Conciertos en Granada

Un Sierra Nevada Por Todo Lo Alto para chicos, muy chicos y grandes

Medio centenar de chavales se inscribieron en los cursos por turnos de guitarra, batería e iniciación a la música para los más pequeños, impartidos por los profesores de la escuela Gabbahey. El aprendizaje de los niños y niñas fue seguido muy de cerca (¡y aplaudido!) por sus padres, atentos al primer redoble o el primer punteo en la vida de sus vástagos: «El Conservatorio es muy rígido y aburrido para niños tan pequeños, y en cursos así es como se puede despertar su afición por la música» comentaba un padre, mientras no dejaba de grabar a su hijo con el móvil.

Llegada la noche y la muy fresquita (¡qué lujo!), los aprendices y sus mayores se acercaron ya al escenario de la Plaza de Andalucía para el arranque más vaquero en la historia del festival. El de Ángela Hoodoo y su banda, media hora antes para ajustar el horario al de los infantes. Con el 'aparcamiento de caballos' lleno, la granadina Ángela mutó en brillante cantante del Grand Ole Opry, aclimatando la raíces gringas al parque natural sin peligro de ser una especie invasora. Impecable ejecución de Americana la suya, puesta en el oído por una voz que enamora instantáneamente.

No Picky fueron el envés 'made in Boqueronia' de los PPM, cuyas carreras al tiempo coincidieron en el sello WP. A punto de cumplir las tres décadas, el punk de No Picky se mantiene veloz y nervudo, tan 'primitivo' y 'maquinal' como el de sus colegas nazaríes. En la Sierra, dejaron claro que tampoco para el punk treinta años son nada si el pogo es bueno.

El segundo trío de la noche, Sexy Zebras, venía de Hortaleza (Ciudad Libre de Madrid), aunque con solo decir que llamaron a un disco suyo 'La polla', la conexión con Granada es más que evidente. Genuinos representantes del 'hard power trío' más descamisado, también lo hacen sin prejuicios: para qué andarse con tonterías si se puede cantar directamente 'Quiero follar contigo'. Pero a pesar de que la arquitectura sonora de su propuesta es implacable, ya que resultan un martillo pilón con una caja restallante y un bajo torpedero, piezas como 'Canción para resucitar', su particular 'Escalera al cielo', muestran una refinada sensibilidad, tanta como sacar para cantar 'Puñales y claveles' a Guille, un niño que les dijo que se la sabía. Un concierto redondo.