Edición

Borrar
Noni Meyers nos invita a su casa para descubrir su Cara B. PEPE MARÍN

La Cara B de Granada

La otra realidad de Noni, la voz de Lori Meyers

Le proponemos a Antonio López que escriba, en un casette, los temas de su vida cuando no está en el escenario. Lector voraz desde que fue bibliotecario en el colegio, colecciona camisetas de fútbol y su vida cambió el verano en que le dejaron la Mega Drive con todos los videojuegos

Jueves, 2 de marzo 2023

Un hermoso labrador negro busca su pelota roja entre los arbustos, en las afueras de La Zubia. Cuando la encuentra, trota alegre por el descampado hasta llegar a los pies de Noni. «¡Bien, Douglas! Una más y nos vamos». Desde la carretera, las siluetas de Noni y Douglas cortan el chispeante horizonte de Granada al atardecer, con sus luces de neón. Los dos amigos, caminando en una línea recta indiscutible, parecen los protagonistas de 'Double Dragon', 'Metal Slug' o cualquiera de aquellos videojuegos que reinaban en las salas recreativas de los noventa. «¡A casa!». Entran charlando de sus cosas, cómplices, conscientes de que, aunque ellos no lo decidan, siempre brilla el sol. El perro, bonachón, se hace bola en el sofá del salón y se deja llevar. El humano, a ritmo, baja las escaleras y se adentra en la guarida.

«Este es mi centro de operaciones», dice Antonio López García (Loja, 1981), más conocido como Noni, de los Lori Meyers. El sótano es un nave espacial de la música, con decenas de teclados, una batería, mesa de mezclas, sintetizadores, micrófonos, guitarras... «El trabajo es la gira, los viajes, lo que conlleva estar cansado en un hotel. Pero la música no es una carga, siempre ha sido algo en lo que podría perder el tiempo constantemente». A sus espaldas, sobre la estantería, hay incluso una serie de ukeleles de varios tamaños. «No, no –interrumpe–, yo no soy nada de ukeleles. Annie (la cantante Annie B. Sweet) se fue hace dos años y todavía tiene algunas cositas por aquí. Tenemos una relación súper chula y seguimos compartiendo mucho».

Douglas y Noni, en el salón de casa. PEPE MARÍN

En ese «mucho» ocupa un gran porcentaje el bueno de Douglas, perro que adoptaron ambos hace nueve años. «Aunque él es un perro de La Zubia, nació en Lebrija, que es algo que me parece flipante porque yo soy muy fan del Lebrijano», ríe Noni, mientras juguetea con uno de sus teclados. «Este es de 1970 y solo hay 80.000 unidades en el mundo. Es una de mis pasiones, los colecciono. Mira, aquel es un PPG2, del que tampoco existen muchos. Me costó una burrada, pero ahora vale mucho más». Entre los instrumentos hay una máquina recreativa que parece sacada de la mismísima 'Tron'. «Sí. Me flipan los videojuegos».

Aventuras gráficas

Noni Meyers, por Pepe Marín.
Imagen - Noni Meyers, por Pepe Marín.

Noni era un niño cuando le regalaron su primera consola: la Itari. «Era una versión pirata de la Nintendo. Te vendían cartuchos con mogollón de juegos y lo guay de esa época era que los amigos del barrio los intercambiábamos». Más tarde consiguió las 14.000 pesetas necesarias, «recuerdo perfectamente la cantidad», para comprarse la Master System. «La sorpresa vino cuando un colega me dijo que se iba de vacaciones y que me dejaba su Mega Drive con todos los juegos que tenía. Ese fue el verano de mi vida». Luego vendrían Playstation, Xbox, PC... «Soy fan de las aventuras gráficas. Me encanta todo lo de LucasArts: 'Monkey Island', 'El día del tentáculo', 'Grim fandango'... Y también de la estrategia, soy megafan de 'Starcraft', 'Warcraft' y 'Diablo'. ¡Bueno! Y de Nintendo, que puede parecer que es más para niños, pero el que haya jugado al 'Zelda' lo sabe: juegazo no, lo siguiente».

