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Miguel Ríos durante su actuación esta noche en 'Granada con Ucrania' en el Palacio de Deportes. Ramón L. Pérez

Granada con Ucrania: El concierto más grande jamás contado

7.000 personas asisten al festival benéfico en el Palacio de Deportes

Juan jesús García

Granada

Jueves, 28 de abril 2022

'Sold out', en el lenguaje del espectáculo es el 'no hay entradas' de toda la vida. Y 'sold out' de generosidad fue lo que manifestó la sociedad granadina anoche en el Palacio de Deportes mirando a los millones de damnificados en Ucrania, por una ... guerra, que como todas nos devuelve a la edad media. Ya la semana pasada en la pequeñita jornada de recogida de fondos de la sala Basaba se movilizó la música de base de la ciudad, pero esta vez fueron los nombres mayúsculos (y aspirantes a…) los que se han reunido por primer y tal vez la última en apoyo a una causa justa. Parafraseando libremente a Churchill: nunca antes tantos se reunieron para ayudar a tantísimos.

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Los que observamos el devenir de la música en Granada, prácticamente desde el que hombre de Orce descubrió el rock and roll golpeando dos huesos de mamut (Lapido dixit), sabemos que nunca antes había coincidido la plana mayor de la creación pop y rock de la ciudad (sí, de acuerdo, hay alguna notable ausencia) y me temo que nunca más volverá a suceder, si no es por alguna motivación de este tipo. Por eso, la noche de este jueves, sin desmerecer la causa original, fue una noche para la historia. Bajo los efectos aún de la pasada semana santa, el titular de estas líneas se ajusta adecuadamente a lo sentido por su excepcionalidad.

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Imagen. Las fotos de los artistas del concierto 'Granada con Ucrania' entre bambalinas. J. J. G.

Que se celebrase este jueves precisamente no fue casual, puesto que este viernes noche actúa Fito Cabrales con sus Fitipaldis en el mismo recinto, y 'Granada con Ucrania' ha compartido la infraestructura del montaje del bilbaíno, lo que ha facilitado la compleja producción de un evento de estas proporciones, que de otra manera hubiera complicado y encarecido el soporte técnico. Si bien, a falta de las pantallas gigantes y la realización en tiempo real de Cabrales en concierto, el videomarcador de la cancha sirvió para añadir imágenes de las campañas de Cruz Roja, entidad beneficiaria del evento.

Lleno reglamentario pues dentro de las proporciones actuales del Palacio, que si bien hubo tiempos en los que albergó a más de 10.000 espectadores, ahora el aforo se acerca a las tres cuartas partes. Y como corresponde a un festival intergeneracional, con artistas de los años sesenta y sesenta, ochenta, noventa y hasta la actualidad, el perfil del público se adecuó a este mismo target. Es decir, un concierto familiar con abuelos, padres, hijos y hasta nietos ('del rock and roll'… Perdón por la obviedad), cada uno con preferencias por sus coetáneos. Ambiente distendido y alegre con ese plus de emocionalidad añadido por el objetivo de la velada. Por una noche Granada cambio el rojo y verde de su bandera por el azul y amarillo de la enseña ucraniana. Algunos espectadores se dejaron ver con ropa de esos colores y hasta imprimieron camisetas con el logo tipo del festival.

A un ritmo de tres/cuatro canciones por grupo, en torno a los 20 minutos de actuación los primeros en salir fueron Apartamentos Acapulco, mientras Don Gonzalo Dj amenizaba. A la hora en que ellos cortaron la cinta inaugural, buena parte del elenco estaba ya en el palacio, en un camerino comunal con el mismo ambiente fraternal que hubo en el concierto 'Todo es posible en Granada', cuando las hermanas Barcelona se empeñaron en reunir a los cabezas de serie de la ciudad. A diferencia de otras épocas, los músicos de la ciudad se saben y sienten colegas, hermanos de oficio, y se viven mutuamente con la complicidad y 'buena follá' que ha generado estupendos productos como el reciente disco colectivo 'El ombligo del mundo'. «Es el día mundial del abrazo», como dijo un músicos. Seguro que de la trastienda de este festival salen más de varias aventuras transversales. Los Acapulco fueron rápidos, ya que tenían que estar de jurados en el concurso Emergentes del Planta esta misma noche.

