Mississippi Martínez posa con su vieja guitarra en el salón de casa. ALFREDO AGUILAR

El granadino que perdió su talento de un chasquido

Mississipi Martínez sufre distonía focal, una 'enfermedad' rara que le provoca espamos en los dedos, lo que le ha obligado a dejar parte de su trabajo y, sin duda, su gran pasión: tocar la guitarra

Martes, 20 de junio 2023, 00:28

A Miguel Martínez dejaron de llamarle así hace mucho tiempo. «Todos me conocen como Mississippi Martínez», dice, sentado en el sofá de casa, junto a su guitarra, bajo la atenta mirada de Frank Sinatra, Muddy Waters, Kim Wilson y el resto de maestros que le ... vieron nacer. Hace un año, durante un concierto, la mano le falló. El dedo índice se achantó antes de rozar las cuerdas y el pulgar se dobló sobre sí mismo, automáticamente. «Pensé que era muscular, que era desgaste y cansancio. Tonto de mí. No le eché cuentas y seguí tocando. Porque tocar es adictivo y no quieres parar». Entonces coge aire y lo suelta poco a poco. «Ya no puedo tocar».

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Martínez padece distonía focal, un trastorno del movimiento que provoca espasmos involuntarios en una parte específica del cuerpo, causando un retorcimiento muscular incontrolado. La distonía puede afectar a ojos, boca, cuerdas vocales, cuello, manos y pies; y, aunque es una condición rarísima, es más habitual en aquellos que realizan tareas obsesivas y repetitivas, como los músicos. El pianista Robert Schumann, el guitarrista de Héroes del Silencio Juan Valdivia, el bajista Victor Wooten, el trompetista Bernat Xamena… «Para los músicos es una maldición. Como profesional, te incapacita», suspira el granadino, considerado uno de los mejores músicos de Blues de España. «Antes decía que era guitarrista… Ahora soy cantante porque, de momento, solo puedo cantar».

«Antes decía que era guitarrista… Ahora soy cantante porque, de momento, solo puedo cantar»

Los neurólogos no dudaron en el diagnóstico y el puñetazo le bloqueó el estómago. «Te dicen que no hay cura, que no conocen ningún músico que se haya curado. Te dicen que cambies de vida y de disciplina, con toda tranquilidad… Pasé seis meses encajando el golpe y he decidido empezar varios tratamientos. Espero curarme porque yo he venido al mundo a tocar la guitarra».

Pero, ¿se puede curar? Hace unas semanas, el cocinero Jordi Roca compartió un vídeo en el que le contaba un cuento a su hija. Llevaba sin poder hacerlo años por culpa de una distonía en las cuerdas vocales. «El Roca se ha curado. Dijo que todas las terapias que había probado le han ayudado en algo. Yo estoy en eso, en probar».

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Detalle de la mano de Mississippi, con su guitarra. A. AGUILAR

La distonía, explica Martínez, es un problema «multifactorial que alude al sistema nervioso». «En mi caso, esa lesión neuronal pequeñísima ha invertido las funciones de uso del dedo índice y pulgar». Hay cuatro causas que favorecen el desarrollo de la distonía: una desregularización del sistema nervioso en los primeros meses de vida; una lesión (un jugador de baloncesto se lesionó corriendo y, al volver a jugar, cada vez que alcanzaba esa velocidad su rodilla se doblaba hacia atrás); el estudio repetitivo y obsesivo de un ejercicio; y, por último, acontecimientos personales traumáticos y adversos.

Mississipi pasó un episodio doloroso que le provocó un estado de «ansiedad total, alerta total, miedo total», que hizo que se refugiara aún más en el estudio de la guitarra. «Había días que pasaba diez horas seguidas tocando, sin parar. Y no me daba cuenta». El caso es que hay ejemplos de músicos que han conseguido recuperarse a través de terapias psicológicas y físicas. «Ahora lo abordo desde distintos puntos de vista. Trabajo con un psicólogo, en la gestión de las emociones. Y con un fisioterapeuta, que me hace tocar delante de un espejo para que el cerebro se salga de la perspectiva habitual e intente aprender».

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Afortunado

Ahora mira vídeos de viejas actuaciones, vídeos en los que hasta hace nada solo veía fallos, y se da cuenta de que lo hacía muy bien. «Estaba obsesionado con la perfección. Seguí tocando y la distonía se amplió y me afectó también cuando cogía la púa. Por eso a día de hoy solo canto». Martínez se siente afortunado porque la mayoría de músicos con este trastorno se ven obligados a abandonar la profesión. «Imagina, después de 43 años en una lucha eterna por dedicarte a la música, consigues llegar y vivir de esto dignamente, y la vida te lo quita. Es terrible».

Una de las preguntas que le hizo al neurólogo fue ¿por qué le había afectado a la mano y no a la voz? «Me dijo que nunca había valorado suficiente cómo cantaba, por lo que no lo afrontaba con esa presión, esa exigencia, esa ansiedad. Si cantar hubiera sido lo más importante, tendría las cuerdas vocales paralizadas».

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«Si cantar hubiera sido lo más importante, tendría las cuerdas vocales paralizadas»

Mississippi Martínez es la voz de Radio Crooner, una banda de Jazz que versiona temas de Frank Sinatra y del Rat Pack. «Tenemos entre 10 y 15 conciertos al mes. Si la vida quiere que cante, pues canto mientras me curo. Hay que adaptarse, no te puedes parar. Si te paras y te deprimes, caes en un pozo del que no se sale».

Miguel, que se topó con la música cuando estudiaba tercero de Química en la Universidad de Granada, pasa ahora la mayoría de su tiempo en Los Azores, un anejo de Cúllar «donde no llega ni Amazon». «Es parte del tratamiento. Me lo dice el psicólogo: no sabemos si te vas a curar o no, pero si lo haces pasará porque rebajemos los niveles de ansiedad. Y allí se respira paz. Los músicos de Blues soñamos con el Mississippi o con el Delta, cuando tenemos auténticos paraísos aquí mismo».

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Sin moverse del sofá, Miguel agarra la guitarra y la coloca sobre sus rodillas. Toca unos segundos y, efectivamente, los dedos no hacen caso. «Veo lo que era capaz de hacer antes y ahora lo valoro. Antes no podía. Tenemos que disfrutar de lo que hacemos ahora y no pensar tanto en el pasado y en el futuro».

Miguel, con su guitarra. A. AGUILAR

Luego carraspea y con un latigazo del cuello despeja el nubarrón que sobrevolaba su cabeza. «Tengo un mensaje para todos esos músicos que piensan que no son suficiente: sí lo son. Hay que disfrutar, reconocer que el éxito está dentro de nosotros, ser consciente de que no somos lo que hacemos…». Mississipi remueve las cuerdas y la música rebota por las paredes, suavemente, entre las fotografías de Sinatra y los demás. «Ahora falta que me crea de verdad todo lo que digo –ríe–. Tengo intención de curarme. Pondré todo lo que esté en mi mano para volver». Y chasquea los dedos.

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