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Otoño de Jazz en GranadaJuan Jesús García
Domingo, 5 de noviembre 2023
Tras la suspensión in extremis del Festival de Jazz el aciago año covid, la cita ha cogido nuevamente fuerza y presencia. Este fin de semana se ha inaugurado la primera tanda de conciertos de su cuadragésima tercera edición. 43 años, que se dice pronto. Casa ... fundada en 1980, es una de las tres citas similares más veteranas del país, que tampoco es poco. Y ver estos días cómo se ha llenado el teatro Isabel la Católica anima a seguir cumpliendo ediciones, porque en ausencia de apoyos decididos (públicos o privados), el micromecenazgo de los espectadores es el sostén de su futuro inmediato.
Como una declaración de principios, el arranque de la muestra acudió a una de las míticas voces del género: Ella Fitzgerald. «Fue mi primera introducción al jazz vocal, aprendí mucho de su canto, el estilo de su swing y su canto resuena conmigo. Mi voz ha madurado, he crecido mucho como mujer y podía cantar estas historias porque las había vivido», contaba Robin McKelle anunciando su concierto, en el que, (¡ay!) uno no dejó de acordarse de nuestra Celia Mur, gran intérprete que fuera de la cantante de Virginia.
Conocimos a la cantante estadounidense Robin McKelle acompañada de sus Flytones, magnífica formación de 'blues & soul' con la que actuó hace unas temporadas, luego lo haría en Jazz en la Costa, donde dio buena muestra de sus polifacéticas cualidades. Ahora, con la intención de acercarse a su modelo, su amplio rango estuvo más contenido. Inapelable vocalmente, uno no recordaba su poso rozado de fondo, que da cierto realismo vital a sus interpretaciones, porque interpreta en sentido actoral del término; formas expresivas que junto a sus didácticas presentaciones permitían al oyente entrar muy dentro de las piezas. Nada más asomar, un familiar 'Caravan' ya ofreció las habilidades de su gente, sobre todo del pianista Jonathan Thomas, sobrio, eficaz y muy resolutivo, sobre el que se apoyó recurrentemente para las piezas más 'bluessy' donde esta mujer tiene que ser todo un espectáculo por sus capacidad de comunicar. Hablando de Ella no falto el swing, ni los obligatorios pasajes 'escateados' marca de la casa, evitando la fotocopia y dejando notar un matiz más soul. Más estándares, como 'Embraceable You', 'Desafinado', 'How High the Moon', o 'A tisket a tasket', con la que terminó, determinaron la accesibilidad de un concierto pensado para gustar. Y lo hizo.
En aquel 1980 antes mencionado, tuvimos la oportunidad de escuchar a Stéphane Grappelli por primera vez, y el sábado su espíritu estuvo muy presente en el teatro. La joven violinista Elia Bastida se estrenaba por aquí en una formación muy afrancesada, con la rítmica de su mentor Joan Chamorro y del guitarrista Josep Traver, y la bendición del legendario saxofonista Scott Hamilton. Los dos primeros habituales también de Andrea Motis, ya que ambas despegaron de la Big-escuela de Santandreu que dirige el bajista. Tres generaciones en un par de metros cuadrados, y gusta ver a un grupo apretado en el centro del escenario, da sensación de complicidad y cercanía. La hubo. También con el veterano Hamilton, cuyas intervenciones derramaron sabiduría y buen hacer; hay que haber vivido mucho para tocar con tanto señorío. La violinista, muy lírica y sin tratamiento alguno de lo suyo, también canta (¡y toca el saxo!). Su concierto fue un abrazo natural, melódico y muy cálido, que sonó obviamente a madera sobre todo con el swing ya conocido del guitarrista por el mástil. Grapelli, Jobim o Django fueron y vinieron, ante un teatro lleno y receptivo, que explotó con la bellísima 'Alfonsina y el mar' ya a final.
La tercera cita
La tercera cita, mayormente en situación social desfavorecida en una matiné patrocinada por la Fundación Caixa. Costó, aunque el artista invitado, Toto Fabris, pidiera no aplaudir «para disfrutar del silencio», costó, ya digo, no hacerlo. Toto Fabris es la bonhomía profesional y personal, reparte ternura y felicidad a su alrededor, y su intervención no iba a ser menos.
Un concierto que se derramó entre los chicos con continua bajadas a la platea para acercar lo que interpretaban un exquisito Pedro Andrade, el ubicuo baterista José Romero, y las dos deliciosas cantantes Alba Martín y Ahinara. Toto propuso un viaje a Brasil, al soul, al swing, a melodías tan contagiosas como la del 'Take Five' y, sorprendentemente, en varias intervenciones a los orígenes africanos de esta música. Y sí, al final los aplausos fueron atronadores y agradecidos. El festival retoma el jueves su segundo y último tramo, con Stacey Kent, Camille Thurman y Jacky Terrasson.
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