No para. Soleá Morente no para de dar salida a sus inquietudes alcalinas. A la par que sigue (seguía) actuando con Pradonegro, acaba de publicar su tercer disco: 'Lo que te falta', y aquí comenta que tenía otro con Paco IBáñez agendado. En esta entrega ... una vez más ha cambiado de registro, ofreciendo un nuevo perfil de su personalidad enfocando el encuentro entre el pop y el flamenco de una manera distinta, como lo fueron sus precedentes, aún teniendo el denominador común de su personalidad, curiosa e inagotable.
–Creo que el suyo fue el último concierto que se dio en Madrid antes del cerrojazo...
–Sí, en los Teatros del Canal con Prado Negro... Fue muy curioso porque no sabíamos si se iba a cancelar o no, y al final pudimos tocar, pero sólo para un tercio del público. Fue muy extraño eso de dar 'el último concierto'. Hubo una energía muy especial.
–Me asombra su hiperactividad, se le solapan proyectos...
–(Sonrisas) Me meto en camisas de muchas varas, soy muy inquieta vitalmente, me apasiona descubrir cosas nuevas y luego pensar en cómo materializarlas, porque se tienen muchas ideas pero luego hay que concluirlas.
–Este disco, ¿supone el descanso de Prado Negro o va con todo?
–A mí me gustaría seguir porque Pradonegro me ayuda mucho, incluso a relativizar mi trabajo porque somos un grupo, con espíritu y responsabilidad de grupo. Me apasiona porque me permite dedicarme a la literatura y la música que son dos de mis pasiones, y también porque me permite 'descansar' de Soleá.
–En cada historia cambia de presentación... ¿De dónde salen esas desprejuiciadas ganas de jugar y experimentar?
–A veces lo analizo, porque siempre que empiezo a trabajar en algo intento hacerlo de una manera más concisa, pero por más que lo intento al final termino uniendo los polos más opuestos, y cuanto más quiero precisar el concepto menos me sale (risas).
–Son las piezas más flamencas que ha grabado...
–Este disco es más flamenco que los anteriores sí, en 'Olé Lorelei' había ya tres cantes, pero ahí premeditadamente cada uno precedía a una canción con la intención de naturalizar tanto la ejecución como la escucha de ambas. Ahora he dado un paso más, en ese paso del cante a la canción en cada uno de los temas, es de donde yo vengo.
–Y en general mantiene en tono fresco, con la gracia y el optimismo de 'Olé Lorelei'...
–Sí, es un disco que tiene un aura rumbera muy inspirada en la alegría y la pasión de la música popular, y la de representantes como María Jiménez, Lola Flores, Bambino... Esa es la inspiración.
–Víctor Iniesta y Eduardo Espín están también en la gira de Amparo Sánchez... ¿Son el eslabón entre el flamenco y el pop?
–Son dos guitarristas muy interesantes. Yo empecé a trabajar con Edu porque me entendía muy bien con él, viene de una familia muy flamenca, la de Carmen Linares, y estaba tocando con bandas de rock porque está abierto a muchas influencias. Y con Víctor me ha ocurrido igual, son tocaores de flamenco pero entienden el pop, el rock y el indie de una manera muy natural.
–Ya perdió la timidez actuando, ¿también la ha perdido ahora componiendo?
–Buenooooo (risas)... ¡Estoy en ello! Me cuesta todavía mucho enseñar mis canciones. Respeto mucho la música y la literatura, y más a la gente con la que trabajo en equipo, así que necesito la aprobación de mis compañeros, a los que admiro y en los que confío. Poco a poco (risas).
–Dijo hace tiempo que tenía el proyecto de hacer un disco con canciones de Paco Ibáñez. ¿Se ha quedado en la nevera?
–Estaba justo ahora con ello. A finales de febrero estaba citada con Paco para empezar a grabarlo. Cuando conseguimos cuadrar la agendas ha sucedido todo esto del coronavirus, y hemos quedado en que cuanto pase lo retomaremos de nuevo.
–La fragilidad naif a lo Jeanette va deja paso a una entereza de María Jiménez, pero hay letras ('Viniste a por mí'), que podrían cantar la despechada Paquita La del Barrio o La Lupe más teatral.
–Qué buenas referencias, soy superfan de las dos. En la interpretación de las canciones, gracias a mi productor, ha salido esa Soleá que yo no conocía. Cada uno de los anteriores ha sacado alguna parte de mi completamente desconocida, con Alonso descubrí esa forma de interpretar con la voz más aterciopelada desde la soledad y la melancolía; con David me ha salido un cierta bipolaridad. Desde el susurro, incluso con un tono infantil muy mío, para llegar a esa mujer a la que le han pasado cosas y se enfrenta a ellas sin timidez ni miedo.
–Hay algún guiño a la Zowie, que actuaba el otro día aquí, pero no la veo yo en esa tesitura procaz para nada...
–Hay, hay canciones que me han inspirado, por ejemplo para 'Condiciones de luna' o en 'Tuttifrutti', donde uso la palabra 'goony', que le he escuchado mucho a ella. La Zowie tiene canciones con cosas muy interesantes. Somos muy diferentes, pero yo intento coger la sustancia de todo lo que me llama la atención (risas). Fuimos al colegio juntas y su padre era íntimo amigo del mío así que nos conocemos desde chiquititas; es curioso cómo dos amigas cogen dos direcciones artísticas tan diferentes. Yo la admiro mucho, es muy valiente.
–En ese cambio de tono formal ¿ha influido David Rodríguez?
–Sí claro, está el espíritu de David ya desde la decisión de cómo afrontar las canciones, porque fui a este disco con la idea de montar un grupo de rock tipo Triángulo de Amor Bizarro o Los Punsettes, pero él, tras ver un concierto de mi hermano, me orientó para hacerlo desde el ambiente sonoro de mi casa. Empezamos con 'Viniste a por mí', y ahí salió el tono del disco entero: él quería recoger el sonido de la pasión, del primer impulso, y así las canciones se grabaron de una sola toma.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.