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José Antonio Muñoz
Granada
Martes, 11 de mayo 2021, 02:14
La historia económica de la Orquesta Ciudad de Granada ha corrido paralela a la de la cultura granadina, aunque la formación continúe siendo, 30 ... años después de su creación, la auténtica 'niña mimada' de las instituciones artísticas de la provincia. Baste con destacar el hecho de que las administraciones representadas en el Consorcio que controla la formación aprobaron la pasada semana por unanimidad un presupuesto de 4,4 millones de euros cuando el Festival de Música y Danza maneja 3,1 millones. Tal y como informó IDEAL el pasado 28 de abril, a falta de unos flecos menores resueltos la pasada semana, la OCG puso oficialmente punto y final a la crisis económica que la ha afectado durante un lustro. La Junta de Andalucía escribió negro sobre blanco su compromiso y dejó a la formación sin deudas. Los trabajadores cobrarán la paga extra que se les adeuda, y el Consorcio ha adelantado su plan de saneamiento cinco años para tener en este, en lugar de en 2027 como estaba previsto, el primer remanente positivo de Tesorería. Así, por primera vez desde 2017 la formación orquestal ha arrojado en 2020 un saldo de tesorería positivo, con 251.745 euros, y un resultado favorable al cierre del ejercicio de 323.065 euros.
Las grandes cifras de las cuentas de la OCG para este año incluyen una partida de gastos de plantilla que supone casi el 80% del presupuesto: casi 3,5 millones de euros, incluyendo una subida de salarios del 0,9%. Queda el 20% restante para gastos generales (casi 140.000 euros), y 413.000 euros para programar, incluyendo en esta partida los 42.680 euros que cobra el director artístico, Lucas Macías. Eso deja unos 300.000 euros para gastos de programación y producción propiamente dichos, y unos 240.000 euros para pagar artistas invitados. No es mucho en un presupuesto tan grande, teniendo en cuenta los cachés que manejan, a pesar de la pandemia, directores y solistas de primera fila, así que si la OCG quiere contratar a alguno de ellos, va a tener que echar mano de todas las dotes persuasivas que sea capaz de poner sobre la mesa.
Las cuentas tienen otra particularidad interesante, que es la cuantificación definitiva del alquiler del Centro Manuel de Falla para sus actividades. Aunque esta sea un pago incluido en realidad dentro de la aportación del Ayuntamiento, propietario de la instalación, lo cierto es que esos 289.733 euros que se reflejan como gasto, una aspiración largamente acariciada por el Ayuntamiento, dejan atado uno de los cabos sueltos más importantes que la administración de la Orquesta llevaba arrastrando desde la época de Francisco Cuenca como alcalde.
Los ingresos por taquilla son realistas: 238.000 euros (un 5,38% del presupuesto total), una cifra casi coincidente con la cantidad que se dispone para pagar cachés de invitados. En un escenario como el actual, aún con la pandemia a cuestas no se sabe por cuánto tiempo, suponen una previsión que se ajusta a la realidad de los hechos. En condiciones normales, esos ingresos deberían multiplicarse, de tal manera que el precio real de las butacas –muy alejado del que pagan los abonados y aficionados que las ocupan– se aquilate. También hay unas previsiones de ingresos por patrocinio y colaboraciones de 153.000 euros, apenas un 3,5% de los haberes totales, un capítulo donde hay margen de mejora.
Así pues, el capítulo de ingresos queda en manos de las aportaciones públicas. Aquí es donde se ha producido el vuelco que ha permitido que hoy la formación cante el 'Alleluya' tras haber estado hace tan solo tres años al borde del 'Réquiem'. No hay que olvidar que en 2018 la deuda que arrastraba la Orquesta superaba el millón de euros. La Junta ha elevado su aportación de los 1,3 a los 1,7 millones, suplementando en este ejercicio 200.000, «lo que expresa el compromiso de la Consejería de Cultura con esta Orquesta», según Antonio Granados, el delegado. El Ayuntamiento mantiene su aportación (un gran esfuerzo que se come el 43% del presupuesto total de Cultura), y la Diputación incrementa en casi 30.000 euros la que le corresponde.
La historia de los últimos cinco años de la OCG está plagada de momentos oscuros. Mucho antes de que la pandemia mandara a todos los integrantes de la Orquesta a su casa, la formación había padecido un virus tan perjudicial para su desempeño como la propia covid: el virus de la incertidumbre. Y a pesar de que el confinamiento ha convertido muchos de nuestros recuerdos en nebulosos, aún hay quien guarda en un cajón el lazo rojo de apoyo a los miembros del conjunto orquestal. Tanto desde el Ayuntamiento como desde la Junta de Andalucía –por más que las manifestaciones ante San Telmo y en la plaza del Carmen se produjeran con sus más recientes inquilinos dentro–, y también desde la Diputación, lo cierto es que se ha trabajado para arreglar las cosas de la única forma que era posible:poniendo más dinero sobre la mesa.
Ahora, lo que queda es que el público apoye a la OCG llenando sus conciertos, convirtiéndola, con las cifras en la mano, en un instrumento cultural necesario y cuya pervivencia no se ponga más en duda. El informe que en 2019 presentó el anterior gerente, Günter Vogl, se ha tornado profético: si se quiere que la Orquesta progrese, será necesario elevar la inversión. Si se quiere que haya paz, lo primero es pagar a los acreedores. En este sentido, el ambiente entre estos es de alegría. Emma del Cerro, directora de Azafatas Alhambra, confirmó ayer a IDEAL que prácticamente está al día en los cobros. Todo lo que queda por delante es trabajar, y eso es lo que se le va a pedir a laOrquesta.
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