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José Antonio Muñoz
Jueves, 6 de febrero 2020, 01:27
Ni siquiera conocemos su rostro. Tampoco su origen certero. Él siempre declaró que venía de Etiopía, y construyó un relato de su infancia que nadie ha podido comprobar. Es, en parte, un mito. Y de otra parte también, ya que consiguió ser el primer catedrático del mundo de raza negra. Y no de una disciplina cualquiera: de latín. Y no en una ciudad cualquiera: en Granada. Juan Latino debiera ser una de las grandes glorias de la ciudad, comparable al Cervantes de Alcalá o al Shakespeare de Londres. Pero solo de vez en cuando se le recuerda. Ahora, el montaje teatral que ha creado la compañía granadina Claroscuro Teatro, 'La increíble historia de Juan Latino', pone de relieve, una vez más, su importancia.
La obra, estrenada con gran éxito en el Teatro de la Zarzuela, que la coproduce, se presenta en Granada por primera vez este fin de semana, en el Auditorio Manuel de Falla. Es, como afirman Francisco de Paula Sánchez y Julie Vachon, sus responsables, «una zarzuela 'pasticcio' barroca acerca de uno de los personajes más fascinantes del siglo XVI. Pensada para un público de 8 años en adelante, 'La increíble historia de Juan Latino' usa títeres, máscaras y música barroca en directo para contar la verdadera historia de superación racial y social de un esclavo negro en la España de aquel siglo». Las funciones de este espectáculo tendrán lugar el sábado a las 18.30 y el domingo a las 12.00 horas.
La bibliografía fundamental reciente sobre Juan Latino incluye tres volúmenes: 'Juan Latino. Talento y destino' (Editorial UGR), de Aurelia Martín Casares; 'Juan Latino', la novela de José Vicente Pascual (La Vela Ediciones), y 'Juan Latino. El esclavo catedrático', de Eduardo Soler Fiérrez (Eirene Editorial), además de la referencia que el escritor de novela histórica Blas Malo Poyatos hace en 'Lope, la furia del fénix' (Ediciones B). Los tres autores ofrecen su visión sobre un personaje que sigue suscitando admiración, y cuyo interés en el Reino Unido ha hecho que la profesora Martín Casares esté colaborando con el University College London en un proyecto conjunto que se acerca a la figura del catedrático granadino, y que podría culminar, precisamente, con el estreno en la capital británica del montaje de Claroscuro Teatro.
Eduardo Soler, autor de 'Juan Latino. El esclavo catedrático', afirma que se acercó a Juan Latino a través de un libro de José Antonio Piqueras. «Me extrañó que habiendo estudiado en Granada, no hubiera oído nada de él», afirma. Aprovechó un trabajo de fin de Master en Historia Moderna para realizar un trabajo sobre el esclavo que abandonó tal condición amparándose en el conocimiento, en una sociedad estamental en la que era muy difícil salir de la condición que el nacimiento otorgaba. «Solo dos esclavos de su tiempo lo consiguieron: Juan Latino, en la esfera de las letras, y Juan de Alba, o de Mérida, esclavo del duque de Alba, en la de las armas», comenta Soler. «No había mucho sobre él en aquel momento. Recorrí archivos eclesiásticos y públicos, y lo que encontré me resultó sorprendente. Continué indagando sobre él, y tras dos años de trabajo surgió el libro, que se publicó en 2014 y se ha reeditado hace poco. Encontré datos sobre él en Estados Unidos, donde se han traducido sus obras por parte de hispanistas de allí, en ediciones magníficas».
Para este autor, Juan Latino es un personaje idóneo para una ficción: simpático, atrevido, inteligente… El tercer duque de Sessa fue su compañero de juegos y amigo, desarrollando una relación que marcaría su existencia. «Él descubrió que el saber iba a ser su puerta de salida a la vida», afirma. Fruto de ese atrevimiento fue su relación con Ana de Carlobal, dama con veleidades intelectuales, de una familia 'principal' de la ciudad, con parientes canónigos de la Catedral y caballeros XXIV (concejales) del Ayuntamiento. Latino cumplía todas las características para ser su preceptor ideal: negro, centrado en sus estudios, no constituía un peligro.
