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Robe Iniesta, anoche sobre el escenario del Cortijo del Conde. r. l. pérez
Robe, un festival en sí mismo en Granada

Robe, un festival en sí mismo en Granada

Una multitud de más de 7.000 personas recibió con euforia anoche, en el Cortijo del Conde, el rock filosófico del artista extremeño

eduardo tébar

Granada

Sábado, 1 de octubre 2022, 00:44

Las matrículas universitarias en la carrera de Filosofía han aumentado un 33% en el último lustro. Es posible que el 'boom' se deba, en parte, al tirón de 'youtubers' como el joven Ernesto Castro y al empecinamiento de una leyenda del rock español como Robe Iniesta, que metió anoche a más de 7.000 personas en un gélido Cortijo del Conde. El método socrático se expande por igual en las pantallitas y en los escenarios. En el caso de Granada, en un recinto reservado para grandes festivales.

El líder de Extremoduro concluía aquí la fase septembrina de la gira 'Ahora es el momento'. Y lejos de vivir de las rentas, demostró que con sus inquietudes a contracorriente puede permitirse jugar en una liga superior. Tras los teloneros, Ciclonautas, llegó un largo recital.

Robe, que residió en La Zubia entre 1995 y 1998 (donde preparó nada menos que 'Agila' y 'Canciones prohibidas'), ha cumplido 60 años y sigue vistiendo extraños harapos. A pesar de deambular por los márgenes con la condición de perro verde, goza de un respaldo masivo. La esencia no ha cambiado en tres décadas: en él conviven de manera natural poesía, rock callejero, transgresión y libertad artística. Pero el de Plasencia evoluciona. A Granada, después de un día de reencuentro con el poeta motrileño Paco Ortega, trajo un espectáculo que empezó reivindicando su trayectoria en solitario (o sea, desde 2015). Canciones como 'Nana cruel' (anoche con coreografía de brazos) ya portaban entonces el señuelo de Nietzsche. También aireó material nuevo, como 'A la orilla del río'.

El público coreaba sus letras con la solvencia de quien ha invertido muchas noches interiorizándolas. Textos donde lo filosófico ha ganado terreno sobre el amor y las drogas. Con esa convicción estaba previsto despachar en un segundo tramo su álbum 'Mayéutica' al completo. Una sinfonía eléctrica de más de cuarenta minutos en la que, como en todo el concierto, la guitarra hace buenas migas con el violín. Una proeza en tiempos de músicas a medida para TikTok. Y en conexión con lo que Extremoduro tramaban en 'La ley innata' allá por 2008. Al final la gente bailó, desafiando al frío, «como una puta loca».

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