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jorge fernández bustos
Granada
Sábado, 19 de diciembre 2020, 00:36
Existe una lista tácita en la memoria colectiva de andaluces ilustres encabezada por el granadino Carlos Cano y por otras mujeres y por otros hombres que, como él, han tomado su tierra por bandera y han soñado en verde y en blanco y en verde, para dignificar a su pueblo. Desde su escaño, este granadino ha cantado a los marginados, a los trabajadores («currelantes») y a los que han tenido que emigrar –a Suiza, a Alemania–, como le aconteció en su juventud, buscando, ya no un futuro mejor, sino un simple futuro.
Tal día como hoy de hace veinte años, un heredado aneurisma de aorta se llevó por delante al primer trovador de Andalucía, después de haber dejado tras de sí una veintena de trabajos discográficos, tanto de estudio como en vivo, y cinco recopilatorios (la mayoría de ellos de carácter póstumo), a los que hay que sumar 'Viva Carlos Cano', un disco homenaje que saldrá la semana próxima, donde, gracias a la técnica, canta a dúo con Estrella Morente ('Sin ti no puedo vivir', que se publica como primer single), con Pasión Vega ('Rocío') y con Rozalén ('María La Portuguesa'), y se completa con dos nuevas versiones a cargo de Miguel Poveda ('Casida de los Ramos'), y de su hijo Pablo Cano ('Que desespero'). Esta grabación se redondea con un libreto de más de 200 páginas con una biografía extensa del artista a cargo del escritor y periodista Juan José Téllez, que incluye fotos de su trayectoria personal y profesional y las letras de todas sus canciones. Este lanzamiento, según su compañía editora: «Es un tributo a ese 'periodista con guitarra', como le gustaba definirse, que en lo musical fue un nexo de unión entre la cultura andaluza y la latinoamericana y en lo social, un referente democrático y andalucista de la Transición».
Carlos Cano –a quien se podría incluir en las filas de la Canción Protesta– fue un cantautor y poeta granadino, versátil y emotivo, que recuperó, para gloria del arte y la tradición, estilos tradicionales andaluces relativamente olvidados, como el trovo popular y especialmente la copla española, a la que actualizó, enalteció y dignificó vistiéndola de gala para el presente y para el futuro. Tanto es así que se puede hablar de un antes y un después de Carlos Cano en el terreno de la copla. Todo ello sin olvidar su carácter vindicativo y su compromiso, pues, por medio de coplas, fados, tangos, boleros, rumbas, pasodobles, sambas, cuecas, nanas, murgas carnavaleras o canciones intimistas, acompañado tan sólo por su voz y su guitarra (otras veces por orquesta), supo denunciar como pocos al explotador y a la injusticia, convirtiéndose en un referente democrático y andalucista durante la Transición Española. Republicano por tradición familiar (su abuelo había sido fusilado al comienzo de la Guerra Civil), su primera época es marcadamente política y sus canciones se unen a la reivindicación general de una España democrática y una Andalucía libre.
José Carlos Cano Fernández nació en Granada el 28 de enero de 1946 (el mes que viene cumpliría 75 años). En su juventud, como tantos miles de andaluces, emigró a Suiza y Alemania buscando trabajo, experiencia que junto a la precariedad y las desigualdades en Andalucía, le marcaría profundamente y se vería reflejada en su obra. Amaba su tierra y su gente («Amo a mi tierra, lucho por ella, mi esperanza es su bandera verde y blanca y verde», canta en uno de sus temas destacados). No solo vindicó Granada (su intrahistoria, como acuñó Unamuno), sino toda Andalucía, convirtiéndose en un generador de conciencias, continuador de la obra y el pensamiento de Blas Infante y convencido de que la revolución no se piensa, se hace, como escribió el escritor cubano Alejo Carpentier.
En 1969, junto con Juan de Loxa, Antonio Mata y Enrique Moratalla, creó el 'Manifiesto Canción del Sur' –cuya labor sigue perdurando– y comienza a cantar en la Universidad de Granada y en otras sedes estudiantiles del resto de las provincias andaluzas, acompañado por su guitarra y su voz trémula, de profundo andaluz, que se convertiría en una de sus señas de identidad. Durante su estancia en París, en 1972 con motivo del homenaje de la Unesco a Federico García Lorca conoció a Enrique Morente, Lluis Llach e Ian Gibson y se hermanó con ellos en cierto sentido. A finales de 1975, abandona el 'Manifiesto' por discrepancias con el resto de los componentes, pero sobre todo para ampliar sus horizontes musicales y de compromiso.
En los años ochenta su creatividad inquieta gira hacia el intimismo, entre otras cosas por el desencanto de ver frustrados los sueños de la década anterior. En esta época incluye en su bagaje creativo tangos, boleros, rumbas, canciones de influencia árabe y en definitiva reivindica el valor de la copla andaluza como canción popular, desempolvándola de la caspa y el uso maniqueo del tardofranquismo; y canta a los poetas, entre los que se incluye Almutamid de Sevilla y sobre todo al Federico García Lorca del 'Diván del Tamarit'. Artistas como Martirio, Pasión Vega o Silvia Pérez Cruz, a la vez que un nutrido grupo de cantaoras y cantaores de flamenco, reconocen el intento de Cano, adaptan sus temas y prosiguen su labor.
En 1995 fue ingresado en el Hospital San Cecilio por un aneurisma de aorta (enfermedad genética que provocó la muerte de su madre y de su hermano Javier) y posteriormente trasladado en un avión-ambulancia a la clínica neoyorquina Monte Sinaí. Tras el incidente comentaría: «He vuelto a nacer en Nueva York, provincia de Granada». Pero en el 2000 se reproduce el aneurisma que no logra superar y tristemente fallece el 19 de diciembre en su ciudad natal.
Pero como todos los grandes hombres su memoria sigue viva, su trabajo sigue vivo y efervescente. Nos quedamos con el hombre íntegro, comprometido y humilde; un hombre que prefería decir 'nosotros' antes que 'yo'. Nos quedamos con el artista universal, que supo unir en un mismo sentimiento la cultura andaluza y la cultura latinoamericana, como lo demuestra su amistad con la cantante María Dolores Pradera, con quien interpretó muchas de sus coplas en numerosas ocasiones.
Entre sus temas más conocidos destacan: 'Verde, blanca y verde', 'María la Portuguesa', 'Ay Candela', 'La murga de los currelantes', 'Tango de las madres locas', 'Alacena de las monjas', 'Que desespero', 'Habaneras de Cádiz', 'Un vaso de té verde', 'La metamorfosis', 'El Salustiano' y, si seguimos recordando, no acabamos.
El nombre de Carlos Cano es un referente andalucista (más del pueblo que de la corona). En 2001 fue hijo predilecto de Andalucía a título póstumo y una plaza en el barrio del Realejo lleva su nombre y otra en Cádiz, frente a La Caleta, y una calle en Córdoba y en muchos otros pueblos de Andalucía.
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