Eduardo Tébar
Sábado, 3 de septiembre 2022, 00:44
Cuentan que Pablo Alborán visitó hace unos meses la Alhambra para estar preparado ante su cita en Granada. No todos los días toca un baladista pop, por muy estrella global de la música española que sea, en el Teatro del Generalife. Y eso que el ... malagueño sabe lo que es actuar en escenarios regios. Pero aquí había riesgo de síndrome de Stendhal. O de 'stendhalazo', como suele decir cierto rockero granadino. El malagueño, con las entradas agotadas desde hace varias semanas, se mostró tan mimetizado con la magia del entorno como Morente interpretaba a María Zambrano en 'Generalife'.
Publicidad
Era el arranque triunfal del ciclo 1001 Músicas CaixaBank. Puntual, a las nueve y media de la noche apareció el atlético ídolo de la canción romántica. Antes, en el precioso trayecto al patio de butacas, abundaban las parejas que, cogidas de la mano, se encaminaban al feliz encuentro con el cantante. Se intuía que muchas sellaron su relación con un tema de Pablo Alborán, involuntario celestino. Lo confesaban Ricardo y Marta, más o menos de la quinta del músico: «Solamente tú es nuestra canción. Ahora hacemos diez años y hoy es un día muy especial».
Un soniquete de olas de mar, mezclado de vez en cuando con ecos de 'La leyenda del tiempo' de Camarón y el arrullo francófono de la Piaf, introdujo a la engalanada feligresía en la hipnosis general. La figura de Alborán sentado, rascando las cuerdas de la acústica, entonando 'Hablemos de amor', desató el alzamiento de pantallas de móviles. Una voz desnuda, cautivadora. «Esta noche hablamos de amor, Granada», aventuró. Primeros gritos de «¡Guapo!».
Imperaba la sensación de privilegio íntimo. Dos pantallas con la imagen agrandada del malagueño en marcos fluorescentes adornaban una puesta en escena más bien sobria. Solo ante el peligro. Tras 'Desencuentro' se puso ante el piano para ventilar pasiones con 'Ecos'. «Que este festival crezca con el boca en boca y, así, el mundo venga a este lugar mágico», deseó, listo para verter chorro de voz en 'Que siempre sea verano'.
Granada entró en trance con su voz hermosa, sus medio tiempos insondables y su sensualidad pop tocada por una tenue latinidad. En definitiva, ritmos de radiofórmula con inflexiones melodramáticas y estribillos con convulsos recovecos. Y una vocalización con vistas al sur, tocada por sus distintivos melismas aflamencados. No eran aún las diez cuando cayó 'Tanto'. Granada respondía cantando con rabiosos aplausos.
Publicidad
El artista que más veces ha liderado las listas de ventas de este país desde su meteórica irrupción, hace ya más de una década, aglutinó bajo su paraguas a la Generación Z, a 'millennials', a acompañantes abnegados, a mamás propensas al suspiro y hasta a señores ceñudos. En forma, el de Málaga respondía a los piropos con una naturalidad de chico de barrio que no ha perdido, a pesar de ser ahora un treintañero instalado en la cima. Alborán cae en gracia: ha sabido seducir a una audiencia amplísima, mucho más allá del previsible nicho de ese público pipiolo y de gimoteo fácil.
Ya no es aquella joven revelación de los días de los vídeos en el sofá blanco. Anoche, Alborán se prestó a ventilar su colección de hitos cancionistas. Se le vio crecido. Su música ha ganado pliegues y colores, y luce más registros como intérprete. Las canciones sobre sentimientos inflamados, abandonos, desesperación y corazones abiertos en canal generaron una profunda conexión con el respetable. Lírica siempre florida, de metáforas a veces enrevesadas, y poderío pulmonar. Mucho más suelto cuando, a partir de 'Miedo', dejó de actuar en soledad. Y más caliente en el tramo rumbero de 'La escalera'.
Publicidad
Al final, lo que se imponía en el Generalife era puro culto al amor. Un viaje por besos, labios, pieles y sábanas. Intensa gimnasia sentimental, merodeando a menudo la fina línea del melindre. En ese estado parece encontrarse siempre Alborán, y ahí debe situarse también su público.
Llegó el instante en el que se levantó y dialogó con las filas: «Gracias por ser mi refugio. La música siempre es un refugio y seguiré escribiendo». Y soltó 'Tu refugio' de forma inopinada y al aire, sin micro. «Y de Granada a Saturno», guió. Los granadinos levitaban. Sonreían y hasta agradecían la única imperfección, un atasco en encarar 'Castillos de arena'. La crónica se acaba, pero la velada fluye y promete. Se intuye que todo el mundo bajó del Generalife siendo un poco más feliz anoche.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.