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La cantante y fotógrafa, ante el piano y con una de sus instantáneas de fondo. RAMÓN L. PÉREZ
Naemi Ueta, de la fotografía a la ópera

Naemi Ueta, de la fotografía a la ópera

Japonesa e hija de arquitecto, llegó a Granada por amor hace casi tres décadas y ofrecerá un recital lírico muy especial bajo el título de 'Inori' mañana en La Chumbera, a beneficio de los afectados por la DANA

Jueves, 14 de noviembre 2024, 00:05

La japonesa Naemi Ueta está acostumbrada a dar saltos sin red. El más reciente es el de dejar su trabajo como fotógrafa y como responsable de una prestigiosa tienda–taller en el Paseo de los Tristes –al que acudieron en masa las primeras damas de la Cumbre Europea del pasado año– para dedicarse a cantar ópera, zarzuela y piezas líricas. Pero mucho antes, hace ya 28 años, dio otro salto al dejar atrás su país natal e instalarse en Granada por amor. Mañana ofrecerá en el Auditorio de la Chumbera un espectáculo muy especial, titulado 'Inori' –Fe, Rezo, Oración, en japonés–, con un escogido repertorio de piezas líricas, que, como ella misma afirma, será una sorpresa para muchos. Toda la recaudación irá a beneficio de los afectados por la DANA.

Naemi es hija de arquitecto, y vivía en una casa amplia y original en Kyoto, aunque ni de lejos tenía las vistas que tiene la suya, en el Paseo de los Tristes. Nada más cruzar el umbral, un piano y un atril con partituras recibe al visitante. «Mis padres eran personas muy abiertas de mente, y desde muy joven me dejaron viajar por el mundo. Dejé los prejuicios atrás. Al terminar mis estudios de Filosofía y Arte, vine a Granada por primera vez después de que mi padre me aconsejara visitar la Alhambra. Me quedé un mes, y conocí a un granadino, me casé y tengo una niña». Antes de establecerse definitivamente en la capital, fue durante un tiempo creadora de contenidos en una agencia de publicidad, donde trabajó para revistas muy prestigiosas. «Mis padres no pusieron problema alguno a que me viniera a vivir tan lejos. ¡Tendremos un lugar donde ir para visitarte!, me decían. Estaban encantados», recuerda.

Diseñadora

Su primera actividad al instalarse fue aprender el idioma y estudiar Diseño de Interiores en Marbella y Granada. Muchas casas con un buen número de ceros en su valor llevan su firma. Además, llegó a decorar academias de idiomas y edificios enteros. Paralelamente, comenzó su actividad como fotógrafa, testimoniada en las paredes de su casa, con un tema que predomina sobre todos: el flamenco. «Comencé en la fotografía en la Escuela de Flamenco de Manolete, donde me inscribí para aprender flamenco. También me hice socia de la Peña La Platería. Retraté a buena parte de los artistas que ofrecieron su magisterio allí», rememora. El entorno jondo es muy especial para Ueta, aunque hay que saber acercarse a los artistas. «No siempre es fácil fotografiarles, sobre todo si no te conocen. Tienes que ganarte su confianza. Pero cuando te la ganas, son modelos estupendos», afirma.

Poco a poco, sus fotos fueron adquiriendo justa fama, y organizó diversas exposiciones en Granada, en Marruecos y en Cádiz, concretamente en la Venta de Vargas, que cambió su decoración para mostrar sus creaciones. No tiene un favorito entre sus modelos flamencos. Tras su objetivo se han colocado Kiki Morente, Rancapino o Pepe Habichuela. «Para mí, cada toma es un regalo, porque aprecio mucho el tiempo que me dedican, completamente gratis». Aunque durante los últimos tres lustros ha desarrollado esta actividad con éxito, ahora la ha aparcado para dedicarse a la lírica.

El primer contacto de Naemi Ueta con la música tuvo lugar en la escuela, donde aprendió a tocar el piano, el tambor y la trompeta. Formó parte de la orquesta de su centro de secundaria y todos los días iba a clase al Conservatorio de Kyoto, a una hora de su casa. Su madre fue su primera maestra, muy exigente. Nunca, sin embargo, había recibido clases de canto. Pero hace tres años, en el cumpleaños de una amiga, cantó con tan excelente afinación el 'Cumpleaños feliz' que todos los asistentes quedaron maravillados, «y eso que siempre pensé que tenía una voz fea», dice.

Ueta, acompañada al piano por Héctor Eliel Márquez, el pasado marzo. F. P.

La cumpleañera le invitó a cantar en su boda, y volvió a ser otro éxito, lágrimas incluidas. Con la ayuda de Spotify, fue ampliando el repertorio con piezas líricas que le gustaban, y más tarde entró en contacto con el compositor, pianista y director de coros Héctor Eliel Márquez. «Quise entrar en el Coro de la OCG, pero no había plazas. Sin embargo, quiso venir a casa para escucharme. Cuando acabé de cantar, me dijo que si quería cantar en un coro o ser solista, y se comprometió a enseñarme, a pesar de lo ocupado que está siempre», asegura. A él se unieron otros maestros como el tenor Moisés Marín o el bajo Francisco Crespo. «He podido aprender a gran velocidad con ellos», señala.

Tras su debut en el Museo del Vino de Huétor Vega, en un recital que tuvo una gran acogida, y luego durante la Semana Santa en Padul, la cita de mañana será muy especial: un encuentro de amigos donde habrá piezas de ópera italiana y francesa, zarzuela, canciones de Manuel de Falla, Piazzolla e incluso canciones tradicionales japonesas. «No quiero encasillarme en la ópera, sino ofrecer un amplio panorama de canciones del mundo». Ojalá sea todo un éxito.

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