Bull Festival: transversal y masivo

El rock de barniz negroide de bandas locales prendió la mecha desde las cinco de la tarde. Para empezar, Inés y Los Inesperados. Una formación ligamentosa: tienen nervio funk, actitud rock y acento granadino. Y mucha erudición en sus filas (ahí andaba el veterano Carlos Dingo, que se las sabe todas a la hora de entreverar elementos de las Antillas). Figuras como Inés Marín representan la filosofía del Bull. O sea, mujeres al poder. Y si son musicalmente omnívoras, mejor. «Regeneración», lo definieron ella y ellos. En esta línea, el joven 'power' trío The Fixed continuó flameando el ambiente. Blues-rock feroz. ¿Las guitarras cotizan a la baja? La mitad de Elemento Deserto (integrados un rato después en la espectacular formación de Carlota) rendían reverencias frente al escenario. The Fixed templaron los ánimos con una tersa versión del 'Ain't no sunshine' de Bill Whiters. De inmediato, invocaron a Jimi Hendrix. Revelación vespertina de un festival que apuesta por nombres pujantes de la incandescente cantera de Granada.

Pero los que se merendaron el Bull bajo el sol fueron Antílopez y Beret. El dúo de Isla Cristina es el humor hecho canción. Pero también confesión íntima y una acibarada visión social. «Chiripop absurdo depresivo», acabó resolviendo alguien entre un público ya nutrido. Miguel Ángel Márquez y José Félix López no se depilan la lengua. Con su gramola del salero, agarraron y estrujaron con maestría géneros como el reggae, el rock alternativo y hasta el tango. Incluso inventaron un country jondo. Y todo para triturarlo en una humorada circense. «¡Que se entere la Alhambra!», insistían.

En paralelo, Carlota daban gusto a su fiel parroquia, que obtuvo el récord de camisetas grupales. El ambicioso proyecto del granadino César Rodríguez, catapultado en su magna obra '2 0 2', introdujo a los espectadores en un relato electrificado que reflexiona sobre una dualidad tan 'lapidiana' como universal: la vida real y la ensoñación interior. Textos sugerentes y estribillos enérgicos en voz dulce o enrabietada, según el momento. Carlota azuzó su intimismo con acalambrados embates y una marejada de adrenalina. Temas como 'Quién eres' o 'Soren loren' partieron de la introversión para terminar refulgiendo épicas, volando alto.

Por su lado, el rotundo éxito comercial de Beret constata el signo de los tiempos. El sevillano, al que le falta un mes para cumplir 22 años, acumula más de cuatro millones de oyentes mensuales en Spotify y su canal en YouTube contabiliza más de dos millones y medio de suscriptores. Posiblemente, suyo fue el himno a pulmón de este Bull. Ese 'Lo siento', viralizado las últimas dos semanas en la versión en dueto con Sofía Reyes. Al anochecer, la nave espacial de unos Dorian embutidos en cuero reflectante hermanaba a la muchedumbre heterogénea del tercer Bull, el de la consagración del festival. Ahí, en el ocaso, sonó la perla nihilista de una generación, 'A cualquier otra parte'. Y llegaba tras una tanda de dietarios de treintañero: 'Algunos amigos', 'Hasta que caiga el sol', 'Duele'… Antes y después del mestizaje urbanita, era la fase del reinado del pop.