Pero llegó el amor, y un día, enseñándole el 'Ars amandi' de Ovidio, se atrevió a meter la mano por la 'manera' de la saya, una abertura en la falda que permitía desabrochar la ropa interior sin quitar la de fuera. Ella en primera instancia le echó de la casa. Unos días después, el padre de Doña Ana se lo encontró por la calle y le afeó su ausencia, a lo que él, según Soler, respondió: «Con su hija no hay 'manera'». Tal era su sentido del humor. Luego llegaría el matrimonio y la manumisión.
El único retrato de su rostro se quemó, probablemente, en el incendio del Alcázar, y hoy, aunque existe una placa en la iglesia de San Gil y Santa Ana que señala su tumba, no se han encontrado sus restos. «Su vida tiene un peliculón», comenta Soler.
La profesora Aurelia Martín Casares es autora del que, sin duda, es el estudio más completo sobre el personaje, 'Juan Latino. Talento y destino'. Del personaje le atrae «su resiliencia y su talento. Me parece inspirador para niños y adultos porque evoca valores universales, y porque tiene un gran potencial para desafiar las barreras sociales, para cuestionarnos». Y añade:«Su vida, de alguna forma, constituye un desafío a las normas establecidas. Además, me gusta pensar que contamos con personajes inspiradores en nuestra propia historia y que no tenemos que ir a buscarlos al extranjero. Juan Latino me hace también sentir orgullosa de mi historia y de mi país».
¿Qué le hace atractivo para el hombre y la mujer de hoy? «Cinco siglos pueden parecer mucho, pero las emociones y los valores humanos no han cambiado tanto. La estupidez o la envidia son las mismas. Y Juan Latino evoca valores humanos atemporales, como la tolerancia, la constancia o la sabiduría bien empleada, por eso es admirable en cualquier época. Es un personaje extraordinario en su sencillez, esa es la paradoja».
Al observar al personaje, el interesado en la historia puede preguntarse si el caso de Juan Latino fue una anomalía o una gozosa realidad. Según la profesora Martín Casares, ni lo uno ni lo otro. «Creo que Juan Latino es una combinación de talento y destino, es decir, es el fruto de la conjunción de su propia inteligencia con las circunstancias que lo rodearon». Para apoyar esta afirmación, recuerda que se crió en el seno de una familia noble e ilustrada (los Sessa) que reconocía el talento, aplaudía el humanismo y apoyaba el arte. «No eran amos ignorantes enriquecidos con el comercio y apegados al despótico tratamiento de sus criados, desde luego, no en el grado en que lo fueron tantos otros».
La profesora recuerda que se casó con una mujer instruida, doña Ana de Carleval, que a todas luces, parece que le amó, lo apoyó y le regaló una familia alternativa, mixta, fuera de las normas. Y vivió en una sociedad, que más allá de su rigidez, supo reconocer su sabiduría, admirándolo y respetándolo.
La repercusión del personaje es tal que los estudios de la profesora Martín Casares se han exportado. «Actualmente estoy colaborando con el Centre for Transnational History' de la Universidad de Londres (UCL), comparando la esclavitud y el abolicionismo en España y Gran Bretaña, en los siglos XVI al XIX, un tema interesantísimo que abordamos desde un equipo interdisciplinar», comenta. Considera que Juan Latino es extremadamente versátil desde el punto de vista investigador, porque la esclavitud permite abordar cuestiones económicas, artísticas, filosóficas, antropológicas, etcétera. «Además, la esclavitud ha sido un fenómeno global, miremos donde miremos ha habido alguna forma de esclavitud, por lo que es un tema también universal. Y tengo que decir que Juan Latino despierta un enorme interés en el ámbito académico anglosajón, pero también en otros países europeos, como Holanda, donde estuve hace poco en la defensa de una tesis sobre la poesía épica de Lepanto en la obra de Juan Latino, realizada por un estudiante de la Universidad de Gante. De hecho, apenas hay personajes en el mundo que puedan inspirar tanto como Juan Latino a la hora de romper barreras».
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