Sobre una de las mesas del sótano hay un estuche con las películas de terror clásicas de la Universal. «Me encanta el cine», dice. Hasta hace nada, en las estanterías había centenares de películas en Blu-Ray, pero con la llegada del mundo digital están apiladas en cajas, en el garaje. «¿Cómo íbamos a saber que el mundo cambiaría tanto?». Noni se declara seguidor de los Hermanos Coen, de Tarantino y últimamente ha disfrutado con 'Lo que hacemos en las sombras', de Taika Waititi. Además, es usuario activo en Youtube, Instagram y Twitch, donde tiene su propio canal: Douglas Dog. Y eso que él iba a ser futbolista.

Fútbol, fotografía y cafés

Noni, con sus camisetas de fútbol. PEPE MARÍN

Noni sube al salón de casa y, por el camino, saluda a Douglas, que sigue encantando en el sofá. Al momento regresa junto al perro, cargado con una montaña de camisetas de fútbol. «Tengo muchísimas, todas con su historia. Esta –dice, sacando la del Granada CF y colocándosela en el pecho– es de mis favoritas». Resulta que el fútbol fue el principio de todo. Él y su amigo Luis Liceras estuvieron federados en el Loja, aunque no tardaron mucho en convertirse en 'los del banquillo'. «Luis y yo nos hicimos súper colegas. Imagínate, los dos que no salíamos nunca al final terminamos montando Lori Meyers», ríe.

Noni cumplió 41 años el pasado agosto y asegura que la crisis de los cuarenta ya está superada. «El problema es que con los Lori llevamos un tipo de vida que te separa de tus colegas. Joder, es que hace nada –chasquea los dedos– estábamos en una furgoneta dando guitarrazos. Pasa todo tan rápido que es imposible quedarse con cada fotograma de lo que haces».

–¿Te gusta la fotografía?

–Me encanta. La estudié en mi año de Artes y Oficios, creo que fue de las pocas asignaturas que aprobé.

Noni, escribiendo su Cara B. PEPE Marín

Noni se acerca a uno de los estantes en los que tiene varias cámaras de fotos, tanto analógicas como digitales. «En mi clase de Artes y Oficios estaban Javier Recio (animador, nominado al Oscar), Kenny Ruiz (dibujante de cómics), Gustavo López Mañas (fotógrafo)... y yo, que dibujaba cuatro Gokus –ríe a carcajadas–. Me convertí en el colega de la guitarra. A nuestra pandilla la conocían como 'El club de la cafetería' y, la verdad, todos hemos salido adelante. En esa clase éramos los más chungos y no veía tanto futuro para nosotros como el que nos ha salido».

Filosofía y cocina

Al lado de la televisión, de los videojuegos y de los discos de música, hay una enorme librería con títulos de lo más variado: novela, poesía, ensayo... «Es que yo fui el bibliotecario en el colegio San Francisco, en Loja. Recuerdo que pensaba que a los niños les gustaba leer, pero no, me pasaba las tardes solo. Me lo leí todo». Desde hace unos años hay dos temas que se han convertido en motivo de estudio: filosofía y criminología. «Epicuro, Sócrates, Santo Tomás de Aquino.... La filosofía me ayuda en mi vida diaria. Me gusta ver que hay gente en el pasado que tenía los mismo pensamientos que puedo tener yo hoy. Y lo de la criminología es pura curiosidad, me fascina la ciencia forense».

P. M.

Para componer el disco 'La espiral', Noni se empapó de los telediarios. «Los estudiaba», asegura. «Saqué incluso las letras, de lo que decían, de las sensaciones... Cuando acabó eso, para limpiarme, me enganché al canal de Cocina. Es increíble todo lo que aprendí», explica, retrepándose en el sofá junto a Douglas, que acoge la carantoña como si fuera un plato de cinco estrellas Michelin. «Me encanta cocinar... –sigue, con las manos apoyadas en la cabeza de Douglas– Pero me gustaba más cuando estaba en pareja, por la sensación de cocinar para alguien». Con una palmada enérgica, salta del sofá y propone volver con los teclados, a ver qué ofrecen. «En realidad hemos tenido un año súper intenso con los Lori, era el año de salir de la pandemia a la gloria. Con tanto trabajo, siempre acabo pidiendo algo de comer por las aplicaciones. Hay muy buena comida a domicilio en Granada», sonríe cómplice.

En la mesa hay una vieja cinta de cassette con la carátula en blanco. Noni, poco a poco, escribe los temas que componen, de alguna manera, la Cara B de su vida; de su realidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal La otra realidad de Noni, la voz de Lori Meyers