La música del mítico grupo granadino llenó por completo la Plaza deToros de la capital. Ariel C. Rojas

La vieja dimensión de Los Planetas

La banda granadina llena la Plaza de Toros en la revisión de su influyente disco de debut, con motivo de su trigésimo aniversario

Eduardo Tébar

Sábado, 28 de septiembre 2024, 23:54

Ver al grupo de tu vida tocando íntegro su primer álbum es un recurrente sueño húmedo de melómano. Los Planetas materializaron anoche esta quimera en la Plaza de Toros, con el valor añadido de que 'Super 8' abanderó tras su publicación, en 1994, a la ... naciente generación 'indie' en España. Se trata, por tanto, de un disco que derivó en antorcha de un movimiento social. Hablamos de un producto casi perfecto. Surgió en Granada en el momento preciso, contó con cooperadores necesarios en Madrid y su trascendencia perdura tres décadas después.

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Usar la manida etiqueta del 'indie' para referirse a Los Planetas implica un matiz: a mediados de los noventa el término de marras apenas estaba implantado –primaba el concepto del rock alternativo– y las ventas de 'Super 8' andaban lejos de lo que en la época se consideraba un éxito comercial. Pero, haciendo buena la teoría de Morente, la banda de Jota y Florent hizo un trabajo «para dentro de diez años». Una relevancia cultural que se plasmaría en la construcción de una nueva escena. Y 'Super 8', desde el seno de una multinacional, fue el mascarón de proa de ese circuito.

Los Planetas llegaron al final de los noventa siendo el grupo de pop español más influyente del territorio independiente y alternativo. Un recorrido impecable de estribillos fulminantes, letras directas pero con muchas lecturas, y una serie de canciones que forman parte de la memoria colectiva. Como los definió Jesús Llorente en el primer libro que se publicó sobre los granadinos, «un grupo fácil y a la vez difícil, centrado y descentrado al mismo tiempo, emocional y sentimentalmente sutil».

Anoche chocaba la imagen del ruedo repleto, coreando unas composiciones paridas en el más puro 'underground'. Y la borrachera de visuales de la estética diseñada por Javier Aramburu. Un gesto de emancipación histórica. El muñequito de la portada, que sustentaba el instrumento mirádose los zapatos, reflejaba el espíritu refractario de la formación. Ahora, treinta años más viejos, se permiten convertir 'Si está bien' en el 'karaoken' más elegante del mundo.

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Un par de horas antes del arranque, la pista estaba llena para disfrutar de los artistas teloneros, los madrileños Alcalá Norte y Depresión Sonora. Dos proyectos que encarnan una actitud muy similar a la de aquellos primeros Planetas. Canciones tristes, de revestimiento 'post-punk', para individuos inadaptados. Himnos en potencia para una nueva generación. El vallecano Marcos Crespo, de Depresión Sonora, trazó el vínculo con una versión de 'Qué puedo hacer'.

«Somos Los Planetas y seguimos vivos de milagro», apuntó Jota, acompañado por Florent a la guitarra, un aplaudido Eric a la batería y Miguel López al bajo. Hubo mención a May Oliver y Paco Rodríguez, miembros de la alineación fundacional, testigos anónimos en el recinto. Todos se esforzaron en volver a ser aquellos Planetas más crudos y primitivos. Los de aquel pop ruidoso, antes de la psicodelia magmática y los escarceos con el flamenco. El faro de una escena que se lastró por su amateurismo y un mimetismo anglosajón de miras no demasiado largas. El repaso concluyó con una imperial 'La caja del diablo'. Después, otro concierto de Los Planetas: un reguero de clásicos que empezaba con 'Segundo premio' y 'Un buen día'. Gigantes.

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