
Patrimonio de Granada
El nuevo corazón de piedra del Hospital RealSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Patrimonio de Granada
El nuevo corazón de piedra del Hospital RealCuando usted entra en el Patio de la Capilla del Hospital Real no solo está accediendo a un maravilloso atrio de estilo renacentista del siglo XVI, sino que también está buceando, sin saberlo, por las profundidades del Mar de Tetis. Les cuento. Hace 150 millones de años la Cuenca de Granada estaba sumergida bajo el agua, bajo el Mar de Tetis. Cuando desapareció, se generaron unas rocas por la compactación de arenas y fósiles marítimos que la ciencia bautizó con el nombre de calcarenita bioclástica. Pues bien, el Patio de la Capilla fue fabricado con este material de color dorado y del que había en abundancia en las canteras de Santa Pudia que se localizaban en el término municipal de Escúzar –la actividad extractiva finalizó hace décadas–. Había tanto y estaba tan cerca que se utilizó desde los tiempos de Roma en la construcción de gran parte del espléndido patrimonio de Granada. La Catedral, sin ir más lejos.
La calcarenita tiene la ventaja de ser plástica y deformable cuando se emplea como piedra para las construcciones, pero en líneas generales es de baja calidad. El estado de degradación era tan preocupante que la Universidad de Granada emprendió en 2021 la restauración integral del bien, a partir de un proyecto redactado por Ricardo Hernández, que terminó hace pocos meses.
En él ha intervenido un cualificado equipo de profesionales entre los que se encuentran los catedráticos Jorge Durán, Mari Paz Sáez y Antonio García Casco, el arquitecto Felipe Hita, el ex vicerrector Víctor Medina, y Joaquín Passolas y Juan Francisco Moriana, pertenecientes a la Unidad Técnica de la UGR. El resultado es, sencillamente, espectacular. No tiene más que pasarse por el Hospital Real. El Patio de la Capilla, denominado así porque antaño daba paso a un espacio de culto, luce tal cual se erigió en el siglo XVI, según los planteamientos del mismísimo Enrique Egás.
Pero ¿por qué estaba tan mal? Según Jorge Durán, por la calcarenita. O, mejor dicho, por las intervenciones posteriores realizadas sobre la calcarenita que anularon su capacidad para aliviar la humedad. Especialmente las realizadas en los años sesenta consistentes en la aplicación de morteros de cemento. Estaban muy afectadas las columnas, la balaustrada y los pórticos. «Tanto es así que en algunos casos había, incluso, peligro de desprendimientos», dice Durán.
«La calcarenita –explica– es muy porosa y, situada en espacios exteriores, también muy sensible a la acción del agua tanto líquida como cuando se congela en su interior, produciendo micro roturas». «A todo ello hay que sumar que tiene poca resistencia mecánica por su escasez de cemento natural».
La patología más generalizada en el Patio de la Capilla era la arenización, que afectaba al sesenta por ciento de los 1.200 metros cuadrados donde se ha actuado. La disolución de las sales conlleva disgregaciones y eflorescencias. A todo ello hay que añadir la mano del hombre. La aplicación de revestimientos de cemento hace sesenta años invalidó la porosidad. No había manera de que escapara la humectación, lo que facilitaba todos los procesos de descomposición.
Tampoco ayudaron los cerramientos de madera de la galería superior, una decisión adoptada en su día por la necesidad de disponer de habitaciones para los enfermos –no hemos de olvidar que este edificio fue erigido con fines hospitalarios, aunque hoy sea la sede del rectorado de la UGR–. Esta reforma sí tuvo algo de beneficiosa. Hizo de parapeto para la lluvia y evitó la afectación de los corredores, desprovistos de sistema de evacuación de pluviales. Este problema ha quedado resuelto ahora con la implementación de una pequeña pendiente en el suelo –las precipitaciones vierten ahora hacia el patio–.
Según Jorge Durán, lo primero fue la fijación de todos los elementos que presentaban peligro de venirse abajo.Posteriormente la eliminación de los repelles de cemento. Lo siguiente fue la limpieza general de suciedades, incluidos algunos encalados históricos. Los muros estaban ennegrecidos por depósitos de suciedad ambiental. Acto seguido se procedió a la consolidación pétrea mediante resinas sílico orgánicas en forma de monómeros y polímeros. También fue clave la hidrofugación basal. Es decir, la sección de los fustes que están anclados en el terreno. Por aquí penetraba el agua que luego ascendía por los intersticios y que no hallaba salida al exterior por las placas de cemento.
A continuación, se implementaron reintegraciones volumétricas según una patente de la UGR desarrollada en los noventa por Jorge Durán y Antonio García Casco. Las faltas se rellenan con unos morteros de aglomerante, áridos y aditivos especiales para generar una densidad de poros igual o superior a la existente, lo que facilita la evaporación. En algún caso se 'trasplantó' incluso calcarenita de características similares traída desde el Levante. Lo último fue la protección final con hidrofugantes.
Una operación quirúrgica en el corazón de piedra de un edificio imprescindible para entender la Historia de Granada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Amanda Martínez | Granada, Amanda Martínez | Granada y Carlos Valdemoros | Granada
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.