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juan jesús garcía
Domingo, 5 de septiembre 2021, 01:05
Varios nombres propios han sido los más citados este verano, la mayoría de futbolistas de quita y pon, pero también el de Robe Iniesta ha sido de los más aludidos. Tanto por el arranque de su gira en solitario con el entusiasta título de 'Ahora ... es el momento' (y su disco Mayéutica), como sobre todo por el culebrón de la suspensión de la que iba a hacer despidiéndose de Extremoduro, cuyos últimos coletazos han llegado hasta las asociaciones de consumidores.
Estando así las cosas, el de Plasencia ha hecho el hatillo y se ha echado a la carretera, arrancando precisamente aquí el mencionado tour. Abonado a los espacios reducidos de sus primeros pasos solistas, en comparación con grandes auditorios que llenaba con la banda (¿extinta?), Robe ha vuelto este año a apostar en grande, y así aquí el riff inaugural lo tocó anoche en la explanada del Cortijo del Conde, donde su elástica capacidad puede llegar a ser casi infinita incluso en estos tiempos de pandemia.
Pues sí, ahora es el momento, coincidamos con el extremeño en que es ahora o nunca. Y si lo dice el mismo que algo intuía cuando escribió Bienvenidos al temporal y Canciones para el final de los tiempos, hay que tomarse muy en serio sus dotes anticipatorias, acaso bien entrenadas en el ajedrez que tanto le gusta jugar.
Iniesta ocupó toda la silla disponible en el cortijo del Conde para esta apertura de temporada. Pero lleno-lleno: 3000 espectadores como poco. Es un festival unipersonal. Para este concierto tan especial se han tomado medidas excepcionales como levantar unas gigantes gradas supletorias del tamaño de un estadio que mejoraron la visión de los espectadores más lejanos, y se cuidó al detalle todo lo relacionado con la ubicación del público casi con marcialidad militar. Tanto que el comienzo se demoró media hora por los minuciosos controles de acceso individualizado.
Ya con el lejano Pedrá, el primer disco real pero no oficial de Robe, manifestaba el placentino su gusto por las piezas sin límite horario. La necesidad que tiene por expresarse con amplios desarrollos instrumentales y una redacción extensa sin estructuras preconcebidas. Con Mayéutica insiste es sus sinfonías eléctricas maniobrando entre volúmenes de sonido, yendo y viniendo como mareas si solución de continuidad. En este caso, a diferencia de lo escuchado suyo en solitario, se mueve alternativamente desde el 'folk transgresivo' previo, al 'extremorock' habitual en su banda con Uho. Se enchufó a 380v para llegar hasta las bancadas del fondo y hasta Pinos Puente. Las principales diferencias tímbricas entre ambas propuestas es la preponderancia en la mezcla del violín solista sobre los acerados riffs anteriores de Antón, y la existencia de un emotivo piano en los pasajes más 'bajisonantes'. Se podría hasta decir que es la autoversión ampliada, más estilizada y rica en detalle de lo anteriormente escuchado de Robe en directo, con momentos de epifanía lírica absoluta, y los de tralla demoledores con tres guitarras en formación.
Tanto en el disco como en directo le acompaña el mismo equipo. Banda homogénea sin personalismos que fabrica una amplia base estilística (hubo folk, funk, reggae, hard, aires cubanos…) para que el placentino recabara toda la atención en un escenario absolutamente diáfano.
Este tobogán de decibelios, desde el todo a la nada, es buen ecosistema sonoro para Robe, que juega con los ambientes literarios y sus motivaciones. Las músicas, desde los picos a los valles, se ponen en función de las historias contadas, narradas con esa peculiar voz de mala madrugada que gasta su propietario, con ese carácter confesional que caracteriza sus escritos, que deja entrever una fragilidad que estremece al más acorazado emocionalmente. Habla poco, acaso algún poema introduce una canción y solventó las presentaciones con un neto «sos queremos».
Comenzó con la testimonial Hoy al mundo renuncio, y después, al revés que hace todo el mundo, siguió por lo más esperado, con piezas de Extremoduro (Golfa, Si te vas, Locura transitoria, Dulce introducción al caos), revueltas con las suyas (Guerrero, El cielo cambio de forma, Contra todos, Un suspiro). Se supone que después del 'descanso' habitual en sus conciertos, (el momento de escribir estas para llegar al cierre de edición) llegaría su Tommy personal, Mayéutica, que es el motivo de esta exitosa salida a la ruta.
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