahí mi creatividad y propuestas, siempre en un diálogo con aquellos artistas con los que colaboro, para aprender y disfrutar de todo el proceso. En ese sentido entiendo la música como el famoso poema de Kavafis, disfrutando de todo el camino, y no solo pensando en llegar a la meta… Pero últimamente estoy empezando a contemplar la idea de grabar y de dedicar parte de todo el tiempo a fijar conciertos y espectáculos, es algo que lleva tiempo, pues el trabajo de estudios de grabación es muy meticuloso, pero estoy viendo que es necesaria esa labor. Antes cuando hablaba con artistas siempre estaban saliendo, entrando o grabando algún trabajo y lo veía como coyunturas, también he grabado muchos CD con distintas formaciones a través del tiempo, pero ahora empiezo a contemplar la idea de dedicar más tiempo a esa labor, y no tanto a crear distintos conciertos o espectáculos, intuyo que cada vez irá teniendo más peso esa cuestión.
-Y como director de festivales, como el Sulayr, qué criterios mantiene?
–En el Sulayr he colaborado desde sus primeras ediciones con trabajos preciosos, que luego, han sido el germen de distintas colaboraciones, por ejemplo hice música armorial brasileña y si no fuera por la pandemia, ya teníamos proyectos en Brasil en torno a ese repertorio tan interesante y música popular española y granadina. También fruto de la colaboración con Antonio Arias en una edición, él luego grabó con algunos de esos mismos músicos un proyecto que le gusta tanto: 'Mawlid'. O la actuación de hace un par de años, con el Coro UGR y David Montañés, en la que estrenamos 'Las bodas alquímicas' y han sido germen luego de su disco tan exitoso 'Juerga y vino', que no para de sonar en Radio3. La pandemia llegó justo cuando comenzábamos a trabajar en un proyecto precioso para coro, rondalla y el famosísimo grupo alemán de músicas del mundo Dissidenten… la verdad es que la labor de Nelia por parte de Diputación y del alcalde de Pampaneira, Ángel, es maravillosa frente a ese festival y las 'ventanas' y oportunidades que brinda.
–En estos días pre-post-pandemia ¿qué se trae entre manos?
–Creo que ya he esbozado cosas, lo primero es salir y saber salir de la pandemia, ojalá que sea un proceso sin efecto rebote, y lo segundo pues a seguir trabajando, estando atentos a la intuición y a las oportunidades y sobre todo, a seguir leyendo, conversando y queriendo y buscando momentos para estar con amigos y familia, que es siempre sinónimo de inspiración.
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