![«Hay que buscar tiempo para la ternura»](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202210/20/media/vegas.jpg)
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Juan Jesús García
Granada
Jueves, 20 de octubre 2022, 19:38
Celebrando su segundo decenio en solitario desde que se bajó en marcha de la rigurosa nave Manta Ray, en este 2022 han pasado muchas cosas para este trovador de la introversión más audaz, como el descarnado 'Mundos inmóviles derrumbándose'. El asturiano es uno de esos músicos (¿cantautores?) que dignifican el oficio: siempre en el filo de la navaja, siempre ampliando sus márgenes y con los pies bien puestos en el suelo, mientras elabora un mundo propio y desequilibrante desde la duda, la confusión y la complejidad irresoluble de las emociones humanas, las personales y las colectivas. Estuvo colosal este verano en Almuñécar y ahora vuelve pletórico en modo crooner de la parte oscura del alma a la Copera este viernes.
–Nos dejó ausentes durante bastante tiempo pero en este último año nos visita ya tres veces ¡bienvenido!
–Siempre he peleado por estar en Granada cada gira. Granada es fija. Es una ciudad con una escena importantísima y tenemos muchos amigos. Siempre la buscamos como cita importante y bonita. A veces hago una comparación con Gijón, que es mi ciudad, relativamente pequeña pero muy interesada en todo lo que sucede en la música, no sé, allí están los de Bora Bora, y toda esa escena musical, y mucho público que va a los conciertos. La cosa está un poco jodida en este año con tantos lanzamientos, pero cuando vas a un sitio donde el público se emociona tanto, es una buena noticia. Y el público de Granada es muy agradecido.
–Poeta, cantante, compositor, pensador, agitador… Parece usted un hombre de otro tiempo…
–No sé (sonrisas), todo va en el oficio. Ignoro el concepto que tiene del término pensador, pero… Supongo que escribir canciones implica todo eso: observar, pensar en el mundo que vivimos, cuestionarlo, mirarlo con un ojo crítico y agudo. Eso son las canciones, observaciones sobre un mundo, que no se caracteriza por ser armonioso, ni amable. Tenemos que cantarle a las irregularidades del mundo. Y eso significa tomar partido sobre ciertas cosas que suceden desde una doble vertiente, la personal y sobre lo que ocurre donde vives, con perspectiva de militancia.
–Un músico de jazz, Paolo Fresu, me decía ayer que «La música es una metáfora extraordinaria de los tiempos de hoy», y pensé en usted ¿se ajusta a su concepto expresivo?
–Sí, perfectamente, en general lo ha sido siempre la música popular. De alguna manera escuchando la música podemos inferir el momento en el que se ha creado. Lo contrario no sucede, desde lo hechos sucedidos no podemos deducir qué música la acompañó. La música es un reflejo metonímico de los tiempos que vivimos.
–Canta 'El don de la ternura', pero ¿es una leyenda urbana? ¿Para la ternura aún hay tiempo, parafraseando a otro asturiano?
–Tenemos que buscarlo (sonrisas), es de Víctor Manuel. A veces parece que no lo tenemos en un mundo con excesivo ruido, en un mundo en que los discursos puntúa el que hable más alto, el que grite más, el que desacredite al otro con más crueldad. La ternura significa lo contrario, el reconocer al prójimo, curarnos mutuamente y hacernos más fuertes, pero parece que la ternura es un arma que a veces infravaloramos, y hay que buscar tiempo para ella.
–'Mundo sin móviles' derrumbándose… Cometí una errata escribiendo el nombre del disco, pero, hablando de ruido… ¿no le da un nuevo sentido?
–(sonrisas) Sería un mundo por construir (sonrisas). Yo como todo el mundo tengo la oficina en el móvil, y termina siendo un aparato bastante alienante. Lo perdemos y entramos en pánico… Y un rato después descubrimos lo bien que estamos y lo bien que vivimos (sonrisas). Estaría bien un mundo sin móviles.
–Compartir con el público cosas tan íntimas y personales como algunas de las que trata en este álbum… ¿Era una necesidad, una catarsis, una…?
–Hay un poco de todo, porque esas cosas personales tampoco tengo necesidad de contarlas, pero las que te ocurren te hacen ver que algo no funciona en general, y te provoca las urgencias de escribir una canción. A veces partes de vivencias personales, pero de lo que trata es de contar una verdad, que puede ser muy personal o solo ficción, pero la necesidad es transmitir verdades emocionales.
–'Caerán los bancos, caerán' cantaban los Mutantes, usted que el capitalismo está implosionando, pero no parece que la cosa cambie, más que a peor: ¿cuándo llegue el frío este invierno, sin calefacción, nos vamos a volver más primarios aún?
–La verdad es que no estamos viviendo momentos muy poco esperanzadores, pero estamos en un momento previo a que pase algo importante. El capitalismo parece que su único sentido es sobrevivirse a sí mismo, a todos los desajustes que provoca, y siempre lo consigue a costa de sus propios errores. Ahora es un momento muy extraño y tumultuoso, percibo que la gente ha estado muy agotada por la pandemia y todos los espacios colectivos del activismo se han disuelto y se han perdido. Pero noto más ganas por hacer un poco de ruido. Son tiempos inciertos y no me atrevo a pronosticar nada, pero hay que mantener la esperanza.
–Otra canción decía «con tu puedo y mi quiero vamos juntos compañero'… pero parece que, efectivamente, se ha instado el 'sálvese quien pueda'.
–Después de estos años de pandemia se decía 'que nos quedemos cómo estábamos antes', pero es una actitud esencialmente reaccionaria, porque quedarse como estábamos antes ya no valía, y hay que vencer a esos pequeños dictadorzuelos que llevamos dentro y tienen tanto miedo a los cambios. Y esos cambios hay que hacerlos de forma colectiva y tenemos que apoyarnos en los demás. En la música a veces cantas de desde la intimidad compartida y consigues que aquello se transforme en una experiencia común. Creo que lo que tiene la fuerza la tiene de colectiva.
–Le ha quedado un disco muy bonito, con arreglos primorosos y un adorable trabajo coral.
–Gracias. Para mí hay un proceso personal cuando empiezas, pero una vez compartidas las canciones se convierte en un proceso muy colaborativo. A mí me gusta estar encima, pero no impongo mis criterios, tengo la suerte de estar rodeado de gente muy sabia, a veces más que yo, y conviene hacer caso de gente que sabe más que tú.
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