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'Alguien normal', 'Tú en Barcelona' y 'Las cosas cambian' fueron las tres canciones que abrieron la noche. El cambio de turno llegó, como no podía ser de otra forma, y más en este año, con la familia flamenca, representada por Juan, de la tercera generación de Los Habichuela, que puso al palacio en pie. Muy hábilmente los programadores pusieron a primera hora a Eskorzo y Lori Meyers, para evitar esa demora perezosa tan nuestra de llegar al final. 'Ojalá estuvieras aquí' desató la euforia con su mix psicodélico. Vistos y no vistos, salieron los Lori, con un Noni sueltísimo recorriendo y bajándose del escenario incluso. Tres piezas y ya estaba arriba Arco, que dedicó su canción 'Castillos de naipes' a una fan ucrania «si todos los edificios están derrumbados, los levantaremos más hermosos».

Checopolaco dio la alternativa a Soleá Morente en versión flamenca 'caño roto' las suyas son las mejores manos del pop español; y acto seguido, La Guardia, con su sol brillando comprobó, la buena memoria de gran parte de la audiencia que, al contrario de la letra de su canción, no los ha olvidado. La sesión de noche la abrieron los Niños Mutantes «orgullosos de pertenecer a una ciudad que llena eventos como éste», y citó la letra del 'Master of War' del Dylan de hace casi sesenta años, antes de cantar 'Todo va a cambiar'…por si sucede.

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Sesión de noche

La sesión de noche la abrieron los Niños Mutantes «orgullosos de pertenecer a una ciudad que llena eventos como éste», y citó la letra del 'Master of War' del Dylan de hace casi sesenta años, antes de cantar 'Todo va a cambiar'… por si sucede. Tras ellos el alcalde Paco Cuenca y la representante local de la Cruz Roja dieron las gracias por los más de 120.000 euros generados por este festival.

El edil presentó a un Miguel Ríos que se dio un baño de cariño. El titán del rock and roll, pletórico de facultades inició su mini sesión a dúo con su confidente José Nortes recordando aquel poema de Luis García Montero, 'Oración', que Raúl Alcover y él pusieron en pie en el momento bélico que vivió a sus 60 años, el de Yugoslavia. Pieza espeluznante que solidificó el silencio en el auditorio. Ejerciendo de Sabina rimó Caín con 'Putín' para divertimento de personal al presentar su canción 'Hijos de Caín. Con 'El río', sorprendentemente coreada por miles de personas que en su mayor parte no habían nacido cuando la publicó, invitó a José Ignacio Lapido a compartir 'En el ángulo muerto'. Canción que sirvió para que se sumara también José Antonio García y los Cero reaparecieran a dúo cantando aquella 'Canción del espantapájaros' que sonará así de desnuda por primera vez en los conciertos de Ideal, avanzando su tercera 'resurrección' el próximo mes de mayo.

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«Ese acento de Graná no vende ná» canta El Jose con no poca sorna, y fue su himno de llegada, a banda, mejor dicho bandón completo. Y no se cortó, recordando que hay también hay «refugiados con la piel más oscura». La recta final trajo el alboroto de Carmencita Calavera, convertida en la reina del festival, la impecable psicodelia de Unidad y Armonía y la algarabía estival y colorista del Colectivo Da Silva.

El fin de una fiesta solidaria, de la que Miguel Ríos podría decir nuevamente que «se hizo porque no sabían que era imposible», tuvo como protagonista al grupo que más ha cantado a los horrores de la guerra: Lagartija Nick. Sus 'Cielos cabizbajos' tienen el estremecedor olor del napalm abrasando carne viva y con la solemnidad del Coro de Cámara de Granada, dirigido por Jorge Rodríguez Morata, el dramatismo creció exponencialmente hasta el escalofrío. Fueron las suyas las reflexiones finales, acaso las más inquietantes y adecuadas a la realidad que ha motivado este festival que nunca más debiera, esperemos por la cuenta que nos trae, volver a realizarse.

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