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Lola Índigo y Rozalén, en el backstage del Bull Festival R. L. PÉREZ

Las tripas del 'toro': el Bull Festival desde dentro

El encuentro de Rozalén, el cantante de La Pegatina y la granadina Lola Índigo en el 'backstage', y otras anécdotas del festival

Eduardo Tébar

Granada

Sábado, 1 de junio 2019, 01:34

El Bull es un festival bravo. Solo así es posible aguantar un ritmo de trabajo que, vivido desde dentro, apabulla. Vaivén agitado de personal por la hilera de rectángulos prefabricados. Un sol que atiza. Y el gomoso cañonazo del sonido que retumba procedente de ... tres escenarios. Cada detalle se cuida. Cada actuación debe ajustarse con rigidez al horario. Estamos en una metrópolis efímera, en una ciudad encantada. En la que unos cuantos se dejan los cuernos para que el público disfrute, para que la experiencia sea maravillosa e irrepetible. El Cortijo del Conde es, durante dos días, una catedral de la música en su dimensión social e industrial. Así es el toro desde las tripas.

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Galería. Las mejores imágenes de los 'bullovers' disfrutando del Bull Music Festival RAMÓN L. PÉREZ/ CLARA CEREZO/ JUAN JESÚS GARCÍA

Los fotógrafos oficiales del Bull, Javier Martín y JM Grimaldi, entran y salen extenuados de la arena de los conciertos. El trabajo de la imagen es implacable. Y la exigencia de su rapidez, endiablada. Junto a los compañeros de IDEAL, Ramón L. Pérez y Juan Jesús García, curran a destajo en un espacio de poco más de cinco metros cuadrados. Refrigerado, eso sí. Y lo agradecen. «El Bull somos todos», canturrea alguien al lado de Enka Tripiana, coordinadora de todo lo que concierne a la comunicación del evento, la gran cita preveraniega de una Granada que vuelve a reivindicarse en un tejido, el de los festivales, en el que fue pionera.

Antes de enviar estas líneas, cruza la zona de prensa Juan Alberto Martínez, cantante de Niños Mutantes, protegido con una de esas mascarillas para la alergia que ahora inundan la ciudad. Antes, el que se relaja tomando una cerveza y aprovechando una brisa fresca es Andrés, el guitarrista, que charla con Eloy Aróstegui, tour manager del grupo del Realejo. Alrededor, camerinos específicos para el 'staff' de producción general, producción técnica y logística. Los hermanos Toro son los 'autores' de esta obra, un animal que crece una barbaridad en su tercer año. Mientras Mr. Kilombo desata el baile al ponerse rumbero, la directora artística, Fátima Rodríguez, realiza una entrevista para la televisión entre bastidores. La máquina está en marcha y el bovino campa alegre por el recinto paralelo a la Carretera de Córdoba.

Una docena de personas velan para que cada actuación fluya. Son los hombres de negro que custodian las entretelas de las estructuras metálicas sobre las que nombres como Koel amenizan la tarde. Todos –por supuesto, también los cámaras– acuden raudos cuando suena la voz de Rozalén. Magia: ha brotado un dueto con Mr. Kilombo. Al acabar, Rozalén coincide en las escaleras con el vocalista de La Pegatina y con la granadina Mimi Doblas, alias Lola Índigo. Todos han tenido relación, de una forma u otra, con la bestia televisiva de 'Operación Triunfo'. Rozalén y Lola posan para la cámara de IDEAL.

A pocos metros, los camerinos de los artistas conforman una plazoleta amplia y agradable. Sobre cómodos cubos blancos, algunos aprovechan para la tertulia con amigos y conocidos. Cerveza, refrescos y té. De todo hay. La secuencia de 'refugios' para los músicos es como el mismo Bull: variopinta y sorprendente. La Pegatina junto a Nach. Medina Azahara junto a Fuel Fandango. Rozalén, a la vera de Los Zigarros y Mr. Kilombo. La más ansiosa y nerviosa por salir a darlo todo es Marien Novi, que asume la responsabilidad de inaugurar el escenario 'Underground Tent'. Un espacio para la electrónica dominado por mujeres. Cosas del Bull.

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El libro de historias de Sex Museum en Granada

El alma máter de Sex Museum es Fernando Pardo, guitarrista del madrileño barrio de Malasaña y uno de los más adorables y eruditos conversadores de rock de este país. Su grupo, en el que canta su hermano y en el que su mujer se ocupa de los teclados, es una familia. Eso sí, una familia atípica y ambulante. Durante más de treinta años de carrera, la relación de la banda con Granada ha sido intensa. Y así lo recuerda Fernando. Desde aquel doblete con su alterego surfero, Los Coronas, en la desaparecida La Telonera de Armilla, hasta sus míticas apariciones conjuntas con Lagartija Nick, con quienes compartieron fase de embrión en el sello Romilar-D. La última vez, en 2011 en la Copera. Y una vivencia gélida: cuando se presentaron bajo la nieve un invierno con el líder de los norteamericanos Dictators en El Tren.

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