Sábado, 18 de diciembre 2021, 00:09
Hacer el tonto durante tantos años siendo tan inteligente es una tarea que solo los actores de raza son capaces de llevar adelante. Nacho Guerreros (Calahorra, La Rioja, 1970) lo hace en 'La que se avecina', donde interpreta a Coque, el portero, desde hace 14 ... años. Pero también ha creado una empresa de producción propia con la que estrenó ayer en Granada, y vuelve a representar esta tarde en el Isabel la Católica (19.00 horas), su montaje 'Juguetes rotos', con cuatro años de éxito a sus espaldas, y con el que ganó el Premio de la Unión de Actores, amén de ser nominado al Premio Max.
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–¿Cómo se decidió a romper juguetes, ahora que son tan necesarios?
– (Risas) Hace cinco años, me reuní con Carolina Román, autora de la pieza, para pedirle un texto dramático, porque me apetecía contar la historia de alguien que hubiera sufrido mucho en la vida. Entonces, me propuso la idea de cómo sería la vida para alguien que en los últimos coletazos del franquismo hubiera nacido hombre y quisiera ser mujer.
–¿Ha cambiado mucho el panorama, o la intolerancia sigue estando presente?
–Quiero pensar que sí. En las grandes ciudades, al menos, creo que sí. Si te vas a una ciudad más pequeña, quizá haya quien siga viendo este cambio como algo extraño.
–¿Por qué ocurre esto?
–Porque aún hoy mantenemos el vicio detestable de juzgar a los otros. Y desde que han aparecido las redes, mucho más.
–Usted conoció mucho y trabajó con Verónica Forqué. ¿Qué opinión le merece lo ocurrido en torno a su muerte?
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–Cuando me enteré, me quedé muy impactado. No sé los motivos de su partida, pero bastaba mirarla para ver que estaba sufriendo. Me han enfadado mucho los mensajes en las redes sociales donde se la tildaba de «vieja loca». Cuando alguien se diera de alta en una red, debiera dar sus datos, incluyendo el DNI, para afrontar cualquier responsabilidad derivada de comentarios injuriosos como los que se han vertido contra ella. Era una gran profesional, un encanto, y no se merece el trato que se le ha dado.
–¿El miedo al escarnio complica que muchas personas den un paso adelante en su vida?
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–Para mí, como actor, dar el salto al registro dramático no me dio miedo; tenía muchas ganas. Pero mi salto era relativamente fácil. Dar un salto como el que muestra la obra solo es posible si se comprende que lo que está en juego es la propia felicidad. Cambiar de vida siempre es complicado, incluso significarse políticamente es hoy algo difícil. Pero como en todo, tenemos el derecho de decir lo que queremos y hacer lo que queramos, si ello nos ayuda a ser felices, sin faltar al respeto.
–¿Cómo es estar en la serie más repuesta de la historia de la televisión?
–Pues me parece increíble el apego que el público le tiene a la serie. Aún sigo viendo los capítulos de las temporadas nuevas. Los de las antiguas, que reponen mil veces, me los salto.
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–¿Qué le gustaría que quien vea 'Juguetes rotos' se lleve a casa consigo?
–Que aprendan a comprender la diferencia, porque la tolerancia es la base de una sociedad sana.
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